UN TIEMPO DE SANA RECUPERACION.

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La puerta de una celda se abrió con un rechinido por lo oxidada que estaban las bisagras del calabozo.

Adelante padre dijo un hombre con asentó argentino.

Por la puerta paso un hombre usando loa hábitos de un padre, que eran una túnica blanca junto con un hábito de color negro. Sobre su cuello estaba un rosario con una cruz de madera.

Atrás de este venia una segunda sombra siendo esta una monja que venía acompañando al sacerdote.

Esta miró al hombre dentro de la celda.

El hombre dentro solo miro a los representantes de la iglesia católica y asintio a ambos.

Hemos venido para darte los santos dijo el cura mientras este comenzaba a leer un párrafo de la biblia.

En todo momento el hombre dentro de la celda escuchaba mientras estaba sentado en una silla con su uniforme verde de general de los husares de galicia, uniforme dado a su persona por liderar el ejército del rey de España en la batalla en tierras francesas.

Una vez terminó dijo en el nombre del padre del hijo y del espíritu santo, amén.

El hombre solo levantó la cabeza estando preparado para lo que vendría, su fusilamiento a manos de las tropas de san martín.

Este se puso de pie y miró hacia delante orgulloso con su porte digno de su apodo en su madre patria, el príncipe de los caminos, tan bello como un clavel y embriagador como el vino.

Camino con un paso seguro mientras se detenía delante de la madre que estaba hay. Este saco de su chaqueta una carta.

Favor de hacerle llegar esta carta a mi amada Mercedes, mi esposa. Dijo ésas palabras con tanto amor que la monja asintio y dijo haci será mi señor  mientras guardaba la carta del hombre en sus hábitos dentro de sus mangas.

El hombre de 33 años tomó su poncho tejido a manos por su madre y se lo llevo a los hombros.

Vamos general dijo el hombre de las tropas de San martín mientras se notaba la burla al dirigirse al chileno.

Este camino sin miedo hacia el patio de fusilamiento donde habían asesinado a sus hermanos ya hace un tiempo.

Los mendocinos comenzaron a gritar animosa mente la muerte del príncipe de los caminos mientras este caminaba hacia la patio de fusilamiento con su espalda recta, sin temer a los gritos de su muerte por parte de los seguidores de José de dan Martin.

Este llegó hasta el lugar donde se le daría muerte mientras miraba de frente a sus asesinos.

El líder del pelotón de fusilamiento levantó una benda para cubrir los ojos del general.

Por ningún motivo, eso no es digno de un general dijo el príncipe de los caminos mientras su voz se mantenía firme ante el argentino que buscaba darle una humillación más al príncipe de Chile.

Entre la muchedumbre se podía ver a dos mujeres dentro del ajetreo de las masas.

Una siendo la monja que fue hasta la celda donde lo tenían prisionero y la otra una mujer que usaba un vestido aristocrático.

No creí que vendrías para ver el fusilamiento de tu hijo dijo la monja hablando en latín.

Claro que vendría a ver como uno de los hijos de tu asqueros amante asesinaria a mi hijo. Dijo la mujer aristocrática con odio en su voz mientras veía al hombre que dirigía el fusilamiento de uno de sus hijos de su mayor enemigo.

Yo nunca creí verte como una monja dijo la mujer aristocrática.

Quería ver a mi decendiente. Ya le estoy haciendo una canción a mi muchacho, su belleza es algo que me molesta que sea arrebatada y mas por una estúpida guerra causada por zeus dijo la monja con los dientes apretados.

NARUTO: Hijo del martillo y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora