Cheryl POVDespertando solo pero revitalizada y bien descansada, me vestí rápidamente y me apresuré a bajar las escaleras para tomar el desayuno con Toni.
Solo que cuando llegue a la cocina, no había nadie ahí, el periódico estaba cuidadosamente doblado en el centro de mesa. El silencio en esta casa no siempre significaba que estaba vacía, pero hoy parecía ser así. Eso me puso triste. Quería despertar cada día saludando a Toni, poniendo mis brazos alrededor de ella, y tomando calor de ella mientras a su forma me envolvía. El reloj en la estufa leía las ocho y veintitrés. Demasiado temprano para que Toni se hubiera ido a hacer ejercicio.
¿Donde estaba?
Yo no sería esa chica. No le enviaría un mensaje de texto. No señor. Tomaría mi desayuno con Vero en su lugar, y trataría de pescar información de ella. Era un lindo día. Me hizo bien la caminata, ahora que ya no tenía dolores de parto fantasma. El aire era fresco y el sol calentaba. Sonreí hacia el cielo. Subí las escaleras, toque el timbre y esperé. Y esperé. Y esperé un poco más.
Levantando mi mano, golpeé la puerta.
—Vamos, Vero. ¡Levántate!
Ella respondió a la puerta, parpadeando para quitarse el sueño, su cara fruncida y su cabello alborotado en todas partes, vistiendo un extravagante camisón.
—¿Que demonios, chica?
Le sonreí, y sin esperar por una invitación pase a su lado.
—Estoy hambrienta y necesito café.
Su expresión se enfrió. Me giré hacia ella y la miré, comenzando lentamente:
—De hecho vine aquí para saber a donde fue.
Ella encogió sus hombros bostezando.
—No lo se, no soy su cuidadora.
Mordí la parte interna de mi labio, mi nariz frunciéndose.
—Si —balbucee, sonando desilusionada—. Yo tampoco.
Vero rodó los ojos.
—Lo que sea. Ve y espera en la cocina. Déjame despedirme de mi compañía.
Mientras ella caminaba de regreso por las escaleras, grite un poco demasiado alto:
—¡Buenos días, Arch!
Encendí la máquina café y serví dos tazas llenas cuando Vero regreso a la cocina, su cabello amarrado en una cola de caballo alta, se había vestido con pants de ejercicio y un suéter flojo, con el maquillaje de anoche aún manchado debajo de sus ojos. Pasándole un taza, sonreí astutamente.
—¿Te divertiste anoche con tu compañía?
Me miro con furia sobre el borde de su taza antes de levantar su nariz.
—Ronca.
Justo después, una voz gentil y áspera llego de la puerta abierta.
—Miente. Y si, nos divertimos. Siempre nos divertimos. Jugamos a Yahtzee justo hasta antes del amanecer. —Arch sonrió, sus párpados estaban bajos por el sueño.
Llevaba sus pantalones de vestir y nada más. Estaba demasiado entretenida para echar un vistazo a su precioso cuerpo en forma.
Resople, casi atragantándome con mi café.
—¿Así es como lo llaman los niños estos días?
Me guiño un ojo antes de hacer algo que me sorprendió. Camino hasta estar detrás de la silla de Vero, puso sus manos en sus hombros, se agachó, y presionó sus labios al espacio justo debajo de su oreja. Ella cerró sus ojos y sonrió con felicidad. El susurro algo en el oído de Vero y el rostro de ella se suavizó. Ella levantó una mano para sujetar su mejilla tiernamente antes de girar su cara para presionar un suave beso en los labios de él.