Cheryl POVDespertarse por la mañana con una boca caliente en tu pecho, gruñendo contra la suave carne, succionando con fuerza, era de hecho una buena manera de ser despertada.
Mis buenos días salieron algo así como:
—Oh, si, cariño. Chupa más fuerte.
Mientras mis brazos se ceñían a la parte posterior de su cabeza, acercándola más. ¿A donde se había ido mi pijama? Quitó su boca, moliendo si erección contra mi cadera, y pregunto:
—¿Se acabó?
Me quede en blanco. ¿Se acabó ya? Bueno, eso fue rápido. Cara triste. No pude evitar sentir una punzada de decepción. Pero entonces pregunto de nuevo, esta vez más claramente:
—Tu período, bebé. ¿Se acabó?
¡Oh!
Eres idiota. Casi me eche a reír, pero estaba demasiado ocupada jadeando y pasando mis dedos por el cabello revuelto de Toni.
—Si, se acabó.
El ligero sangrado se había acabado hacia tres días, gracias al señor. Sus pulgares se engancharon a la cinturilla de mis rojas bragas sedosas. Las bajo de un tirón severo y yo las patee de mis tobillos, mientras ella se arrodillaba encima de mi. La luz del sol entraba por las grietas entre las cortinas me ayudaba a ver la polla de Toni sobresalir hacia arriba por el borde de la cintura de su bóxer.
Ella estaba tan lista como yo. Miro hacia mi, teniendo por primera vez la vista de todo mi cuerpo desnudo. Me alegre de que Vero me hubiera hablado de la cera la semana anterior. Aunque me mantenía bien recortada, me negaba a ir sin vello. Simplemente no me gusta. Y, en este momento, estaba agradecida por ello. Es lo único que me impedía sentirme excesivamente expuesta mientras los ojos de Toni recorrían lentamente cada centímetro de mi. Me estaba poniendo ansiosa. Necesitaba contacto. Alcanzándola, pase suavemente mis manos por sus brazos, y cuando nuestras manos se rozaron, entrelazó nuestros dedos, llevando mis manos a sus labios y presiono besos lentos y precisos en mis nudillos.
Sus manos soltaron las mis y entonces estaba encima de mi, atrapándonos en un abrazo, y besándonos. Estos besos no eran salvajes, pasionales o lujuriosos. Eran cálidos, amables, gentiles y perezosos. Del tipo peligroso. Del tipo que me hacía preguntarme por qué no podíamos seguir haciendo esto para siempre. Que fuera así para siempre. Tenía la esperanza de que fuera posible. Sus labios se arrastraron por mi mandíbula hasta mi cuello, se detuvieron para acariciar el valle entre mis pechos, y luego mi estómago, deteniéndose justo debajo de mi ombligo para respirar la cálida carne temblorosa de allí. La punta de su nariz marcó el viaje, y luego sus manos estaban en mis caderas, apretándolas mientras enterraba su nariz en mi sexo. Trague saliva. Mis ojos estaban muy abiertos. Mis mejillas ardían. Jadeé ligeramente. ¿Ella no iba a...?
¿Iba?Todo esto era tan repentino. No tuve tiempo para elegir una pose sexy. Ni siquiera sabía si estaba lista para esto. Era mucho más íntimo que el coito. No había ningún escondite cuando tenías el rostro de alguien en tu guante del amor. Luego, sus manos estaban en mis rodillas y fue extendiendo mis piernas bien abiertas, mirando hacia mi lugar más íntimo. Una parte de mí quería ver su reacción, pero mi mente acomplejada, no me lo permitió. Mis ojos se cerraron y mis manos subieron para cubrir mi cara. Dejé escapar un gemido avergonzado. Ese gemido de vergüenza se convirtió rápidamente en un gemido de pasión, mis manos se apartaron de mi cara cuando la lengua de Toni se deslizó firmemente desde mi culo hasta mi clítoris. Lento y preciso. Profundo y seductor. Húmedo y cálido. Su lengua era un arma, y me estaba matando lentamente. Puso su boca sobre mi botón pulsante y chupó suavemente, retirándose después. Mis manos se enredaron en las sábanas mientras un suspiro irregular salía de mi garganta. Toni sabía dar placer a una mujer. No había nada fingido en mi reacción. Era cruda, genuina y tan dichosa que bordeaba lo doloroso. Sus dedos tocaron mi entrada, frotando y amasando, pero nunca adentrándose donde más lo necesitaba, privándome de la sensación. Y justo cuando pensaba que iba a volverme loca por la dulce tortura, me dio lo que necesitaba. Un dedo se deslizó en mi interior con una lentitud insoportable. Y mi cuerpo se iluminó como los fuegos artificiales del cuatro de julio. Ya no tenía control sobre mi misma, mis muslos se apretaron alrededor de la cabeza de Toni mientras lloriqueaba de necesidad. Estaba tan cerca. Colocó besos con la boca abierta en mi coño, lamiéndome y comiéndome. De vez en cuando, su lengua se endurecía y se introducía en mi. No había delicadeza. Ella me hizo exactamente lo que decía su denominación. Me estaba haciendo sexo oral. Bueno no. No exactamente. Me estaba follando en coño con su lengua. El pensamiento me volvía salvaje. El acto me dejaba sin sentido. Combinados, me dejaban fuera de juego. Mis muslos se apretaron a ambos lados de su cabeza, mis manos agarraron su cabello y mi cabeza salió disparada hacia atrás en un éxtasis incontrolable. No pasó mucho tiempo antes de que estuviera empujándome contra su inteligente boca. Sus manos se deslizaron bajo mi cuerpo, levantando mis caderas de la cama. Me atrajo hacia ella, gimiendo y la vibración me hizo cosas maravillosas ahí abajo hasta que no estaba del todo segura de que fuéramos personas distintas. Mi cuerpo se retorcía, apretado, rígido en todos los sentidos. Mis ojos se cerraron por voluntad propia, las luces bailaron detrás de mis párpados cerrados. Su boca envió olas de placer por mi columna vertebral hasta el punto de no retorno. Estaba perdida. Y ella lo sabía.
—Córrete, Cheryl. Córrete en mi boca, nena. —Gruñó en la cara interna de mi muslo. Oh, mierda.
Una explosión de luz se descargó a través de mi. Mi corazón se aceleró. Me quede rígida. Entonces, nada más que felicidad. Mi coño se estremeció y se apretó, dándole exactamente lo que había pedido. Mis dientes se apretaron, rechinando y estrujándose, y un largo gemido salió de mi sin mi permiso mientras mi cuerpo luchaba por recuperar el control después de mi liberación. Yo era un fideo blando. Jadeando suavemente, Toni besó su camino de regreso por mi cuerpo, apretándose contra mí y sosteniéndome fuerte. Mis brazos flácidos se aferraron a ella lo mejor que pudieron, pero mis ojos no podían abrirse. Mantuve mi cara en su cuello.
—Wow —gruñí—. Eso fue... mierda.
Su cuerpo se estremeció ligeramente, pero no dijo nada. Cuando volvió a hablar, lo hizo con franqueza.—Nunca he probado nada como tú. Eres deliciosa.
Sonreí contra su clavícula, somnolienta.
—Y toda tuya, bebé.
Me beso en la frente. Sus manos bajaron para amasar mis nalgas.
—Toda mía, bebé.
El agotamiento me llevo poco después. Recuerdo vagamente que me limpiara y arropara. Cuando me desperté, estaba completamente sola, pero saciada y sonriente.