Parte 25: Mi última semana

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Mi última semana antes de irme a los Estados Unidos fue la más extraña e intensa de todas. Había tanto por hacer... Sentía nervios todo el tiempo. Apenas podía dormir por las noches de la emoción y el miedo. 

Mi madre me dijo que pasaría el año en Sacramento, estado de California. No sabía lo que había en esa ciudad. De hecho, solo había escuchado ese nombre en las películas. Mi instituto se llamaba Sacramento High School, y me pasaba cada día mirando la página web del instituto. Me hacía mucha ilusión ir a un colegio estadounidense. ¿Sería como en las películas? Me preguntaba si habría animadoras...

Era miércoles. Ese día quedé con Jorge para ir a tomar un batido. Desde que empecé a salir con Rebeca y las chicas nuestra relación se había enfríado un poco, pero seguía siendo mi mejor amigo, como un hermano para mí.

- Llevas pidiendo ese batido desde que teníamos seis años. - me dijo Jorge entre risas.

- ¿Y qué quieres qué haga? No lo puedo evitar, el chocolate es mi perdición. - le respondí y le di un sorbo al batido.

Pasamos la tarde recordando momentos de la infancia. Hablamos de Carla, de Adriana, de sus planes de futuro, pero sobre todo hablamos de Eli.

- ¿Sigues en contacto con él? - me atreví a preguntarle.

- Si, pero tampoco hablamos todas las semanas. A veces me envía fotos de sitios de los que me hablaba cuando estaba aquí. Siempre me dice que vaya a visitarle. La verdad es que de momento no es algo que entré en mis planes pero me gustaría hacerlo algún día.

- Claro, puedes ir a Los Angeles primero y luego vienes a verme a mí. - le dije.

- ¿A qué estado irás? - me preguntó.

- A California. - le respondí.

- Al mismo estado que Eli. - me dijo.

Bebí mi batido y me quedé callada.

- Cindy aunque Eli sea mi amigo, los dos sabemos que te ha hecho mucho daño. No hagas ninguna locura y vayas a verlo. - Jorge me miró seriamente. - Si quieres cambiar de aires y empezar de cero, lo mejor es que no vuelvas a verle.

- No te preocupes Jorge, no tengo ninguna intención de encontrarme con él. Por cierto, voy a echar mucho de menos que me protejas tanto siempre. - le dije. 

El jueves no salí de casa. Estuve hablando por Skype con mi nueva familia de Estados Unidos. Era la primera vez que hablábamos y me parecieron muy amables. La madre se llamaba Abby y el padre Thomas. Tenían dos hijas, Lily y Sophie. Lily tenía 8 años, estaba en primaria y era muy amable y graciosa conmigo. Sophie en cambio era más tímida. Tenía 17 años, como yo. Aun así sabía que nos llevaríamos genial.

Terminé la videollamada. Me di cuenta de que había dejado de lado el inglés durante todo el verano. Por suerte, tendría un año para practicar.

El viernes fue el peor día de todos y el más intenso. Fuí de compras con mi madre al centro comercial. Necesitaría mucha ropa nueva para llevarme a Estados Unidos. También productos de higiene, maquillaje, algún pijama, ropa interior... Hicimos una compra muy grande. Me lo estaba pasando genial. 

Entré a Brandy Melville, una de mis tiendas favoritas. Mi madre me dejó gastarme bastante dinero en ropa de esa tienda, por lo que yo estaba muy feliz. Una vez elegidas mis prendas fui al probador a probarme todo, pero cuando estaba en uno de los probadores escuché voces que me resultaban inconfundibles.

Eran Adriana, Carla y Olivia. Mis antiguas amigas. No había vuelto a ver a Adriana desde el incidente en aquel bar. No había tenido oportunidad de pedirle perdón por lanzarle aquel vaso de cristal, pero sabía que pedirle perdón no serviría de nada.

Esperé dentro del probador hasta que escuché como sus voces se alejaban. Pero cuando me aproximaba a salir, escuché la voz de Adriana acercarse.

- Esperad chicas, creo que me he dejado el mov... - dijo Adriana sin terminar la frase. Al verme se quedó en shock.

Yo tampoco sabía muy bien que decir. Nos quedamos mirando fijamente hasta que Carla y Olivia nos vieron.

- ¿No eres capaz ni de pedirle perdón a Adriana? - me dijo Olivia.

- Lo siento, yo... - les dije. Estaba muy nerviosa.

- Dejalo Cindy, ya nos hemos enterado de que te vas un año a Estados Unidos. Estarás feliz, ¿vas en busca de tu amorcito Eli? - me dijo Adriana.

- No... - les dije.

- Bueno, tampoco nos importa lo que hagas. Que te vaya bien. - Adriana y Olivia se marcharon, pero Carla se quedó.

Nos miramos la una a la otra. No sabía muy bien qué decirle. Ella tampoco me decía nada. Había sido mi mejor amiga desde que eramos pequeñas. La iba a echar muchísimo de menos. 

De pronto Carla me abrazó. Me quedé en shock. No me lo esperaba, pero la abracé yo también.

- Cuidate, te voy a echar mucho de menos. - me dijo al oído.

- Y yo a tí. - le dije.

Nos apartamos rapidamente. Carla lloraba, yo también. Se secó las lágrimas y volvió con Adriana y Olivia.

"Mi mejor amiga... gracias por tanto." - pensé mientras la veía irse.

La furia de mi HalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora