Emociones Intensas (Parte dos)

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Una vez que llegaron a casa, el castaño la aplasto contra la pared a diana, quien no pudo evitar mirarlo con ansias. Pudo ver el deseo contenido en sus ojos miel mientras le calentaba la piel con su dulce aliento. Travieso, le susurro al oído - Bueno, llegamos a casa, ¿Qué era eso que tenias que mostrarme?
En repuesta, lo agarro de los hombros y lo presiono contra la pared con suavidad. Ahora era el acorralado y ella la asechadora. Luego intercalo una mirada entre sus ojos y sus finos labios, como si le estuviera pidiéndole permiso. Deseo que le fue concedido cuando fede la atrajo hacia si y la beso de manera desesperada. La morena le siguió juego, presionando su cuerpo contra el suyo y colgándose de su cuello. El chico le rodeo la cintura con los brazos e interno su lengua en la boca de la muchacha, sonsacándole un gemido. En tanto, las inquietas manos de diana fueron bajando, colándose por debajo de su remera y estremeciéndolo en respuesta. Podía sentir la ansiedad de sus manos, explorando y presionando con ansias cada parte de los músculos de su estomago, clavándole las uñas. El ojimiel decidió invertir los papeles, la empujo a ella contra la pared y levanto una de sus piernas, enroscándola alrededor de su cintura. La lengua de diana danzo con la de el castaño mientras sus manos viajaron a su espalda, bajando y tandeando una a una las depresiones que iban encontrando en su camino. El castaño solo atino a perderse en ella y presionar su cuerpo contra el suyo a la vez que sostenía su pierna contra si e iba bajando por el cuello de la joven, dejando un estela de besos tras de si. De alguna manera, esos labios se sentían como llamas para diana y, cuando toco un punto mas sensible entre sus hombros y su cuello, ella jadeo. Ese sonido provoco que  su pelvis danzara entre los muslos de la joven, una y otra vez...sintiendo como su respiración se entrecortaba y largaba lamentos que lo enardecían.
- Fede...- gimió ella entre suspiros.
El se alejo unos centímetros de su rostro y vio su expresión de goce, calentándolo aun mas si eso era posible. En tanto, la mente obnubilada de diana se aclaro, superando las brumas de placer del cual estaba siendo prisionera y lo escudriñó con su mirada oscura. Vio como sus ojos miel se habían desvanecido, dando lugar a una oscuridad insondable. Sin mediar palabra, se separo unos centímetros e hizo ademan de sacarle camisa con manos temblorosas e impacientes y fallando en el intento. El sonrió ante su apuro y la ayudo en su labor y tiro la prenda en algún lado desconocido del living, que importaba...

Luego la morena le tomo de la mano y lo condujo a su habitación. El se dejo hacer, excitado ante la incertidumbre de lo que pasaría a continuación.  Pues nunca se había dejado llevar por sus instintos o emociones, como lo había hecho toda la vida. Hasta hace poco, siempre había seguido las reglas y pensado en los demás, olvidándose u ignorando lo que realmente quería. Y en ese momento, decidió hacer lo que quería, y lo que quería en ese momento era olvidarse de todo y perderse en ese cuerpo que lo venia teniendo loco de hace rato. Por primera vez, mandaría al pimiento las posibles consecuencias y silenciar, por una vez, las preguntas de por que de sus celos o que lo impulsaba a entregarse a esta chica aun teniendo a otra persona en su corazón.

Por una vez, mandaría todo al mismísimo demonio.

Por otro lado, diana pensaba que aprovecharía cada momento que le diese la vida junto al rubio, consciente de que, sea lo que fuese que tuviera con el, seria efímero. Y aprovecharía cada instante, por corto que fuese, aun sabiendo que le haría daño después. Una vez, se había abstenido de actuar por temor a lo que diría la gente o a la reacción de su amiga, perdiéndola en el proceso. Ahora haría lo que ella quisiera.

Pero era mas fácil decirlo que hacerlo.

Una vez que lo tuvo en su cama y lo miro a los ojos, fue realmente consciente de lo que estaba a punto de pasar y las dudas la empezaron a asaltar de nuevo, ¿Estaba bien lo que estaba haciendo? ¿Acaso no la estaba traicionando? ¿Y que había de su promesa?

Al ver la inseguridad en el rostro de la morena aun en la penumbra el castaño se detuvo, sabedor de lo que estaría pasando en la cabeza de ella. Con lo cual, se limito a agarrarle la mano y sentarla sobre el, acariciándole el rostro con su mano. Luego agarro un control que diana usaba para manejar la intensidad de las luces LED y las encendió, viendo como ella evitaba su mirada con temor de lo que pudiera pensar. Solo atino a decir - Perdón, rubio...es solo que...no puedo hacerlo, al menos por ahora.

Si no fuera FlorenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora