『 23 』

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Estaba en una esquina, sentada en el suelo abrazando mis piernas

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Estaba en una esquina, sentada en el suelo abrazando mis piernas. Sólo una tenue luz iluminaba la habitación, aunque no estoy muy segura de dónde provenía. Pero tenía mucho frío y estaba muriendo de miedo.

No había ventanas ni mucho más que una cama y una mesita de noche, al menos hasta donde alcanzaba a ver desde esa esquina.

No estoy muy segura de cuánto tiempo me la pasé gritando, tal vez horas o toda la noche, pero la garganta me ardía y parecía ser que la habitación absorbía cualquier ruido. Además no se escuchaba ningún ruido proveniente del exterior, era como si estuviéramos a mitad de la nada.

Sentía tanta furia y miedo. Ninguna lágrima salió de mis ojos en ningún momento.

La puerta se abrió, rápidamente me puse de pie, sacudiendo la parte trasera de mi vestido. Unas tenues luces de vela llenaron la habitación.

Mis ojos se cruzaron con los de Nott, el hombre entró a la habitación y cerró la puerta tras de sí.

Me miró de pies a cabeza, aún usaba el vestido verde de la boda. Sonrió mientras se acercaba y yo retrocedí pero apenas di unos paso atrás cuando choqué contra la pared.

—Te ves tan hermosa, Ivette— suspiró— pero te hacen falta dos cosas.

Estaba a unos centímetros de mi. Tomó mi mano con increíble gentileza y deslizó el anillo de compromiso que antes había usado.

Luego dejó un beso y dejó caer con suavidad mi mano. Del interior de su saco, sacó algo más.

—Date la vuelta— ordenó. Lo miré fijamente, casi retándolo— Ivette, sé obediente o sabes lo que pasará.

No, no sé lo que pasará pero no quiero descubrirlo.

Me di la vuelta, sus manos quitaron mi cabello y lo hicieron a un lado, luego sentí su frío toque sobre mi piel y cómo deslizaba un collar.

Dejó un beso en mi hombro antes de hacerme dar la vuelta de nuevo.

—Es un collar de diamantes con una esmeralda— dijo muy orgulloso— ese pelirrojo pobre nunca hubiera podido darte algo así. Date cuenta que yo te puedo dar todo lo que desees.

Lo miré mal, tenía tantas ganas de arrancarme esa cosa del cuello y arrojárselo a la cara.

—Tienes razón— dije con una sonrisa— George nunca me hubiera dado algo así, pero él me ha dado todo lo que necesito y lo que siempre quise. Algo que tu nunca podrás.

Le escupí en la cara y comencé a darle golpes en el pecho, él me sostuvo las manos con facilidad.

—Creo que me gusta aún más esta nueva tú, me parece muy sexy— sus labios recorrieron mi mejilla— por cierto, antes de que lo intentes, no podrás quitarte el anillo.

Se separó de mi, volvió a mirarme de pies a cabeza y salió de la habitación con una estúpida sonrisa arrogante en el rostro.

Dejé salir un fuerte grito de frustración y golpee con todas mis fuerzas la puerta. Me dejé caer al suelo cuando me cansé.

Estuve varios minutos intentando sacar el anillo de mi dedo anular pero este parecía atascado, como si algo le impidiera salir.

Ahora que había más luz en la habitación, podía ver con mayor claridad. Admitiré que era una habitación bastante bonita, con suelo alfombrado y paredes tapizadas.

La cama era bastante grande, al acercarme, pude sentir la suavidad y calidez de las colchas. En la mesita de noche, había un vaso y a lado una jarra de agua. Quería contenerme a tomar un poco, pero la garganta me ardía.

Serví un poco en el vaso, bebí más rápido de lo que había planeado y pronto tomé dos vasos más.

Seguí explorando la habitación, había otra habitación, era el baño, había una tina y un lavamanos con unos cuantos productos. Aunque no tenía puerta, sólo una cortina.

Volví a mi esquina, donde me senté y abracé mis piernas. Al menos no hacía frío pese que yo estaba completamente congelada, luché contra el sueño pero mis ojos pesaban y recargue mi cabeza en la pared.

En mi sueño estaba George, sonriendo y bromeando como siempre. ¿Ya se habrá dado cuenta de que no estoy? ¿Vendrá a buscarme?

Cundo abrí los ojos, me di cuenta que descansaba en la cama y Nott estaba sentado en el borde de la cama acariciando mi mejilla.

Rápidamente me alejé, él dejó salir una risa.

—Déjame ir, Theodore— hablé con un hilo de voz— por favor.

—Ivette... estuve un año y medio planeando esto. Nadie nos encontrará nunca y seremos muy felices tu yo aquí. Formaremos una feliz familia y nunca nadie nos va a separar.

—George vendrá a rescatarme —aunque no fuera cierto quería creer que sí.

Él sonrió ampliamente.

—Ese pelirrojo es un idiota, nunca te encontrará... además no tiene ni idea de que yo tengo algo que ver.

—Theodore....—

—Entiende que te amo, Ivette— se acercó a mi, rápidamente me acorraló contra una pared— pronto seremos felices juntos. Aunque si no cooperas y eres una mala chica, tendré que usar un poco de amortentia.

Sacó un frasquito del bolsillo de su pantalón.

—No lo harías.

—Sólo no pruebes mi paciencia y compórtate. He sido bastante amable contigo.

Se inclinó un poco para besarme, moví la cabeza antes de que pudiera hacerlo. Me miró con furia y con una mano me tomó de ambas mejillas con mucha fuerza, eso dejaría una marca.

Mordí con mucha fuerza su labio en cuanto tuve la oportunidad, él se alejó y pronto se dio cuenta de que tenía sangre.

Cerré los ojos con fuerza y me cubrí con mis brazos cuando el primer golpe llegó.

—¿Eso amor?— escupí las palabras sin dejar de mirarlo a los ojos— ¿golpearme y obligarme a hacer lo que quieres?

—Eres mía Ivette— me tomó nuevamente de la barbilla con fuerza— sólo mia. Y lo entelaras tarde o temprano.

Se marchó y una vez más, las lágrimas no llegaron a mi. Sólo una increíble furia e impotencia.

Debía encontrar la manera de escapar por mi propia cuenta.






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A different way ⇝ George Weasley ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora