23. Moonlight

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Jueves, febrero del 2020. (Dos semanas después)

Por obligación de Miki, Natalia tuvo que acompañarle para despedir a los de Galicia. Obviamente, esto le resultó raro a la morena ya que hacía catorce semanas el mismo chico le estaba diciendo que debía alejarse de ella.

—Venga que se van a ir —dijo el de rizos corriendo hacia la estación de autobuses.

La última noche que habían pasado, la de Pamplona la había utilizado como despedida y eso Alba no lo sabía, pensaba que iba a ser una noche de muchas, pero no fue así. Cuando se despidieron con un beso largo, Natalia la bloqueó de todas las redes sociales posibles y después de mucho tiempo, pudo respirar en paz.

Sin embargo, Alba había estado en un colapso mental desde aquella noche. Pensaba que tras esas noches iba a haber más comunicación, pero se equivocaba. Si llamaba a Natalia le saltaba el contestador, si le enviaba un mensaje, no recibía respuesta. Ya no sabía qué más hacer.

—Tranquila, seguro que vienen —dijo Helena viendo que Alba estaba muy pendiente.
—No es por eso —dijo intentando autoconvencerse.

Dejaron las maletas en el compartimento del autobús y esperaron fuera. Quedaban pocos minutos para emprender el viaje. La señorita Bolaño les miraba extrañada.

—¿Os pasa algo? —preguntó acercándose.
—No, no, no nos pasa nada —dijo rápidamente Tirso—. Solo estamos disfrutando de estos últimos momentos.
—Anda, seguro que volvéis dentro de poco. ¿Habéis tomado los apuntes suficientes?
—Sí —asintió Helena.
—No tardéis, vamos a irnos casi ya —dijo alejándose para ir con otro grupo.

Cinco minutos más tarde, les vieron corriendo hacia ellos.

—¡Helena! —gritó Miki cuando ya la pudo abrazar—. Casi no llegamos —dijo aliviado.

Natalia caminaba unos pasos más atrás. Preparándose para lo que se la venía. Alba y Tirso esperaban impacientes su llegada.

—Voy montándome —dijo para dejarlas espacio. La dio un beso en la mejilla transmitiéndola seguridad y se subió al autobús para ir a su asiento y observar desde allí pero sin interrumpir.

La morena frenó en frente suya y sonrió. Sabía que nunca iba a sentir nada parecido a lo que sentía por la rubia.

—Venía a despedirme —dijo para empezar.
—Adiós Natalia —dijo a secas Alba para después moviéndose lentamente para irse.
—No, no, espera —dijo agarrándola del brazo y acercándola a ella—. Perdón.

La de ojos miel se confundió ante aquella palabra ya que no tenía sentido en ese instante, pero después sí, sin darla permiso, se acercó y la besó, no era un beso de esos salvajes como los que se habían dado en la discoteca, sino uno más tierno, más dulce, más adecuado a la situación. Los demás universitarios las miraban sonriendo; pocas veces habían visto a la de metro sesenta con una chica por más de una noche.
Alba estaba que estallaba, no sabía si le había gustado lo de besarse en público o era justo al revés, ¿le había gustado esa demostración? Natalia se separó de ella para recuperar un poco de aire y mirar su rostro en busca de alguna señal de enfado; no la hubo.

—Por esto —susurró sin separarse del todo.
—No te disculpes, esto lo hemos provocado las dos —dijo sonriendo—. No es solo tu culpa.
—No te asustes —dijo antes de hacer lo que quizá fuese el mayor paso de su vida amorosa.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó empezando a hacer lo que le había dicho que no hiciese.

Vio a la morena arrodillarse y fue ahí donde su cabeza explotó del todo.

—Nat, ¿qué haces? —preguntó temerosa del porqué de aquella acción.
—Alba Reche —dijo mientras sacaba una caja de madera— ¿quieres salir conmigo? —la abrió y en ella había una pulsera de hilo rojo hecha por ella misma.

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2023 ⏰

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