Cheryl POVel servicio era lento esa tarde. Aunque solo teníamos cuatro de las mesas más pequeñas vacías, todos podíamos sentir la falta. ¿Estaban todos los clientes que nos había ganado El Beso de Afrodita perdidos para siempre?
El pensamiento me asustaba como el demonio, siendo que significaba que yo me quedaría sin trabajo. No me podía permitir quedarme sin trabajo. Tenía un tema muy delicado que traer a colación con Toni. Ese tema siendo el que yo me mudara de su casa. Había estado yendo secretamente a donde Vero por las mañanas y buscado una casa. Habían unas cuántas buenas opciones, pero no tenía ahorros suficientes en solo seis semanas para asegurarme gastar todo mi dinero de una sola. Necesitaba al menos dos o tres semanas para estar en una posición cómoda. No quería estorbarle a Toni. Ella no había hecho nada distinto que apoyarme desde que me encontró, y estaba empezando a pensar que me estaba convirtiendo en una molestia.
¡Maldita sea Betty y sus comentarios de esta mañana!
Estaban atormentándome. Cuando Toni y yo entramos al bar y nos separamos para dirigirnos a nuestras áreas designadas, Vero me detuvo antes de que me pusiera detrás del bar.
—¿Que le hiciste a mi hermana? —Era una acusación, sí había llegado escuchar alguna vez.
Mi ceja se elevó.
—¿A que te refieres?
Se giró, moviendo sus brazos en dirección a Toni. Luego se inclinó hacia mí y susurro:
—¡Está usando jeans! —Sacudió su cabeza, ojos amplios—. ¿Que demonios?
Oh, eso. Puse los ojos en blanco.
—Le pedí que los usara. Nunca la había visto en jeans. Se ve genial en ellos, ¿no te parece? Mucho más accesible. —Me gire para mirarla en el momento exacto en que ella se giraba para mirarme a mi. Le sonreí y la saludé tímidamente con la mano—. Ese trasero, sin embargo. Grrrr.
Toni me guiño un ojo.
Maldita sea me guiño un ojo. Y mi estómago se volcó.—Ewww —murmuró Vero, luego su voz se volvió más gentil—. No puedo creer que esté usando jeans. No se que le estas haciendo, pero sigue. Se ha relajado muchísimo desde que llegaste aquí.
Yo estaba demasiado triste para registrar que acababa de darme un gran cumplido. En vez, hice un puchero.
—Ella dijo que iba a besarme esta noche. —Me gire para mirarla—. No me ha besado todavía. Lo quiero tanto que duele.
Los ojos de Vero se ampliaron.
—Voy a fingir que no estamos hablando de mi hermana por un minuto, y voy a decirte que si quieres algo, vas a tener que luchar por ello. —Se inclinó contra el bar—. Esas son las reglas.
Mi boca se abrió sorprendida mientras la miraba fijamente.
—¿Hay reglas? ¿Por qué no sabía eso?
Ella se encogió de hombros.
—Eras una indigente. No creo que la gente indigente conozca las normas.
Chasque mi lengua y mordí mi pulgar.
—Que maldigan el ser indigente al infierno.
Vero me dio un empujón suave con una risita. Me gustaba cuando bromeábamos así. Era tranquilizador. Se sentía tan normal tener un amigo con el que hacer chistes, y sin embargo era algo tan extraño para mi. Me uní a Josie detrás de la barra y, con un abrazo rápido de saludo, empezamos a trabajar. No paso mucho de mi turno antes de que Arch me dijera que Jughead me quería en su oficina. Jughead me ponía nerviosa. Siempre parecía que tenía un motivo ulterior para actuar. Tal vez estaba oculto para el público general, pero yo había conocido mucha gente así en las calles y los podía identificar a kilómetros de distancia. Toque la puerta antes de entrar.