Cheryl POV
Era la tercera noche consecutiva que Toni y yo íbamos a casa temprano por la falta de clientes.
Era preocupante. Si las cosas seguían del modo como estaban, la mitad del personal de Bleending Hearts se quedaría sin trabajo. ¿Era tan terrible que la única cosa en mi mente fuera sexo?
Toni y yo nos habíamos familiarizado completamente la una con el cuerpo de la otra. No había lugar en su alto y fuerte cuerpo que mis labios no hubieran rozado, un lugar que no había aspirado, lamido o suspirado con placer. Pero el acto principal... aún tenía que suceder. Por las intensas miradas que Toni me había dado desde el otro lado de la sala durante toda la noche, tenía la sensación de que esa noche sería la noche. Al final resultó que no me equivocaba.
¡Hurra!
A medida que nos desnudábamos para la cama, vi con asombro como Toni se despojaba de todo, su hermoso cuerpo desnudo, paseándose hacia donde yo estaba en nada más que un conjunto de ropa interior roja. Con ojos entornados, se subió encima de mí y desabrocho el gancho delantero de mi sujetador.
El material cayó y mis pechos reaccionaron ante su mirada de adoración, mis pezones se tensaron de excitación. Sus manos acariciaron mi cintura y luego más arriba, más allá de mis costillas hasta que me tocó donde necesitaba.
En respuesta a mi pequeño jadeo, su dura polla se sacudió ligeramente y el húmedo líquido preseminal cubrió toda su cabeza, pidiendo a gritos ser lamido. Se alzaba sobre mí y me encantaba la sensación de estar bajo ella, la sensación de que podía dominarme, pero a sabiendas que nunca lo haría.
Era algo muy poderoso, el causar un deseo tan feroz en la persona que amas. Inclinó su cabeza y tomó un sensible pezon en su boca. Era algo que hacía a menudo. No estaba segura si era porque sabía como de húmeda me ponía cuando lo hacía, o si era solo porque le gustaba poner mis pezones en su boca. De cualquier manera, funcionaba para las dos. Ella fue hacia el centro, pellizcando y luego chupando los picos de mis pechos, y haciéndolo una y otra vez hasta que estaba gimiendo de necesidad. Mi cuerpo se sentía hueco y rogaba porque ella lo llenara. Sus hábiles dedos trabajaron rápidamente para quitar mi ropa interior. Un tirón rápido y eran historia, nada más que un pedazo de tela en el suelo de la habitación.
—Dobla tus piernas. Las rodillas, nena —ordenó, y yo obedecí, doblando las rodillas y dándole una vista sin restricciones de lo coño húmedo.
La mirada de Toni brillaba con calor. Pasó sus manos por mis rodillas y acarició con sus manos mis muslos hasta que sus dedos tocaron suavemente mis labios externos. Su dedo del medio se burlaba de mi, recorriendo suavemente mi necesitada entrada, recubriéndose con mi excitación. Mis mejillas se tiñeron de rojo mientras mi corazón latía más fuerte, más rápido. Lo necesitaba.
—Por favor —susurré.
Ella concedió mi deseo, la punta de su dedo se deslizó dentro de mi a un ritmo deliberadamente lento, poco a poco, se movió dentro de mi. Un gemido se me escapó mientras agarraba las sábanas, retorciéndolas en mis manos. Mi coño se apretaba con avidez, aspirándolo, suplicando más. Su gruñido envió escalofríos por mi cuerpo.
—Eres tan pequeña, nena. Tan apretada.
Cuando sentí la punta de un segundo dedo que intentaba unirse al primero, gemí suavemente y mis rodillas cayeron hacia afuera, permitiéndole más espacios para que Toni trabajara. Ella quito el primer dedo de mi cuerpo y me queje, suplicando que volviera. Sus ojos se encendieron, mientras hablaba en voz baja.
—¿Más?
—Más —pronuncie con firmeza.
Dos dedos tocaron mis pliegues, corriendo de arriba a abajo a través de mi humedad, preparándose para entrar en mi. Contuve la respiración mientras se detenía allí mismo. Estos se empujaron dentro de mi poco a poco hasta que estaba llena. Era perfecto. Estaba tan encendida. Quería más, pero no estaba segura de poder tomarla.