Toni POV—¿Como lo está haciendo?
Verónica sonrió demasiado amplio, y su respuesta fue más como una mueca.
—Solo ha roto cuatro vasos, como mucho así que...
El sonido de vidrio rompiéndose fue seguido por la respuesta de Cheryl.
—Ah, mierda. ¡Lo siento! —gritó.
Mi hermana sacudió la cabeza.
—Cinco vasos en dos horas. ¿Está tratando de establecer alguna clase de récord de mierda?
—Le encontrará el truco. —No sonaba Yam confiada como esperaba.
Miré a Cheryl cuidadosamente mientras escuchaba a Betty. Estaba concentrada fuertemente, asintiendo en ocasiones. No podía entender porque era tan difícil para ella. Sus hombros parecían tensos con la presión.
—Escucha. —Vero interrumpió mis pensamientos—. Te lo voy a decir, Toni, decirle a Arch y a Betts que conociste a Cheryl cuando robaba la billetera de Jughead... —Hizo una mueca—. Ouch.
Estaba repentinamente confundida.
—¿Que?
Mi hermana siempre había sido paciente conmigo, pero esta noche, suspiro.
—No es genial, hermana. Solo tienes una oportunidad para conseguir una buena impresión, y antes, Cheryl tenía la oportunidad de hacer eso, y tu se la arrancaste directamente debajo de sus pies.
—No entiendo. —realmente no lo hacía.
Verónica me nivelo con una mirada dura.
—La presentaste a nuestros amigos más cercanos como una ladrona.
Oh.
Estaba empezando a comprender lo que había hecho.
—Ya veo.
—No, no lo haces.
Verónica tomó mi mano en la suya y apretó.
—Eres una persona maravillosa, Tini. Pero no lo ves.
El pánico me lleno por dentro. Baje mi mirada, ordenando a mis ojos a mirar mis pies. ¿Que iba a hacer ahora? No sabía cómo reaccionar. Me sentía perdida. Soltando mi mano, Vero me ayudó a mi pregunta no formulada.
—Cuando tengas la oportunidad, discúlpate con Cheryl.
Mi estómago dolió. Odiaba esto, herir no intencionadamente a las personas. Asentí. Mi hermana me besó mi mejilla y aseguro.
—Eres buena mujer, Toni. Solo necesitas algo de ayuda a veces. No demasiada.
Pero era un gran problema, para mí más que la mayoría.
Cheryl POV
—Cheryl.
Era infantil, pero la ignoré.
—Cheryl, por favor mírame.
Tomé un momento para alisar mi pequeña guía de mano para mezclas y volví mi rostro hacia ella, pero mis ojos cayeron, enfocándose en su barbilla. Hablo suavemente.
—Verónica me informó que lo que dije frente a Betty y Archie fue inapropiado y de alguna forma te avergoncé.
Mi ceño se frunció con confusión. Hablaba sobre ello como si no supiera porque debería estar avergonzada. Siguió.
—No fue mi intención causar tu incomodidad, y ahora entiendo porque me llamaste idiota. Me disculpo.
Decir lo siento era una de las cosas más difíciles de decir a otra persona, y Toni lo había hecho tan sinceramente que mi rabia decayó. En su mayor parte.
—¿Supongo que vas a ir por todas partes diciendo a la gente que soy una ladrona sin hogar?
Levantó su cabeza en esa forma suya y se concentró fuertemente en buscar mi rostro.
—No tienes culpa de tu pasado.
Mis ojos bajaron hacia el libro frente a mi y pronuncié en voz baja:
—Hay un estigma tras los vagabundos. Los ven como algo inferior. Por supuesto que soy culpable de mi pasado.
—Yo no me avergüenzo de lo que eres.
Tenía un don con las palabras. Le concedería eso. Me preguntaba como podía decir algo, esencialmente robándome el aliento. Parecía disfrutar.
—Deja de hacer eso —susurré.
Sus ojos color marrón se entrecerraron con confusión.
—¿Hacer que?
—Ser tan linda conmigo.
Había tenido suficiente. Cerrando el libro de golpe, busque en mi interior y dije lo que había estado pensando.
—¿Por qué estoy aquí, Toni? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Aquí específicamente? ¿Por qué me estoy quedando en tu casa, en tu cama? —me detuve—. Estoy... —trague duramente—. Trabajas en un club de caballeros, rodeado de mujeres preciosas, yo... —con voz susurrada, pregunté vacilante—. ¿Me vas a usar como prostituta?
Un pesado silencio cayó. Entonces.
—No.
Mi corazón saltó, volví mi rostro mirar sus maravillosos ojos.
—Dime, ¿puedo irme en cualquier momento, Toni?
Sus ojos se clavaron en mi, pareciendo destellar. Finalmente bajo su rostro y murmuro.
—Puedes irte en cualquier momento, Cheryl.
Retrocedió y se alejó de mí.
—Aunque espero que te quedes.— Si rostro se volvió impasible. —Mereces más que la infortunada vida que llevabas.
La miré caminar alejándose de mí y fui repentinamente sobrecogida. Mi nariz picó y mis ojos se llenaron de lágrimas. Parpadee para alejarlas, sollozando silenciosamente, agradecida por su deseo.