Capítulo 11

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Erwin se había vuelto a desvelar pensando en ese momento frente a la puerta del azabache. Seguramente este tipo ya no tenía suelo que pisar de tan destruido que estaba por la mera existencia de Levi.

Mencionando a este bartender, él estaba en la misma situación; tan pronto había echado a Armin de la casa se sentó en su sofá y miró al techo por una hora seguida, maldiciendo un poco por seguir siendo un lento y dejar que las oportunidades de poder tener algo de contacto con Erwin se fueran como las hojas de otoño al mínimo soplo de aire ligeramente fuerte. Oh maldición, cuántas se habían escapado desde que lo vio en esa mesa hasta el fondo. Con esta ya eran tres o dos. Pero también se preguntaba por qué Erwin no terminaba con esa distancia. ¿Sería el mismo caso del número de teléfono? ¡Carajo! Si eso era, Levi no sabía cuánto iba a esperar.

Sin embargo, esa maldita caja, ese desgraciado, no paraba de aparecerse frente a su puerta como si todavía siguieran siendo algo serio.

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En la agencia todos estaban deseosos de gritar hasta quedar afónicos por el esfuerzo inhumano que hicieron el día de ayer y que se estaba evaluando a cada segundo que pasaba de ese comercial que se había editado en menos de un día. Un trabajo digno de la reputación de su agencia, claro que sí.

La cara de Kenny estaba entre la curiosidad por saber cómo rayos terminó su sobrino haciendo esta cosa y felicidad por tener el concepto que había imaginado desde que pisó la agencia con nombre de shampoo.

Un excelente trabajo. Así que preguntó con una sonrisa que daba miedo: - ¿Cómo arreglaste esa porquería que me mostraste primero? – sin nada de tacto, como era característico de este ostentoso hombre.

Con toda la paciencia del mundo y teniendo en cuenta quién era, Erwin le respondió en tono amable: - Fue gracias a su esposo, si no fuera por él, la campaña habría terminado desde que usted salió de esta sala – Kenny se llenó de sorpresa. Realmente durmió tanto que ni en cuenta de que su esposo no estaba en casa, pero ocultando su asombro, dejó al empresario continuar – pues bien, fue tan amable de explicarme por encima la situación y hacer una pequeña sugerencia. Debo admitir que fue un concepto bastante difícil de interpretar, pero también gracias a otra persona – su tono cambió un poco, levemente suave – se pudo hacer bien – Kenny cambió un poco su expresión, se dio cuenta de quién era la otra persona.

Miró al empresario como si se hubiera encontrado con un cerdo queriendo llevarse su más amado repollo; frío y amenazante, como queriendo matarlo ahí mismo.

El equipo estaba conteniendo la risa.

En aspectos generales, para no desperdiciar el esfuerzo de Hanji para reservar ese dichoso restaurante y el aguante de Mike por soportar todos esos reclamos provenientes del gerente del mismo, se usó simplemente para dar una pequeña introducción al consumidor.

Con una escena que tenía a Levi probando ese vino de forma lenta, como debería de ser. Jugando con la copa, con una mirada llena de nostalgia natural, como si su mente no estuviera solo en ese vino, sino en algo mucho más allá.

Es ahí en donde entra el concepto que llegó de forma inesperada al empresario cuando probó el vino en su oficina. Ese sabor tan delicioso que entró en su ser lo hizo retroceder algunos años atrás, en donde se sintió en compañía de toda su familia, incluyendo a su madre. Fue como estar siendo abrazado por sus padres.

Ese vino, eran recuerdos enfrascados. Nostalgia y amor.

El concepto de Erwin, se basó en ese sentimiento: su idea era exactamente eso, volver en el tiempo o por lo menos, lograr que se sienta. No de una forma deprimente, claro está. Sino que, de una forma cálida, como volver a aquellos días más importantes y hermosos para una persona. Porque eso era el vino, eran recuerdos espumosos, memorias de sabores, sentimientos con olor. Todo era servido en una copa. ¡Y de ahí nació el eslogan para esto!

Exotic | EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora