Parte 8: Confesiones

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Las siguientes dos semanas después de decirnos "te quiero" fueron maravillosas. Pasabamos juntos las 24 horas del día. Si teníamos que separarnos por unas horas, nos escribíamos o nos llamabamos. No sabíamos estar el uno sin el otro. Lo cierto es que nunca me había enamorado así. Asi que un día de estos se lo dije:

- Estoy enamorada de ti Eli. No quiero que eso te haga frenar con lo nuestro, pero lo que siento por ti es tan intenso que duele y no sé como pararlo.

- ¿Pararlo? ¿Por qué querrías pararlo? - me respondió, parecía molesto.

- Porque tengo miedo Eli, tengo miedo de quererte tanto hasta el punto que no pueda estar sin ti. Tengo miedo de que me hagas daño, ya sea intencionadamente o no.

- Yo también estoy enamorado de ti, es como si fuese en un coche a 100 km por hora sin frenos. Pero no tengo miedo. Porque sé que estarás conmigo pase lo que pase. Me despierto pensando en ti, desayuno como y ceno pensando en ti, me duermo pensando en ti y en cómo es estar contigo.

Comencé a llorar.

- Eli te quiero tanto...

Me besó y me abrazó. - Yo también te quiero muchísimo, no te imaginas cuanto princesita.


Supongo que después de aquello podría decirse que Eli y yo eramos novios oficialmente, asi que ya podíamos decirselo al mundo.

Jorge se lo tomó genial, su amigo y su mejor amiga desde los dos años juntos. Se alegró por nosotros. Desde que se lo dijimos pasabamos mucho tiempo con él. Yo iba a su casa para ver a Eli y aprovechaba para saludarlo. De hecho, muchas noches las pasamos los tres juntos, viendo películas y cenando pizza. A la madre de Jorge, Ana, también le alegraba tenerme de vuelta en casa.

Era un miércoles por la tarde cualquiera. Yo estaba escribiéndome con Eli cuando mi madre tocó la puerta de mi habitacion:

- Cindy, ¿puedo hablar contigo un segundo?

- Claro mamá, ¿qué pasa?

- El otro día me cruce con tu amiga Olivia. Me dijo que hacía mucho que ella y las chicas no te ven, y que el día que creíamos que habías desaparecido no pasaste la noche en su casa, nisiquiera estuviste con ellas.

No supe que decir, me quedé en blanco. Mi madre no sabía que yo salía con Eli, tampoco que ya no eran mis amigas.

- Cindy por favor responde, dime que no has vuelto a juntarte con Rebeca y sus amigas. Sabes que no son buena influencia para ti. Además, recuerda como acabaste el verano pasado. No quiero volver a verte en el hospital hija...

- No te preocupes, no las he vuelto a ver ni pienso hacerlo. Además, creo que Rebeca sigue en ese internado. - le respondí para tranquilizarla.

Rebeca y yo nos conocimos en una discoteca para mayores de 18 a la que conseguí entrar con mis amigos gracias a unos carnés falsos. Estábamos en la cola de los baños cuando una chica me empujó y no me pidió perdón asi que yo me encaré con ella. La chica no se lo pensó ni un segundo y fue directa a pegarme, pero Rebeca me defendió. Desde entonces nos hicimos muy amigas.

Al principio me atraía lo rebelde que era, porque no era de mi mundo. Pero las cosas acabaron volviendose peligrosas. Yo en esos momentos me dejé influenciar tan facilmente que me uní a ellas. Bebíamos, fumábamos, ibamos a fiestas todos los fines de semana y robábamos. Un día tuvimos una pelea con un grupo de chicas en la que una de ellas me dejó inconsciente en el suelo y acabé ingresada en el hospital con una conmoción.

Ninguna de ellas vino a visitarme. No volví a saber nada de ellas. Lo único que supe fue que a Rebeca la internaron en un colegio para chicas problematicas. Si, yo también tengo un lado oscuro como Eli. Por eso me dio tanto miedo verlo de esa manera. Me trajo demasiados recuerdos.

- Entonces Cindy, ¿con quién pasaste aquella noche? Mejor dicho, ¿con quién has pasado todas estas semanas?

Puf, allá vamos.

- Mamá... ¿te acuerdas de Eli, el chico que vive con Jorge y su madre?

Mi madre puso los ojos como platos.

- Hija, ¿has estado con un chico todo este tiempo y me lo has ocultado? ¿Cómo es? ¿No habréis hecho nada malo verdad?

- ¿Que? No por dios, mama! Ya sabes que yo no...- le dije horrorizada. Me incomodaba el tema, no quería que la conversación fuese por ese lugar.

- Bueno, confio en que Eli es un chico estupendo. ¿Qué te parece si lo invitamos a cenar?

- Eso está hecho, te va a caer genial ya verás. - Le dije a mi madre con una sonrisa.

- Te quiero hija, recuerda que tomes la decisión que tomes puedes contar conmigo.

Mi madre cerró la puerta. Estaba muy aliviada de haberle contado lo de mi relación con Eli.

La furia de mi HalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora