Capítulo •23•

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La mansión Joestar se encontraba en llamas, las personas de su interior intentaban escapar, aunque era inutil, las brazas lo evitaban y la estructura parecía más débil de lo que parecía, Pucci y su séquito contemplaban el escenario, la indiferencia en sus ojos hacia que la furia de Jonathan creciera cuál fogata abandonada.

_Padre, qué usted nos ve en todo lo alto, le entregamos está ofrenda a usted y a su hijo, quien se entregó por los pecados y ahora le entramos a los verdaderos pecadores

El pueblo le alababa cómo su guía, la labia de Pucci y la ingenuidad del pueblo le ayudaría en su nuevo plan

_«El día que conocí a Dio me sentía extrañado por sus palabras, cuando lo busque después de la muerte de Perla y Domenico pude ver el mundo desde una perspectiva que nunca ví antes, la gravedad y como está nos traería un bien mayor.»

Las personas rodeaban a Pucci queriendo alcanzar la misma paz que él tenía y buscar su palabra

«Seguí sus palabras como usted quería, pero quisieron evitarlo, y pude sobrepasarlo, incluso fui en su búsqueda para llevarlo a la verdad pero que usted mismo no conoce o quiere ver.»

Emporio, Dio y Speedwagon corrían hacia la mansión, desde lejos vieron la situación, todos seguían a Pucci y le obedecían a la hora de hacerla arder.

_Aa-aaa-a... –Dio intento Hablar, pero la impresión se lo negaba, apenas podía moverse sin temblar ¿Adrenalina? ¿Miedo?–
_Se-señor Joestar... –Speedwagon ponía una mano en el hombro de Dio para tratar de hablarle, aunque en su vida vio los barrios bajos de Londres, esta imagen era un duro golpe para él, pero pudo continuar– E-ese sujeto, Pu-Pucci... De verdad es una amenaza... La policía debería llegar, quizás... A lo mejor... Yo, no lo sé...

Las personas del pueblo solo tenían ojos para Pucci, todo lo demás era vacío absoluto, la mansión seguía consumiendose, aunque Jonathan y George intentaban ponerse a salvos la estructura estaba empezando a ceder

_«Pero ahora se que usted vive solo en mi recuerdo, quien ahora es usted es mi guía, y quién estuve cuidando no era más que un simple niño sin motivaciones, quizás le falle, pero usted vive Dio, usted vive en mi. Quizá no quería admitirlo, pero las palabras de Wang-Chu eran reales. »

Emporio estaba llorando, las lágrimas iban directo al suelo, le dolía, otra vez Pucci, otra vez estaba ganando, pudieron pasar más de 7 años, pero cada vez que dormía en algún rincón estaba Pucci observandolo, él sabía que no estaba ahí, pero no podía evitar sentir el pánico de volver a sentir lo que sintió en el océano.

_«Pucci.... Él cura... Él cree que puede ganar... No. –La rabia que sentía le ahogaba, sentía como se le iba a salir el tórax– ¡No! Él se equivoca, es un asesino, un psicopata, es alguien con una moral completamente egoísta –Su espalda comenzaba a mojarse y esto hacia que se pusiera firme– Quiere un mundo perfecto pero su ideal de perfección es enfermiza, eso es imposible... pero yo sé... ¡Yo se cómo evitarlo!» –Emporio apenas se podía mover, pero pudo contener sus lágrimas, hacer a un lado sus emociones y comenzar a correr–

Casi como una señal las nubes que rodeaban a la mansión se juntaban y se notaba que habría un mal tiempo.

Dio y Speedwagon vieron a Emporio correr hacia Pucci, Dio quería ir a detenerlo, si sus palabras eran reales él era una amenaza sería, Speedwagon lo retuvo ya qué él podía holerlo, el fétido hedor villanesco que emanaba de Pucci era tal de hacerle imposible de poder saborear su propia saliva, pero Emporio tenía uno igual de fuerte que le permitía saborear una fresca brisa aunque imposible. Ambos pudieron ver cómo de un simple salto Emporio saltó la fuente que estaba frente a la entrada de la mansión, Dio juraba ver cómo las hojas se levantaron juntó a él, gritando casi de manera desgarradora el nombre del ser que lo perseguía en sus sueños y pesadillas

_¡Puuuucciiiii!

Sus pensamientos fueron interrumpidos por ese grito, las personas que lo rodeaban ignoraban a Emporio por completo, se giró casi sin darle importancia, un pensamiento le cruzó la mente «¿Quién podria-?» al llegar al ver al cielo vio una figura blanca abierta de brazos, pero fue interrumpido cuando de un momento a otro un puño impactó contra su cara, no era pesado, pero si era lo suficientemente fuerte como para no solo hacer que se caiga, sino que le dejara una marca profunda.

_GUUUOOOHHH!!! –Pucci fue empujado y mandado contra la mansión atravesando la puerta, terminando en el medio del lugar– «¿P-pero que... pero que fue eso? No pudo ser-» No...

Pucci quedaba en el suelo, el fuego del alrededor hacia que transpirara a mares, pero tenía que aclarar su mente por un momento.

Mientras la lluvia comenzaba a caer  en lugar de apagar el fuego la estaba avivando de una manera abrumadora.

«Si echamos agua, por ejemplo, encima de una sartén ardiendo, esta se transformará en vapor de agua, pero esas pequeñas partículas de vapor arrastrarán con ellas también al aceite y este arderá, de modo que el agua estará contribuyendo a extender el fuego.

En el caso de que se nos queme una sartén, debemos utilizar un extintor o, en su defecto, humedecer un trapo, escurrirlo y arrojarlo a la sartén. Si el fuego es pequeño, también puede funcionarnos echar sobre él sal o bicarbonato de sodio.  Pero si el fuego es grande, evacúa la zona, llama a los bomberos y abstente de echar agua a las llamas, ya que el aceite flota sobre el agua y puede llegar a explotar, propagando el fuego»

Jonathan, George y los policías vieron caer dentro a Pucci, nadie sabía que pasaba, pero la puerta rota les daba la oportunidad de salir, los policías salían, aunque alguien pensaría que el séquito lo evitaría todos estaban viendo a Pucci en el suelo, sus mentes no les permitían creer en lo que veían, Pucci seguía viendo la mansión en llamas desde el suelo, Jonathan pudo llevar a George a cuestas para salir.

_¡Vamos Padre! Solo un poco más y saldremos, no te preocupes por nada más
_Jo-Jonathan, pero la casa se...
_Nada más importa padre, tenemos que salir de aquí ya –George y Jonathan pudieron salir de la mansión en llamas, Jonathan estaba preparado para pelear contra la horda pero a nadie le importo, continúo hasta ver a Emporio– ¿Ma-maximo? ¿Que sucede aquí? ¿Porque estas personas están quemando la casa?
_¡Sigue caminando Jonathan... ve con ellos y huye, huye rápido! –Decia con dolor en sus palabras tratando de pensar su próximo movimiento–

Jonathan fue alcanzado por Dio y Speedwagon, quienes los ayudaron a volver al pueblo en busca de refugió, Jonathan volvía su cabeza para ver lo que estaba sucediendo y como Máximo se metia en la mansión.

Capítulo:Π·XXIII·Π FIN

El hombre detrás del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora