Cheryl POV
Verónica condujo en silencio, y yo estaba agradecida por la canción en la radio por hacer una situación ridículamente torpe un menos torpe.
Después de que Toni me dijo que Lidiya era su hija, dejándome oficialmente sorprendida, la conversación tomo un giro rápido cuando Toni se quedó con la niña, se acercó a su hermana, la besó en la mejilla y le dio las gracias por traer a Lidiya a casa.
Las siguientes palabras que salieron de la boca de Vero estaban en otro idioma. Aunque hablo en voz baja, las palabras sonaron duras. Jughead se unió a la conversación, y Toni respondió fácilmente. No podía estar segura, pero pensé que podrían estar hablando de mi. Cuando lo tres se volvieron para mirarme, se hizo evidente que tenía razón. ¿Muy grosero, chicos? Toni besó la cabeza de su hija, pero me habló.
—Necesitas algo que ponerte esta noche, y me temo que la ropa que tienes no es apropiada. Verónica te llevará de compras. Compra lo que necesites.
¿Comprar ropa? ¿Con que? ¿Con amor?
—En caso de que no te hayas dado cuenta, no tengo nada de dinero.
Su frente se arrugó.
—Se que no tienes. Verónica tiene mi tarjeta de crédito. Compra lo que mi hermana piense que necesites.
La protesta comenzó incluso antes de que hablara.
—No puedo aceptar eso. Ya has hecho demasiado.
Jughead me miro de cerca, buscando en mi rostro un signo de engaño, pero lo decía en serio. Los duros ojos de Verónica se suavizaron, pero sólo ligeramente. Toni me mí miro fijamente.
—Tire tu ropa con la intención de reemplazarla. Por lo menos necesitas vaqueros y una chaqueta de tu talla. —Ella suspiro irritada—. Ni siquiera tienes ropa interior.
Eso era cierto. Hizo tirar mi ropa, dejándome con poco para trabajar. Mis hombros cayeron.
—Bien, bueno, ¿qué tal si lo llamamos un préstamo? Puedes retirar de mi sueldo lo que gasté hoy.
Las caras de los tres adquirieron una mirada de incredulidad. Nadie habló hasta que Toni dejó escapar un firme:
—No
Me puse de pie muy recta, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Voy a devolvértelo, Toni, te guste o no. —Después de una breve pausa, admití en voz baja—. No me gusta deberle nada a la gente.
Verónica puso los ojos en blanco y gimió, tomando mi muñeca y arrastrándome hacia la puerta.
—No te moleste niña. Ella no va a ceder.
Ahora mientras nos conducía en silencio, me deslicé más en mi asiento y suspiré.
—¿Hay alguna posibilidad de que me dejes tomar prestado algo de ropa tuya y decirle a tu hermana que la compramos?
Ella me miro, y sus ojo cubiertos por las gafas de sol le daban un aspecto de modelo, ojeo por encima de ellas. No me perdí la ligera curvatura de su labio.
—Soy todo un metro más alta que tú, y pesas menos que yo. Además, no le miento a mis hermanos.
—Genial —murmure.
Unos pocos minutos de silencio y luego ella comenzó:
—Oye no te conozco, así que no hay delito ni nada, pero si jodes a mi hermana...
No la dejé terminar. Con mis hombros rígidos la interrumpí:
—No he conocido a tu hermana por más de doce horas, pero en ese tiempo, ella ha sido muy amable conmigo, y preferiría comerme mi propia lengua que hacer algo para hacerle daño.