Parte 23: Incertidumbre

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Llegué a casa hacia las 4 am. Subí rapidamente a mi habitación, me lavé las manos en el lavabo las cuales tenías manchadas de sangre de Adriana y me metí en la cama. Pensaba que no sería capaz de dormir en toda la noche pero estaba tan agotada que me dormí enseguida. Esta noche había sufrido demasiadas emociones, y no era capaz de asimilar todo lo que había pasado.

RING RING...

El teléfono estaba sonando en el salón. Yo aun seguía dormida, pero el ruido me despertó. Comencé a abrir los ojos y a estirarme poco a poco. Sonreí, estaba tan agusto en la cama... Qué bien había dormido. 

Pero de pronto recordé todo lo que pasó ayer y los ojos se me abrieron como platos. Estaba tan nerviosa que notaba como el alcohol de ayer me subía por la garganta y tuve que ir al lavabo a vomitar.

Cuando terminé de hacerlo tenía la cara todavía dentro del inodoro, y entonces escuché a mi madre hablando por el teléfono que había sonado hace unos instantes:

"- ¿QUÉ? DEBE DE HABER UN ERROR SEÑORA GARCIA, MI HIJA JAMÁS HARÍA ALGO ASÍ..."

¿Señora García? No puede ser. García es el apellido de Adriana. Mi madre está hablando con la madre de Adriana.

Tarde o temprano sabía que lo que pasó ayer tendría sus consecuencias. Lo que no me esperaba era que llegasen tan pronto.

Comencé a llorar. Haber decepcionado a mi madre era el peor de los dolores. 

Mi madré colgó el teléfono y comenzó a subir los escalones hacia mi habitación. No estaba preparada para lo que estaba por venir.

Mi madre abrió la puerta. Tenía lágrimas en los ojos. Me miró horrorizada.

- Mamá perdóname... - le supliqué mientras lloraba.

- Mi amor no llores... - me abrazó - está bien, todo está bien.

Lloré en su pechó. No paraba de llorar.

- ¿Adriana está bien mamá? ¿La he matado? - le pregunté.

- No hija, Adriana está bien. Le han cosido un par de puntos pero está bien. 

Suspiré aliviada. Era lo único que necesitaba oir.

- Ahora vamos a darte un baño ¿te parece? - me preguntó cariñosamente.

Asentí.

- Voy a ir llenando la bañera. - me dijo y se fue de la habitación.

No me esperaba que la conversación con mi madre fuese así. Pensaba que me castigaría, me echaría de casa o algo parecido. Luego recordé lo mucho que me quiere mi madre, y que siempre quiere lo mejor para mi. No me juzga por mis errores, cuando caigo ella me ayuda a levantarme y siempre está a mi lado cuando lo necesito. Incluso cuando he estado apunto de matar a una amiga de la infancia.

No quise encender el movil. Tenía mucho miedo de lo que pudiese leer o los mensajes que pudiese haber recibido. No lo encendí en todo el día.

- Cindy, la bañera ya está lista. - me dijo mi madre.

- Voy mamá, muchas gracias.

Durante ese baño pensé, pensé en todo lo que pasó ayer. Lo cierto es que bebí tanto que no recuerdo ni la mitad de lo que pasó. ¿Por qué lo hice? ¿En qué momento me pareció buena idea coger ese vaso de cristal?

De pronto Eli Moskowitz me vino a la cabeza.

¿Qué pensaría él de lo que había hecho? ¿Se horrorizaría? No, no creo. Eli y yo nos parecemos más de lo que me gustaría admitir. Él ha hecho cosas mucho peores. Pero aun así lo echaba tanto de menos... 

"No, olvidate de él." me dije a mi misma. "Eli Moskowitz ha salido de tu vida para no volver".

Salí de la bañera y me puse el pijama. Hoy estaba muy triste. No quería salir de casa, me daba miedo encontrarme con alguien que viese la pelea de ayer.

- Mi amor, qué te parece si hoy vemos películas y hacemos un pastel? - me preguntó mi madre.

No había nada en el mundo que me apeteciese más: una tarde con mi persona favorita en el mundo.

- Claro. - sonreí. - me apetece muchísimo.

Mi madre me sonrió de vuelta.

Esa tarde vimos nuestras dos peliculas favoritas: El diablo viste de Prada y Pequeña Miss Sunshine. Me lo pasé genial. Era muy afortunada de tenerla como madre.

Los siguientes días transcurrieron igual que el anterior. Muchas veces me quedaba sola en casa ya que mi madre trabajaba, pero a las tardes siempre estaba conmigo. 

Encendí el movil y no tuve ningún mensaje que me hiciese sentir peor.

En mis chats estaban Jorge, Alice, Stephany y Rebeca. Todos se preocupaban por mi. Todos menos Eli. ¿Se habría enterado de lo que pasó? Seguramente Jorge se lo había contado, por eso me extrañó que no me escribiese para preguntarme qué tal estaba.

Un día de estos, mi madre me llamó desde el salón:

- ¡Cindy! ¿Puedes bajar un momento, por favor? Quiero hablar contigo de algo.

- Claro mamá. - le respondí.

Cuando bajé, me encontré a mi madre con la madre de Jorge.

¿Qué hacía ella aquí?

- Hola Ana. - saludé a la madre de Jorge. - Mamá ¿qué ocurre?

Mi madre miró a la madre de Jorge, ninguna de las dos era capaz de decirme nada.

- Mira hija, llevo un par de días hablando con Ana sobre lo mal que lo has pasado este verano con todo lo de Eli y tus problemas con tus amigas...

- Carla y las demás no son mis amigas. - le dije en modo defensivo.

- Bueno, ya me entiendes. El caso es que este verano lo has pasado muy mal, tú has cambiado. Haces cosas de las que no estoy orgullosa y frecuentas malas compañías. 

- Lo sé, y apartir de ahora voy a cambiar. Pero no sé a donde quieres llegar con esto y tampoco sé que pinta aquí Ana. - le dije extrañada.

- El caso hija, es que lo mejor para ti y para todos es que te vayas un año a estudiar a Estados Unidos. Ana dice cuando Jorge estuvo allí disfrutó mucho de la experiencia, creo que tú también lo harás. - me dijo mi madre.

- PERO MAMÁ, YO NO QUIERO IRME. ¿QUÉ VOY A HACER YO ALLÍ SOLA? - grité. 

- Hija calmate, Ana ha hablado con la madre de Eli. Dice que es muy buena idea que vayas. Pero estate tranquila, no estarás cerca de Eli. - me dijo como si me leyese la mente.

- ¿Y eso como es? - pregunté.

- Porque irás a otra ciudad hija, conocerás a nueva gente, irás a un nuevo instituto, harás nuevos amigos... 

- No lo sé mamá, ahora mismo no es algo que me apetezca pensar. Me parece una idea disparatada. 

- No es algo que se pueda discutir. Te vas. Ya lo he decidido. - me dijo seriamente.

Al escuchar aquello subí a mi habitación. Parecía que mi madre quería deshacerse de mi. Estaba muy enfadada con ella. Había tomado una decisión importante sin mi.

"Un año en Estados Unidos. Sola. Pero, ¿Y si no es la última vez que veo a Eli? ¿Y si nos volvemos a encontrar?"


La furia de mi HalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora