Cheryl POV
Ir de compras con Birdie a una tienda de disfraces había sido... bueno... interesante, por no decir menos. A mitad de nuestra expedición de compras, yo estaba con los ojos abiertos e impresionada de las cosas que uno podría encontrar si miraba lo suficiente.
¿Quien sabía que las pezoneras estaban disponibles en tiendas de la lencería? ¿O que los diminutos trajes de marinero y medias de red eran tan fáciles de obtener? Birdie lo sabía. Salimos del centro comercial con dos carritos de compra llenos de accesorios y Birdie llamo a las chicas para que se reunieran con nosotras en el club después de que le pidiera a Jughead permiso para reunirnos allí. Toni estaba ocupada trabajando en los libros, pero me dijo que me encontraría allí más tarde.
Llegamos a Bleending Hearts justo después de las 2 p.m. La mayoría de las bailarinas ya habían llegado, pero dos de ellas enviaron mensaje a través de las otras para decir que no podrían venir. Birdie estaba algo enojada con eso. Me advirtió de que Sofia y Martina eran un poco flojas. Advirtió a ambas chicas que si no podían realizar las nuevas rutinas, estarían probablemente despedidas. Las dos trataron la amenaza con una frialdad que me aturdió. ¿No se daban cuenta que estaban en riesgo de perder sus trabajos? Me choco que no pareciera importarles. Jughead observaba desde una silla mientras abrimos las primera caja de accesorios. Salieron abanicos de plumas, abanicos de seda vintage, ligas, boas de plumas, sombreros de copa, máscaras de satén, sombrillas retro de punto blanco, plumas de avestruz de todos los colores, látigos de cuero y bastones delgados. Las chicas se volvieron locas. Una pequeña mujer llamada Lilah se adelantó, tocando las plumas con una sonrisa en su rostro.
—Vaya. Son tan suaves.
Una chica de ojos verdes llamada Petra sonrió mientras tomaba un liga de encaje.
—Y tan femenino.
Una mujer alta afroamericana que conocía como Shonda envolvió una boa de plumas alrededor de su cuello.
—¿Has visto esto? Mmmm hmmm. Me están gustando.
El resto de las chicas vinieron para ver los artículos que habíamos sacado, y conté ocho mujeres. Suspiré mentalmente. Puede que fuera suficiente para la apertura, pero algunas de estas chicas trabajaban a tiempo parcial. Si Sofia y Martina no se presentaban, íbamos a estar en problemas. Birdie llamó.
—Vengan por aquí, señoras. Tengo algunas cosas para ustedes que les va a encantar. Gracias por los mensajes de texto con sus medidas; ayudo mucho. —abrió la segunda caja y corrí a ayudarla. Me sonrió y se volvió hacia las chicas—. ¿Quien quiere ver el genial vestuario que tenemos?
Una aclamación recorrió la sala y Lilah chilló:
—¡Estoy tan emocionada!
Birdie tomó cada traje de la caja uno por uno, entregándolos a las chicas correspondientes. Cada chica recibió un corsé de color diferente con cuerpo de una sola pieza con medias de red hasta el muslo, y un traje adicional. No eran todos iguales. Algunas chicas consiguieron un traje de marinero pequeñito, otras uno para ser conejitas y criadas francesas, mujeres policía, gatitas, e incluso una Caperucita Roja. La manera en que las chicas charlaban animadamente, hizo que me mordiera el labio para aplastar mi sonrisa. Estaba feliz de que fueran felices. Cuando Lilah alzó una pezonera y preguntó:
—¿Como podemos ponernos estos?
Birdie asistió, diciéndole a Lilah que se quitará la camiseta y el sujetador. Lilah sonrió mientras se desvestía, y las otras chicas observaban cuidadosamente mientras Birdie les mostraba cómo aplicar las pezoneras utilizando el pegamento sobre los pechos desnudos de Lilah. Mi teléfono vibro en mi bolsillo y sonríe a la pantalla.