-Advertencias-
·Bakugõ y la protagonista son alumnos de la academia U.A.
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Sus pies descalzos lo guiaban lentamente por el frío y oscuro pasillo de los dormitorios. Por las ventanas en uno de sus laterales, se filtraba la blanquecina y tersa luz de la Luna; tan blanca como ninguna otra noche. En su lateral contrario, las puertas de los dormitorios de sus compañeros yacían definitivamente cerradas y él las pasaba sin regalarles ni un poco de atención.
Bakugõ no tenía sueño.
Su mente divagaba sin razón por un espacio que no era ese. Oscilaba entre la confusión, entre cálculos mentales de preguntas sin respuesta, entre cuestiones las cuales nunca antes se había planteado..., porque nunca antes le había sucedido algo así.
Las manos en sus bolsillos sujetaban la tela de los pantalones en búsqueda de una respuesta a esas tantas preguntas que se gestaban sin límite en su interior, o quizá como signo de desespero para aferrarse a algo racional que lo sacara de aquella absurda e incomprensible situación.
Ésta, irremediablemente lo derivaba a un insano insomnio, a la falta de apetito en ciertos momentos, a distracciones en las prácticas de heroísmo, a vuelcos de estómago tan extraños y profundos que lo fastidiaban y creía por un momento que iba a vomitar.
Hace semanas estas sensaciones lo embargaban y lo invadían sin importarle el momento o el lugar; en clase, en los entrenamientos, en las cenas e incluso mientras intentaba dormitar en su cama.
¿Qué era lo que le pasaba?
Ni siquiera Recovery Girl pudo darle una respuesta. En un momento de cansancio e irritación por aquel revuelco virulento en su estómago, se dirigió en silencio a donde se hallaba la anciana, pilar de la academia. Le describió para sus oídos todo lo que le venía sucediendo; entre todo lo mencionado, junto a los grandes calores que lo hacían sentir por momentos asfixiado, al punto de pintarle el rostro de un color similar al de sus ojos.
La mujer lo oyó atentamente y sin decir nada hasta que finalizó y Bakugõ le exigió una solución porque así no podría seguir con sus entrenamientos para ser el número uno. Recovery Girl, algo confundida por aquellos síntomas que no le hacían suponer ninguna enfermedad o padecimiento, solo le pudo recomendar que evitara algunos alimentos, y le advirtió que si todo seguía una semana más, que vuelva a verla. Pero en su fuero interno, Bakugõ suponía que ella algo había omitido y se había guardado en su interior, ya que pudo ver una pequeña sonrisa cuando él se marchó y cerró la puerta de la enfermería.
Por el momento, no iba a centrarse en ello, sino en el ahora presente insomnio que lo enloquecía, en los pensamientos que parecían una desaforada marea sin rumbo, en los repentinos y agitados aleteos de su corazón, que le bombeaban tanta sangre hasta hacerle sentir las extremidades calurosas, sudorosas y hormigueantes.
Tú habías sido una de las que más habían presenciado aquellos ataques en él; en especial, los agitados latidos del corazón y el extraño rubor en sus mejillas que lo hacían ver tan ridículo como patético y, con su traje de invierno, se obligaba a ocultarse en él tal como hace una tortuga. En especial aquella inolvidable vez que ambos hicieron equipo para una práctica, donde competirían con otro en una batalla con sus quirks... Pero Bakugõ aún, hasta hoy en día, no hallaba la respuesta de porqué, en el instante en que te salvó de que la larga lengua de Tsuyu te atrapara y ambos consecuentemente cayeron desplomados al suelo, él sosteniendo tu cuerpo sobre el suyo con ambas manos, con tus ojos tan cerca de los suyos, su rostro se pintó tanto de carmín como una rosa roja en primavera.
¿Por qué? ¿Tenía algo que ver tu quirk? ¿El clima del momento? ¿El polvo de tierra que voló ante vuestra caída? ¿Cuál era la mierda que tanto lo hacía ponerse así?
Bakugõ bufó en medio del silencioso pasillo hasta llegar a la sala en común. Con ambas manos agitó las hebras de su cabello y rascó su cabeza, tan ofuscado como antes. Con tantas dudas como siempre.
Sin embargo, al llegar, sus pies se detuvieron instantáneamente al ver un cuerpo por la rendija de sus ojos. Al girar su rostro, su mirada rozó tu presencia allí mismo; en la misma sala donde él se hallaba. El rubio se quedó en su lugar, inmóvil, silencioso y apreciativo. Observándote distraída, sin siquiera notar la nueva presencia en la sala.
Te encontrabas junto a uno de los ventanales que daban al exterior, con tu cuerpo recargado en el vidrio y con la mirada prendada a alguna hoja que revoloteaba en medio del nocturno y frío viento. Admirabas la naturaleza en su etapa más serena; tanto como lo era de oscura. Con tanta paz como en ningún otro momento del día. Y, por otro lado, Bakugõ no podía ver a la ventana. Le costaba mucho dirigir sus rojizos ojos a lo que sobrepasaba el vidrio que ahora te contenía a ti... Solo podía ver tu perfil, tu rostro, tu figura con aquel pijama tan raro que siempre lo presumías por lo tan abrigado que era. Apreció el lumbre lunar situarse en el campo de tus iris, así como también lo hace en la superficie opaca y calma de un río, o de un mar; dejando parte de su esencia tan luminiscente y magnífica con una suave mangata.
Y aquello que tanto lo había invadido durante las pasadas semanas, ahora se repetía en este preciso momento; los latidos frenéticos, el sudor en sus manos, el calor en su rostro, el vuelco en su estómago que ahora más bien parecía un cosquilleo... Como el revoloteo de algo molesto que lo rozaba en su interior. Sintió que su boca se secaba, que sus ojos se agrandaban..., como si no quisiera perder la imagen que tenía en frente y que, adverso a todas las sensaciones que lo agolpaban, le brindaba tanta paz.
─Joder... ─pensó, sin siquiera moverse de su lugar─. Así que, era eso...
Bakugõ había llegado a una conclusión. Estaba enamorado.
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Micro Escenarios de Bakugõ Katsuki •
FanfictionDicen por ahí, que la magia de la vida se esconde en los pequeños momentos. Para poder entender mejor esa expresión, me atreví a crear un libro con muchos escenarios que demuestran cómo un sentimiento tan grande cabe en un escrito tan pequeño. ¡Bie...