Capítulo •22•

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19 de Diciembre - anochecer

La noche sobre el pueblo empezaba, las calles se iluminaban por las farolas, la capilla estaba todavía reparandose, las personas aún cuando estaba en esas condiciones se arodillaban a orar, Pucci estaba frente a ellos guiandolos en el rezo, todos terminaron en un amén y se retiraron a sus hogares cordinandos, todos querían que la capilla quedará perfecta.

Pucci comenzó a caminar a la mansión, la noche le ayudaba en sus pensamientos, caminaba con los ojos cerrados, sabía a dónde llegar viendo la oscuridad, ya no había problemas para él.

Llegó a la entrada, pudo pasar las rejas, y vió la mansión pero solo soltó un suspiro y entró por la puerta principal, no veía nada, era más oscuridad.

_¿Buenas noches? ¿Hay alguien? Supongo que nadie me esperaba y apagaron las velas...
_En realidad si le estaba esperando, Señor Pucci

Al final de las escaleras se encontraba George Joestar con su bata puesta, una mano sobre un bastón el cual estaba ayudándolo a pararse y la otra con una vela encendida en un candelabro viéndolo.

_Buenas noches señor Pucci, lo estaba esperando...
_Señor Joestar ¿Pero que hace despierto a estas horas?
_No puedo dormir, el frío lo evita y decidí ir a calentarme en la chimenea, a lo mejor y quiera acompañarme por un momento
_Esta bien, Señor Joestar

George se dió la vuelta para caminar a su estudio, llegó hasta su asiento el cual estaba frente a la chimenea dónde apoyó el candelabro en una mesita de luz, al poco tiempo Pucci se sentaba en el otro asiento, la madera quemándose y sus brazas alimentando la temperatura de la habitación, ambos se sentían reconfortados.

_Pucci... ¿Hace cuánto tiempo es el que vives con nosotros?
_Siete... Casi ocho años...
_Mmm... ¿Y cuánto de ese tiempo haz dedicado a ayudarnos?
_Volveria a decir que entre siete y ocho años, George
_Mmm... Entonces... Pucci... ¿Por qué intentaste traicionarnos?

Las brazas continuaban, ambos seguían viendo a las llamas, nadie quería hablar, a lo que George continúo.

_Sabes que sufro de una enfermedad Pucci... Y decidiste darme alcohol con mi medicina...

Pucci continuaba viendo las brazas del fuego y dió un leve suspiro.

_Y seguiste... Y seguiste... Y seguiste dandome esa cerveza, tanto que llegaste al punto de encerrarme en mi estudió y tener que ser sacado a la fuerza por Dio... Y con la ayuda de un doctor pude mejorar... ¿Pero dónde estabas tú Pucci cuando necesitaba la "Ayuda de Dios"?
_George, yo...
_No Pucci, tú nada. Todo lo que hiciste fue darme alcohol y siempre que se acababa y quería dejarlo, seguías... ¿Qué sucedió con ese joven entusiasta que me ayudaba a criar a Jonathan y a Dio?

Pucci nunca tuvo miedo de George, menos del que pasaría si alguien lo descubriera, su mirada serena se deformó a una iracible viendolo, un cierto tono grave se acentuó.

_¿Siquiera puedes decir que me conoció?
_No, pero ahora se que jamás te conocí de verdad, Pucci

George lo encaraba directamente, debía de acabar todo de una vez.

_Bien, es bueno que lo descubrieras, me quitas un peso de encima George
_¿Pero por qué, Pucci? ¿Que te hicimos para merecemos esto?
_Nada, no hicieron ni hiciste nada George, pero lo hice porque se lo que debía de hacer

Desde fuera del estudio se escuchaban ruidos.

_¡¿Emborracharme y tratar de matarme?! ¡Eh, Pucci!
_Mi corazón y acciones están completamente despejados... ¿O acaso busca una explicación?
_Pucci, quiero creer que alguien te está manipulando para que hagas esto... Por favor, mienteme almenos, te lo suplico
_Si, así es alguien me controla, y ese hombre es Dios, estoy siguiendo sus enseñanzas
_Pucci... ¡Por Dios! No estabas trayendo esperanza al mundo ¡Querías matarme!
_Si, por Dios y para alcanzar al cielo, fue usted quien trajo a la vida a los responsables de qué él muriera.
_Pucci... ¡¿Acaso perdiste la cabeza?! -George se levantó de la silla tirandola, acercándose a Pucci- Pero que Dios ni que nada ¡Estás confesando que planeabas asesinarme!
_Si. Así es señor George, lo confieso, lo intente, pero debo de decir que me sorprende que aún tenga algún recuerdo...

El hombre detrás del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora