Capítulo - •8•

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La tarde llego, las familias ricas de Inglaterra llegaron a la mansión de los Joestars en una gran tertulia, té y cena que llevaría toda la tarde y noche.
Familias de a tres y de a cinco y solteros llegaban, eran recibidos por George, Jonathan y Dio, saludos iban y venían, conversaciones, alagos y juegos de carta de los mayores, los menores en el gran prado de la mansión Joestar.
Emporio encontró a Jonathan el cual lo llevo a su cuarto sin que nadie lo viera:
_¿Estás seguro que estó está bien, Jonathan?
_Claro que si Máximo, podrás disfrutar todo el día de una gran fiesta, solo trata de no llamar la atención ¿Si?
_S-si. Claro ¿Algún consejo?
_Solo sonríe, eso sirve.
Emporio y Jonathan salieron del cuarto y se reunieron en las escaleras dónde Dio estaba viéndolos
_Oh, Jonathan, veo que llevaste a un amigo a recorrer la mansión ¿Porque no le muestras la salida?
_Dio, no digas eso, él es Máximo, ya sabes, te hablé de él
_Hmm... ¡Oh! Entonces mal por mi, me confundí por completo Máximo, es un gusto verte, me llamo Dio Brando, hermano de, bueno, Jonathan...
Para Emporio, ver al monstruo que su propio egoísmo arruinó tantas vidas y fue el responsable de los eventos que lo llevaron hasta ahí solo pudo fingir una sonrisa y acentir
_Y-yo soy Máximo Meridio, creo que... Creo que Jonathan ya te habrá hablado de mi...
_Si, lo que digas, solo te digo que no intentes nada fuera de lo normal. Debo de irme, Jonathan, cuida a tu amigo.
Dio se retiró de enfrente de ellos hacia la sala donde los adultos hablaban de sus temas y Jonathan y Emporio fueron al prado donde se encontraron con Erina Pendleton, hija de un doctor y futura médica.
_¡Erina! Que bueno que viniste -Dijo Jonathan al verla que antes no la había notado-
_Si, cuando mi padre dijo que fue invitado me ordeno acompañarlo, debo decir que estoy muy feliz de eso, oh ¿Y tú eres?
_Él es Máximo Meridio, quizás no te acuerdes de él
_¿Máximo Meridio? Oh, si, me acuerdo de él, lamento que me vieras de... Esa manera...
_N-no Erina, se perfectamente lo que pasó, Dio fue el único culpable de eso y-
Fue interrumpido por Erina
_Por favor ¿No podemos solo disfrutar de este día? Pocas veces se puede disfrutar de estas comodidades ¿No es así, Jonathan?
_Bueno, tienes razón Erina, jajajaja ¡Vamos Danny!

Después de eso los tres jóvenes y su perro disfrutaron una tarde entera de divertinaje con todas las comodidades. Aunque en la cara opuesta estaban los adultos con temas más de su índole

_¡¿QUÉ?! ¿¡CUATRO ASES?!
_Lo lamento, es que soy muy bueno en este juego, y si me disculpa, creo que gane.

Decía Dio victorioso después de varias partidas concecutivas a un hombre de negocios en las cartas, George vio esto y se acercó dándole unas palmadas en la espalda al señor

_¡Jajajaja! Por favor Dio, aunque sea déjale conservar su dignidad al señor, no se preocupe, el desde siempre fue bueno, no es el primero ni tampoco el último en pasar por esto, Dio, devuelve lo que le ganaste aquí al señor
_¡P-pero Padre! ¡Yo lo gane justamente!
_Si, pero él en un futuro podría ser tu jefe y bueno, nadie quiere hacer enojar a su jefe ¿No?
_S-si. Padre... Dejemos esto como una simple actividad. Señor...

El hombre tomo su dinero y reloj guardandoselo con una sonrisa forzada por perder contra un menor y retirándose de la mesa.

_Padre, de verdad no comprendo el porqué de lo que hizo
_Nunca fue bueno en el juego o las apuestas, pero es un inversor necesario en una investigación que estoy haciendo sobre la máscara de piedra que hay en mi oficina
_{Hm, la máscara de la que me habló Pucci}
_¡Si! Tiene contactos en un país al Sureste más allá del mar, quizás ellos puedan ayudar... Pero Dio, deja de estar aquí perdiendo tiempo ¿Porque no vas a jugar con tu hermano?
_Porque, Padre, Jonathan ya esté entretenido con su amigo y su pareja, así que no quiero involucrarme más de lo que es debido. Por respeto a él
_Je, Dio, que caballeroso de tu parte, de verdad, está bien, pero enserio, creo que ya vamos a empezar a fumar y no quiero que fumes a tan temprana edad, claro, el año que viene si, pero no puedo dejarte con solo doce años
_Tch. Si, Padre, iré a fuera por un rato...
Decía Dio levantándose de la silla y retirándose del comedor
_¡Oh! Y dile a tu hermano que no coma mucho, que cenaremos en unas horas
_Si, padre.

Jonathan, Erina y Emporio se entretenían con juegos de la época, y dando una caminata por el pueblo, que quedaba a poco tiempo de la mansión.

_Vaya vaya Jonathan, veo que pasaste toda la tarde, además del té y la tertulia podrás disfrutar la cena. Vamos, apresurensen, que padre se ve molesto...

_P-pues es verdad, creo que nos pasamos... Danny, ve a la cocina que ahí te darán comida que no nos pueden ver en la mesa
_*¡BARK!* Y Danny fue por la puerta hacia la cocina
_Vamos Jonathan, que no quiero ver a mi padre molesto también
_¡Claro! Vamos Máximo
_Si, ya voy, iré al baño antes

Jonathan y Erina fueron hacia el gran comedor sentándose y Emporio fue en busca del baño donde se quedó pensando en su vida. En el baño antiguo, blanco casi cegador, el inodoro parecía... Agradable, la bañera de porcelana y un espejo claro.

_(Atrapado en el 1880... Solo, con Pucci todavía con su Made in Haven... Y que en cualquier momento podría aparecer, matarme a mí, a Jonathan, a Erina... Y hacer lo que quiera ¿Porque todavía no ha hecho nada?)

Una leve idea rodeo a Emporio y salió del baño viendo que nadie esté cerca y subió por las escaleras principales, la habitación de Jonathan, la de Dio y la última dale pasillo, aunque parecía la más pequeña, se notaba una vibra de terror, era la habitación de Pucci, giro el picaporte y se abrió, no había nada que evitará su paso y dudaba que Pucci tuviera algo para poder asegurarlo.
Una habitación pequeña, una cama intacta, al lado y en la pared un espejo, a los pies de la cama un cofre, al lado contrario de la cama un escritorio con una libreta encima, una silla y nada más.

_(Pucci... ¿Dónde ocultara lo que guarda?)

Comenzó a rebuscar sin querer hacer un descontrol pensando en lo que podría guardar Pucci, de arriba hacia abajo sin dejar nada sin revisar hasta que se percató de lo que había sobre su escritorio, lo vio detenidamente y pensó en porque habría una libreta, la abrió y dentro no solo había algo escrito sino que lo escrito era ni más ni menos que aquel libro el cual Dió había escrito sobre cómo alcanzar el cielo, que había conseguido Pucci por el disco de memoria de Jotaro. Era un libro incompleto, pero lo tomó y salió de la habitación y de la mansión, sin que nadie le viera, huyendo al pueblo.

Capítulo VIII - Fin

[N/A: Gracias a todos por sus comentarios, quiero decirles que me hacen muy felices. Si tienen alguna pregunta haganla, siempre respondere]

El hombre detrás del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora