Toni POV
Por qué estaban tardando tanto?
Revise mi reloj. Decía que eran las tres treinta y seis de la tarde.No era sorprendente, sólo habían pasado cinco minutos desde la ultima vez que miré. Sacando mi teléfono, toque sobre el número de Verónica y presione marcar justo en el mismo momento que su Mercedez Benz E44 Cabriolet estaba estacionándose en la entrada. El coche era un regalo reciente de mi parte por su treintavo cumpleaños.
Por la manera en la que lo conducía, podría pensar que lo odiaba. Mi mano estaba en la manija de la puerta antes de que cualquiera de las chicas la hubiera abierto con una de las suyas. Dude, no queriendo que pareciera como si estuviera ansiosa. Verónica abrió su puerta primer, y mis cejas se levantaron con el sonido de su risa. Mi hermana solo tenía una amiga, Betty. A Verónica no le gustaban las mujeres. Verla riéndose abiertamente con otra mujer me confundía.
Salió Cheryl, y todo mi aliento me dejó rápidamente. Se veía hermosa. Usando unos jeans azules ajustados y una blusa roja suelta, desabotonada un poco demasiado, haciendo que mi mente actuara erráticamente. Su largo cabello, brillante cayendo en cascada por su espalda. Se había aplicado rímel ligeramente en sus pestañas, enmarcando sus ojos chocolates. Sus labios brillaron con la luz del sol. Seguía estando demasiado delgada, pero como le había dicho la noche anterior, no se podría esconder de mi. Retrocedí mientras la puerta voló abierta. Verónica sonrió.
—Hola hermanita.
Ella se movió a un lado, sus brazos extendidos hacia Cheryl.
—¡Ta Da! —Esperó. Y esperó. Pero todo lo que yo podía hacer era mirar fijamente.
Finalmente, mi hermana cedió a la irritación.
—¿Y bien? ¿Simplemente te vas a quedar ahí parada? —resopló—. ¿Como se ve, Toni?
Cheryl me miro a través de pestañas bajas, mordiendo de su labio. Estrujo sus dedos, me pregunté como se sentiría tener esos dedos pasándome por el cabello. ¿Como se veía?
—Como una obra de arte —le respondí sinceramente.
Cheryl parpadeó, liberando el interior de su labio, su boca se abrió ligeramente. Esos labios llenos llamándome a probarlos. Ella dejó escapar:
—Vero me llevo a un salón de belleza elegante. Me maquillaron y me peinaron. —sacó sus manos para mostrarme sus uñas pintadas—. Me hice la manicura y la pedicura, también. Luego me delinearon las cejas y me depilaron las pier... —Dándose cuenta de que estaba divagando, sus mejillas se volvieron rojas y terminó rápidamente con un: —Pero tú no quieres saber nada de eso.
Y todavía, yo la miraba fijamente. Tomando un montón de bolsas, camino más allá de mi, la parte superior de su brazo pasando contra mi pecho.
—Llevaré estas arriba. —La miré caminar por las escaleras en sus tacones.
Caminaba como un becerro recién nacido.
Verónica susurro:
—Estamos trabajando en eso. Dale tiempo. Esto es todo muy nuevo para ella.
—No he dicho nada.
Mi hermana se rió.
—No hubo necesidad, Tini. Contigo nunca hay necesidad. —Sacudió una mano delante de mi cara—. Está todo escrito ahí, plano y simple, para que el mundo lo vea.
La seguí a la habitación familiar, donde Lidiya estaba jugando con sus muñecas.
—Deduzco que las cosas fueron bien hoy.
—Al principio no pero —me sonrió—, me divertí. Fue divertido. Fuimos de compras, hicimos cosas de chicas, paramos para comer algo y luego... —Hizo una pausa—. Está bien, entonces terminamos lo que estábamos haciendo, y le pedí a Cheryl que me mostrara donde vivía.—su cara se oscureció—. No se como alguien pudo haber vivido así durante siete años.
¿Siete años? ¿Había vivido así por siete malditos años? Eche humo en silencio, queriendo matar a golpes a la persona que la puso en esta posición, e iba a descubrir quien era.
—Estábamos por la zona, y de repente gritó "¡Detente!" Así que, por supuesto, me asustó como el demonio y me detuve. Ella salió del coche con su almuerzo y persiguió a este pequeño ladrón adolescente. El era solo un niño, Tini. —sacudió su cabeza—. Entonces estaba observando y, finalmente, el niño se detuvo. Se veía casi dispuesto a aplastar cabezas. Pero entonces, la reconoció. Hablaron. Ella le pasó su sándwich. El le sonrió. Ella saludo con la mano, volvió al coche, se subió, ya actuó como si nada hubiera pasado.
—Ya lo veo. —lo vi desde el principio.
La chica no era una ladrona. Tenía razón sobre ella. Verónica me miro fijamente a los ojos.
—Me gusta, Tini. Es una persona buena ¿sabes?
—No. no lo sé. No todavía.
Pero pretendo averiguarlo.