Cheryl POV
¿Que, que?
¿Moose era mi hermano?
Santa mierda en una galleta.
Esa no la vi venir. Mi cuerpo se sobresaltó en mi silla, causando que mis rodillas golpearan la mesa y el servicio tintineara fuertemente. La mano de Toni cubrió la mía en silencioso apoyo, ignorando amablemente la manera en que temblaba. Mi boca se puso seca.
Me forcé a tomar una respiración profunda. Nadie habló. No miré a Moose cuando pregunté tranquilamente:
—Dijiste que no eras mi padre. —Estaba confundida.
Hiram dejó salir un suave suspiro.
—Moose no es mi hijo biológico. Era el hijo de mi hermano. Haciéndome tu... —Mi ceño se frunció. —Tío—Sonrió—. Mi querida sobrina. No puedo explicar lo agradecido que estoy de que aparecieras en mi camino. Te agradezco por darme esta noche. Ame mucho a tu madre.
Oh Dios. Mi cabeza comenzó a palpitar. Alce las manos para masajear mis sienes.
—Quizás deberíamos empezar desde en inicio.—Hiram río—. Penelope solía hacer lo mismo cuando tenía dolor de cabeza.
Mis dedos se congelaron. Abrí mis ojos para mirarlo.
—Si, lo hacía.
—No parezcas tan sorprendida, Cheryl. Conocía todo acerca de ella.
Dudaba eso. Conocía a mi madre mejor que nadie, muchas gracias. Moose seguía callado. Estaba agradecida. Necesitaba tiempo para aclararme.
—Está bien —asentí—. Tu hermano es mi padre. El padre de Moose. ¿Donde está?
—Muerto —lanzó Moose—. Confía en mi, eres afortunada de no conocerlo. Le gustaba patearme el trasero cada vez que se le antojaba. El diablo sabe que te hubiese hecho a ti.
Para mi sorpresa, Hiram estuvo de acuerdo.
—Si, mi hermano no era un hombre amable. Así que cuando fui tras tu madre, era natural que hiciese una competición de ello— Se encogió de hombreo—. Penelope bailaba como un sueño. Era un ángel. Después de que mi esposa falleciera, pensé que nunca me volvería a enamorar otra vez hasta que ella apareció.
Pero me quede estancada en algo que dijo.
—Mi madre trabajaba sirviendo, era camarera. No bailarina.
Hiram pareció retroceder, como si no supiese cómo decirme algo importante.
—Cheryl, Penelope trabajó en mi primer club, Sweet Blood. Era bailarina, querida. Una de las mejores.
Frente a mi mirada confusa, agregó:
—¿Nunca te preguntaste como una camarera podría permitirse el hogar que tenías? ¿Nunca notaste que solo trabajaba de noche?
Mierda. Tenía razón. Nuestra casa era más grande que la mayoría y nunca nos faltó nada. Nunca tuvimos problemas de dinero. Nuestras cuentas eran pagadas a tiempo. Tenía los mejores de todo. Cada noche, me ponía a dormir y se iba a trabajar.
Llegaba justo antes de que me despertara para prepararme para la escuela, oliendo a cerveza rancia y...
—Oh, mi dios —exhale—. Mi madre era una stripper.
Toni se giró hacia mí y dijo:
—No hay nada de malo en ello. La gente necesita trabajar, Cher.
—No la estoy juzgando—Mentí—.Solo me estoy preguntando cómo es que nunca lo vi.
Hiram sonrió.