¡Mi dedo grita más que yo!
—Cálmate Dashita te noto un poco inquieta, puedes estar segura que no muerdo aunque a veces quiera —soltó una risa burlona.
Owen hacía comentarios desagradables, era el típico chico guapo, pero con poco cerebro que creo que todas en nuestra juventud por un segundo nos fijamos.
—Bueno ya tienes lo de perro solo te falta ladrar, imbécil.
—Tan bonita pero muy poco creativa para ofender, es una lástima —dijo entre risas.
Ya esto es demasiado, ¿que hago yo conversando con este?, pero una mejor pregunta, ¿que hace este imbécil aquí?.
No me podía creer que estuviese escuchando al que me había lastimado tanto el día anterior, que lo tuviese a mi lado y hablando sandeces ya era más de lo que podía aguantar.
—Puedes hacerme el favor de levantar tu nefasto trasero e irte a la puñetera mierda de una vez —le solté—. Ya estaba muy enojada, mis ojos y mis oídos soltaban fuego metafóricamente.
—No te la pondré fácil Dashita, sencillamente no, no me iré , ok ok era broma ya me voy, yo solo vine a conversar bestia con cara bonita —me dijo esbozando esa hermosa y deliciosa sonrisa.
El anciano que antes estaba tan concentrado en su supuesto e interesante periódico ahora estaba concentrado en el pequeño expectaculo que teníamos Owen y yo.—Ahh porque aparte de imbécil eres gracioso —le dije.
—Y más cosas que seguramente descubrirás —dijo maliciosamente y volvió a sonreír.
—No gracias, no necesito descubrir nada.
Owen era un estúpido, un odioso pero joder su sonrisa era un gol en el 90, era perfecta bien definida y expresaba malicia con deseo, ¡si deseos de comerle la boca!. Aunque esto no quitaba su inmadurez y que en ese momento odiaba cada instante de su presencia.
—Calla Dash, ¿pero en que piensas? —me gritó Dash dos en mis jadeantes pensamientos.
Dash dos ya no solo me aparecía cuando estaba frente a mi espejo de bajón, llorando o sintiéndome mal, a esta me la imaginaba en todos lados, me regañaba, me aconsejaba, me protegía y me alertaba cada vez que me encontraba en una situación incómoda. Sería la perfecta mejor amiga, sino fuese porque solo existía en mis pensamientos.
—¿Y tú no te ibas? —le dije frunciendo el ceño.
—Si ya me voy, pero antes de irme debo hacer esto...
Me dio un pequeño beso en el cachete y se fue de prisa.
—Nos vemos mañana en este mismo lugar "bestia con cara bonita" aquí te esperaré —pronunció ya casi a un metro de mi.
Reaccioné.
—Pero serás estúpido y zoquete —le solté—. y ... ¡Plash!, le lanzé mi libro con toda mi fuerza pero este no logró golpearlo y cayó en un charco con fango y muchas moscas alrededor.
—No nooooo, que he hecho. ¡Mi libro no! .
—Consecuencias de la agresividad a temprana edad —dijo riendo y guiñandome el ojo ya un poco más lejos de mi.
En que momento se me pasó por la mente lanzar mi libro y no una piedra, bueno con una piedra lo hubiese lastimado, ¡meh! pero no importa igual se lo merecía. Los impulsos los debía controlar, otra vez me daba cuenta de esto, pero es que era él quien sacaban esa parte violenta de mi. Intenté rescatar mi libro, pero ya era tarde sus hojas estaban muy mojadas y completamente llenas de fango, ya no podía hacer nada, se había abierto y había caído boca a bajo, fue el fin de mi precioso libro.
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Otra cicatriz ©
RomanceMuchos intentaron leerla, pero quizás pocos la lograron entender.