Capítulo 2

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La figura de aquel chico en el escenario se había convertido en el sueño diario de Erwin Smith, como si fuera un hechizo en bucle.

Su cuerpo reflejaba sus deseos y al despertar tenía algo que solucionar en el baño.

Por más que Mike le propusiera en ir a aquel bar, él siempre se negaba. Ese rubio era patético, ansiaba ver a aquel joven nuevamente pero a la vez no quería. Era extraño e incomprensible. Es el mismo sentimiento que tenía una persona a la que le daban miedo los juegos mecánicos algo extremos pero quería probarlos, llámese cobardía o miedo a lo desconocido.

El trabajo estaba flojo y ahora Erwin no tenía una excusa creíble para Mike, el cual, se había aparecido en su oficina con la intensión de entregar unos papeles para que Erwin los firmara, solo que con una sonrisa algo maliciosa. ¿Por qué Erwin sintió un escalofrío?

Uh, terrorífico.

Smith aprovechó la oportunidad, con algo de duda en su ser, pero la aprovechó, porque al final del día ¿Qué podía pasar?

- Mike...- se aclaró la garganta antes de continuar - ¿Te parece si vamos a tomar algo? – sutil, pero entendible, fue el empresario.

Parecía que la energía de su empleado volvía a estar al cien después de sólo una propuesta.

- Claro - luego desapareció por la puerta y Erwin sentía un peso menos en su espalda.

Una sonrisa se dibujó en los labios del rubio, sus ojos brillaban y su corazón palpitaba como si quisiera salir de su pecho.

- Te voy a volver a ver... - susurró feliz.

Ay el encanto.

Ese día, Erwin se retiró temprano bajo la mirada atenta de sus empleados, no habían visto al jefe con esa mirada "de corazón" y sus conocidos sabían que desde hace algunos años que esos ojos eran inexistentes.

¿Qué es entonces un hombre apuesto, con buen empleo, caballero y bien vestido? ¡Un buen partido por supuesto!

.

El bar estaba a medio llenar, las risas, el olor a alcohol refinado y charlas casuales acompañadas de la música.

El empresario tragó saliva y entró a paso lento al bar, inconscientemente buscándolo con la mirada. Sí, se había grabado a fuego la imagen de ese cantante sin nombre.

- Hoy no canta - dijo Mike golpeándole el hombro y guiándolo a la barra, lugar donde fue atacado por varias personas que querían saber más sobre él. Oh no, lo que menos quería eso.

En su cara estaba escrito: "Estoy aquí para ver a cierta persona, lo que menos quiero es que piense que soy un playboy o algo parecido"

Digamos que, sí, maneja una agencia de publicidad y es bueno en su trabajo, pero después de un tiempo la atención excesiva era... excesiva.

No pareces del tipo de sujeto que frecuenta lugares así era lo que cada mujer y hombre le decían al desconsolado rubio. Claramente no iba a lugares así, tenía una razón ahora, una bastante peculiar.

¡Pero su razón no se aparecía!

Despegó la vista de su bebida y Mike pues, se había ido a otra mesa con cientos de personas desconocidas para él, realmente siempre siendo el mejor en relaciones públicas.

- Sí que es un imán de gente - de un trago se terminó lo poco que tenía en su vaso de cristal. El hielo se había derretido y su cabeza dolía, las copas demás estaban haciendo efecto.

— ¿Gusta un té para ese dolor, caballero?

Por instinto alzó la mirada para encontrarse con una cabellera azabache y unos profundos ojos azules. Se parecían al fondo del mar. Los rasgos refinados del joven frente a él, eran un poema para la vista...

Bueno, viéndolo desde el punto de vista de alguien más, el bartender no estaba de buen humor, su mirada era afilada con posibles intenciones asesinas y se notaba cansado. Sí, era guapo, pero en esos momentos no era precisamente un poema, sino que parecía más un gato huraño enfadado.

— ¿Quiere o no el té? — Erwin volvió a la realidad, Jesucristo, esas palabras habían sido muy secas

— Por supuesto que acepto el té — respondió con un poco de nervios.

Ese chico era intenso.

.

El té había calmado un poco el dolor de cabeza que Smith tenía y pues, había intentado hacer plática con el joven pero el contrario era seco y duro.

— ¿Cuál es tu nombre? — el azabache lo miró confundido mientras azotaba un vaso de cristal en la barra, pensando ¿por qué siempre son rubios?

— ¿Acaso eso importa?

Frío cual témpano de hielo.

— Olvide presentarme, perdón: Mi nombre es Erwin Smith ¿Ahora sí puedes decirme el tuyo?

El de cabellos oscuros puso los ojos en blanco y asintió, ese rubio parecía amigable, no sabía cómo era sobrio pero de momento tenía una sonrisa radiante mientras sostenía un vaso de shots.

— Levi, solo Levi

— Así que Levi, es un buen nombre – volvió a sonreír

La sonrisa carismática de Erwin hizo que Levi abriera sus ojos un poco más de lo normal.

Era un tipo, peculiar. No había mucha gente en la barra así que ¿por qué no hablar un poco más con él? 

Exotic | EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora