Cheryl POV
Encontrar un momento a solas no fue difícil entre las diez y las doce.
Esas eran las horas en que Toni desaparecía para hacer ejercicio. Siempre se iba a las diez y volvía a las doce, en punto. No sabía que le gustaba hacer para ejercitarse. Si se que, sea lo que sea, la hacia volver sudando mucho. Me quedo en claro en más de una ocasión que Toni me parecía atractiva. Era, de lejos, la mujer más apuesta que conocía. Con ojos marrones feroces, las facciones angulosas, cabello castaño oscuro con toques de rosa claro, y su esculpido cuerpo, me encontraba preguntándome lo que se sentiría estar debajo de ese cuerpo, desnuda y sudando por otro tipo de ejercicio.
Cuando Toni llegaba a casa, con la ropa pegando al cuerpo, mi boca se hacía agua y no podía contenerme. Toni era sexy, así de simple. Con el arreglo para dormir ahora como algo permanente, no me era indiferente que despertaba con una gran erección contra mi trasero, o mi pierna, o donde terminara apoyada en la mañana. Ambas nos portábamos bien, no le prestábamos atención, pero sabíamos que estaba ahí. Era obvio, de una forma dolorosa. Pero esta mañana fue algo distinto. Acababa de despertar, con esa dura polla presionando contra mi trasero por tercer día consecutivo, actué inconscientemente en mi estado de vela, arqueé la espalda y dejé salir un suspiro de felicidad mientras su firmeza se frotaba contra mi de la forma más deliciosa. Por un momento, creí que Toni era un sueño. Obviamente, me equivocaba.
Mi cuerpo, actuando por cuenta propia, se apoyó contra ella, otra increíble vez, y Toni suspiro de placer. La cavidad oculta entre mis pierna tembló suavemente, y de repente sentí calor en todo mi cuerpo. Una necesidad de metió en mi, y antes de saberlo, quería esa polla dura dentro de mi, llenándome y estirándome. En ese momento Toni se retiró suavemente y, un segundo después, oí la puerta del baño cerrarse. Abrió la ducha, y entonces me desperté, comprendiendo lo que había sucedido. Mi rostro y cuello ardieron de vergüenza. Había frotado a Toni dormida. Eso no es muy amable, Cheryl. Pensé en disculparme, pero sabía que sería tan incomodo como la situación misma. Entonces hice la segunda mejor opción, la que Toni y yo hacíamos bien.
Fingí dormir, hice como que nunca había sucedido, respirando tan pesada y lentamente como pude mientras Toni salía del baño. Oí la ropa moviéndose, se abrió la puerta del dormitorio, y me encontré sola en un cuarto para dos. Me volví para estar sobre mi espalda y suspire. Mis dedos se deslizaron por mi estómago, bajo mi pijama y mis bragas hacia el lugar donde más lo necesitaba. Cerrando los ojos, pensé en los dedos de Toni, sus labios carnosos, y su firme trasero mientras me liberaba. Pero no fue tan bueno. La satisfacción que necesitaba no llegó. Esperé a oír la puerta trasera antes de levantarme. Me duché rápidamente, abrí las cortinas y me senté en medio de la cama, con las piernas cruzadas. Mi teléfono frente a mi, miré la tarjeta de negocios y consideré hacer la llamada. Mi estómago se encogió mientras levantaba el aparato y marcaba. Sonó dos veces antes de que respondiera con un suave saludo.
—Soy Cheryl —comencé. Me mordí el labio y le dije lo que necesitaba—. ¿Recuerdas esos anticonceptivos que me decías? Estoy lista para verlos.
Siguió un silencio, luego me dijo a donde tenía que ir.
—De acuerdo. —Quería sonreír, pero no pude porque tenía el corazón en la garganta—. Gracias Curdle.
Sin dudar, llame a Vero y le pedí un favor. Necesitaba que me llevaran. La clínica era pequeña pero limpia, y una mujer vestida con uniforme me llevo a un cuarto vacío. No quería ir sola. Vero estaba es una de las sillas, mirando su teléfono. Trague duro.
—Oye —dije con la lengua pegajosa—¿Vienes?
Ella me miro, estudiándome un momento antes de notar el miedo en mis ojos. Se puso de pie, y suspiré de alivio mientras me seguía a la consulta. Esperamos en total silencio. Después de unos minutos, una mujer con un rodete desordenado y pantalón rosado entró, sonriente.
