Cheryl POVNuestro picnic improvisado llego a su fin poco después de que Lidiya se quedara dormida. La pobre empezó a sudar con el leve calor, por lo que la llevamos a casa para que terminara su siesta en la comodidad de su propia cama.
Dejé a Toni hacer lo que fuera que hacía por las tardes, y subí a ducharme y cambiarme para ir a trabajar. Decidí comodidad sobre clase y me puse una camiseta roja llana sobre mis pantalones de mezclilla, terminando con zapatos rojos que serían claramente mi muerte, es decir, si no podía aprender a caminar en ellos. ¡Era como caminar sobre zancos, por el aloe de Dios! Ate mi largo cabello, ondulado, tomándolo en mis manos y arrugándolo mientras ligeramente lo rociaba en spray, y luego me lave la cara y volví a aplicar maquillaje, espesando el delineador de ojos un poco para un efecto dramático de ojo gato. Coloqué lápiz labial rojo y olía a pastel, y el olor era tan delicioso que quería comerlo. No te preocupes. No lo hice. Lamer tus labios no cuenta. Con mis pies descalzos, baje las escaleras de dos en dos, siendo tan silenciosa como pude mientras me dirigía a la cocina. Tenía hambre y recordé que había sobras de brownie de nuestro almuerzo.
Abrí la nevera, me aferré a la puerta y miré dentro, inclinándome para ver más de cerca. Los brownies habían desaparecido. Hmmm. Rebusque. También tenía rodajas de manzana, queso y magdalenas de Ada.
Fruncí el ceño. No me estaba volviendo loca. Se que las puse allí cuando regresamos a la casa. Incluso escondí los brownies detrás del zumo para que nadie los tocara. Lo comprobé de nuevo, buscando profundamente en la nevera. Nope. Se habían ido. El frutero se encontraba en el mostrador de la cocina, y aunque tenía plátanos maduros, manzanas brillantes y peras verdes, quería esos malditos brownies. Así que empecé a buscarlos.
Mientras me encontraba en la planta baja, fui a comprobar a Lidiya, y sonreí cuando vi a Mirella sentada en la silla junto a su cama, leyendo. Me vio y levantó la mano en saludo. Volví, mis ojos recorrieron a la pequeña princesa durmiendo profundamente en su cama. Eso solo dejaba un lugar. Regrese por las escaleras, pero giré a la derecha y camine por el pasillo hacia la oficina de Toni. Me dijo que se fue hasta allí a trabajar, pero tuve la sospecha de que ella también podría tener otra razón para ir allí. La puerta se encontraba entreabierta, menos de un centímetro, y eche un vistazo. ¡Lo sabía! Abrí la puerta y la lancé un victorioso:
—Te atrape.
Toni hizo una pausa, había un brownie a medio camino de boca. Mis pies me llevaron a su escritorio, donde su computadora se encontraba abierta. Tomé el brownie de su mano, lo metí en mi boca, gemí de placer cuando la amarga dulzura golpeó mi lengua y le luego me enderecé y balbuceé:
—Oh, lo siento. ¿Ibas a comerte ese brownie estratégicamente escondida?
Sus labios se achicaron y me miro.
—Si, lo iba a hacer.
Tuve que taparme la boca para no reírme por la apagada que sonaba su voz.
—Lo siento. Se que no debo tomar la comida de alguien. En las calles, ese tipo de cosas podría matar a una persona.
Su expresión se volvió sombría ante la mención de mi tiempo sin hogar.
—Está bien.
Sin esperar una invitación, sobre todo porque no creía que fuera a tener una, saque la silla de invitados y me senté frente a ella. Se que solo pasaron unos días desde que le pregunté, pero quería saber si hizo algún progreso.
—¿Tuviste suerte encontrando a los Smith ya?
Su mandíbula se apretó, acercó su computadora y comenzó a escribir.