Sábado, enero, 2020. (Cuarto día)
En sus 21 años, Alba nunca había sentido la sensación de alivio al ver a una persona quedarse en el hotel. La morena de media melena había hecho mella en ella. Para la rubia el haberse visto envuelta en el pequeño lío que tenía en su mente había sobrepasado sus límites.
Ella que durante su adolescencia había pasado de tener relaciones ya que por los estudios nunca se lo había permitido y que gracias al hotel, se había podido pagar la universidad incluida la de su hermana.
—Veo que os quedáis —se aproximó a ella.
—¿Acaso te importa? —respondió seria sin saber de dónde sacó aquella fuerza con la que acompañó sus palabras.Alba se paró a pensar en su respuesta:
¿Le importaba? Claro que sí, si no, no se hubiese alegrado de verla de nuevo. ¿Lo quería mostrar? Obviamente no.Natalia la miró esperando su respuesta, pero al ver que no llegaba, subió las escaleras para ir de nuevo a la habitación e ir al baño.
La rubia la siguió con la mirada notando cierto molestar en la morena. Suspiró negando, intentando serenarse. La más alta la había cambiado en parte y eso no la gustaba nada, no la gustaba el hecho de que alguien pudiese hacerla sentir cosas que nunca había sentido o nunca se había dado cuenta de ellas.
—¿Estás bien Alba? —interrumpió Joan su viaje por sus pensamientos.
—¿Qué? —preguntó espabilando y mirándole.
—Te has quedado mirando a las escaleras.
—Sí, estoy perfectamente. Vamos a preparar el desayuno —entró en la cocina.Joan no se había quedado del todo satisfecho con su respuesta. Hacía mucho que no hablaban seriamente y veía esta oportunidad como la perfecta. Hizo el mismo camino que ella y se metió dentro. Se apoyó en el marco de la puerta y la miró.
—¿Seguro? —la miró fijamente— Nunca te había visto así.
—¿Así cómo?Esta vez fue ella quien le miró seria, después de dejar las tostadas en la encimera.
—¿Tan vulnerable? —intentó buscar las palabras adecuadas.
Con Alba había que tener cuidado con los adjetivos ya que no era fácil encontrar uno que se adecuase a ella y mucho menos a su estado anímico. Y Joan según lo dijo, sintió que la había cagado por cómo le miró. La rubia tenía un carácter fuerte y si ya se ponía sobre la mesa los sentimientos aún más.
—¿Qué me estás contando Joan? —le miró incrédula.
—Lo demostraste defendiendo lo de Miki —pensó en si había dicho bien el nombre— sí —asintió al acordarse.
—No te entiendo —volvió a su tarea de preparar el desayuno.
—Nunca te habías preocupado por lo que pueda sentir una persona y mucho menos de un desconocido.Joan tenía razón, como siempre, pero ella se negaba a admitirlo, ella y la afección siempre se habían llevado mal. Y aunque las relaciones que tenía de amistad las había tratado bien, a excepción de Helena, las que eran de otro tipo no.
—Simplemente me cabreó la manera en la que lo trató Helena. Se le ve buen chico —encogió los hombros.
—Ya...La miró por última vez antes de ayudarla con los bollos.
Una vez ya puestas las mesas, tocaron la campana para avisar a los huéspedes de que ya estaba listo el desayuno.
Alba buscó con la mirada a cierta morena que esperaba que bajase para aunque sea, tomar un café.
Lo que sí vio fue a Carlos y a María bajar junto a sus acompañantes. La última, vio que Alba estaba expectante y supo el porqué.—Está en la habitación por si la buscas —dijo María al pasar por su lado.
La miró y asintió. Aunque no lo quisiese aceptar, se moría de ganas de ir allí y estar todo el día encerradas. Pero no iba a dejar que pasase, debía centrarse en los estudios y en el hotel.
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La Posada | ALBALIA
RandomLa Posada es un hotel rural, cerca del Océano Atlántico, ubicado en A Coruña, dirigido por la familia Martínez-Reche. Alba es una chica insegura de las relaciones y centrada en sus estudios. En su vida no hay cabida para distracciones de cualquier t...