Toni POVTenemos que hablar —dije en el receptor tan pronto como el respondió.
Igor Alkaev era un hombre duro. Por suerte para el, comprendía a los hombres como el. Su duro acento ruso me dejó escuchar su desprecio a través del teléfono.
—A menos que me estés llamando para concertar tu iniciación en Zakon, no quiero oírlo, Topaz. —Una pequeña pausa—. ¿Que quieres?
—Creo que deje las cosas claras. Tu familia no tendría ningún contacto con la mía. Sin excusas.
Igor sonaba cansado cuando comenzó con:
—Si esto es sobre Lidiya...
Por una vez, no se trataba de Lidiya. Lo corté con:
—Heather se acercó a mi mujer hoy.
Le oí respirar, pero no hablo durante un rato.
—Así que, ¿es cierto, entonces? —el suspiro—. Tenía la esperanza de que Peaches y tú superaran sus problemas y se casaran.
Mi labio se curvó.
—Se que es lo que querías, pero te he dicho una y otra vez que Peaches y yo nunca nos casaremos.
Él habló en voz baja, pero era difícil pasar la ira por alto.
—¿Quien es ella, la chica?
Mi mano cayó sobre mi escritorio con un áspero golpe que resonó a través de la habitación. Me puse de pie y gruñí al teléfono:
—No es de tu incumbencia.
Igor disfrutó mi repentino arrebato y trato de alimentarlo.
—Algunos de mis hombres dicen que se parece a un ángel. Que su belleza es inigualable. Tal vez tendría que conocer a esta mujer.
Gruñí, pero él continuó:
—¿Estas segura de que no prefieres casarte con Peaches? —El podría llegar a ser tan aburrido—. Harías bien en recordar mi promesa, Toni. Sería una lástima que Lidiya desapareciera con su madre. Ya sabes cómo puede ser Peaches. Tan frívola. Lo único que tendría que hacer es ponerla en un avión con su hija y...
Mi furia se levantó y lo interrumpí:
—Es mi hija. Lidiya es mi hija. Peaches no fue más que una vasija. —Mi voz temblaba de ira—. Peaches no es apta para llamarse así misma madre, y voy a esperar el tiempo que sea necesario hasta el día que Lidiya vuelva a su casa, aquí, conmigo.
Igor chasqueó la lengua.
—Ese resentimiento. —luego suspiro— Entiendo tu preocupación Topaz, pero Peaches no es el monstruo que pareces pensar que es. Puede que no sea muy maternal, pero ama a Lidiya. Todos amamos a Lidiya.
Mis ojos se cerraron y tragué saliva. Tuve que recordarme a mi misma que Peaches era una buena actriz y podía mentir tan bien que incluso Jughead estuvo sorprendido por el repentino giro en su carácter. Igor no sabía quien era su propia hija. Si el supiera. Sabría muy pronto. Todos ellos lo harían. Mirella era buena en su trabajo y yo no quería precipitar la situación. Cuando vas con prisa, te vuelves descuidado, y si Peaches pensara por un segundo que tengo un plan, desaparecería en la noche con mi bebé. No podía dejar que eso sucediera. Lidiya era mi mundo, y si la alejaran de mi, no se lo que haría. Esta conversación me estaba dando un dolor de cabeza.
—Dile a Heather que se mantenga alejada.
Igor respondió con un desinteresado:
—Hablaré con ella. —Luego colgó.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Todos los días lejos de mi niña eran una muerte dolorosa. La necesitaba. Ella era la única cosa que había hecho bien en toda mi vida. Ella era la prueba de que incluso persona más dañada del mundo, podía producir algo especial.
Espera. Solo espera.
Cerré los ojos sacudí mi cabeza. Había terminado con la espera. Pero era demasiado pronto. Si sentía que tenía fuerzas para esperar más, lo haría, pero había pasado demasiado tiempo ya. Necesitaba a mi hija. Marque el número y sostuve el teléfono en mi oreja. Mirella respondió con un feliz:
—Hola, Sra. Topaz. ¿Que puedo hacer por usted?
Hablo en voz baja:
—¿Cuanto tiempo tengo?
—Una semana —le respondí. No podía esperar mucho más.
Ella dijo con confianza.
—Considérelo hecho, Sra. Topaz.
—Dale a Lidi un beso de mi parte, ¿quieres?
Ella susurro su respuesta.
—En una semana, podría dárselo usted misma.