Secuelas.

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-Advertencias-

·Mundo de héroes./Los personajes son adultos./Bakugo y la lectora son pareja.

·····



—¿No puedes dormir?

Tu voz sobresaltó al rubio, quien se encontraba sentado en el sofá de la sala. Todas las luces yacían apagadas, exceptuando el televisor pero dudaste de que siquiera lo estaba viendo. Su mirada estaba puesta en la ventana y el lumbre de la pantalla frente a él contorneaba las facciones de su rostro abatido, casi impasible.

Ladeó su rostro y frunció levemente su entrecejo por verte también despierta a esa hora de la madrugada.

—¿Qué haces despierta? —murmuró.

—Me desperté al no encontrarte. —Te abrazaste a ti misma por el endeble temblor que recorrió tu cuerpo al estar fuera de las colchas de la cama.

Bakugo palmeó el espacio vacío a su lado y sin dudar caminaste hasta sentarte junto a él. Su brazo pasó por encima de tus hombros y te atrajo a su cuerpo, permitiéndote recostar la mejilla sobre su pecho. Rodeaste su torso con ambos brazos y cerraste los ojos, disfrutando de su calidez, mientras su pulgar brindaba pequeñas caricias sobre tu piel.

Aunque pudieras hacerte una idea de lo que le sucedía, preferiste no suponer.

—¿Qué te tiene así?

Lo oíste inhalar profundo y soltar el aire por su nariz lentamente.

—Mierdas sin importancia.

—¿Quieres hablar?

El silencio se sumió por varios segundos antes de que volviera a responder. Solo pudiste sentir el latido de su corazón golpeando contra tu oreja.

—No. —Negó también con un meneo de su cabeza y sentiste la manera en la que te abrazó con más fuerza, implementando ahora ambos brazos.

Supusiste que eso necesitaba. Una compañía, un abrazo, tu presencia haciéndole saber tu apoyo. Últimamente, Bakugo siempre se encontraba así; con su mirada perdida, en rotundo silencio y más apegado a ti, como un cachorro que busca reparo, confort y cuidado ante las noches tormentosas, donde los fragorosos rayos lo asustan y perturban. Quizá, ahora, lo que más lo tenga así son los pensamientos que retumban como rayos en la tormenta yaciente en su mente y él aún no halla la manera de salir de esa lluvia, para tener un día despejado de culpas.

Supiste que eso necesitaba cuando, una hora más tarde, manteniéndose de la misma manera, sentiste su profunda respiración, denotando el pesado sueño al que había entrado. Despegaste tu mejilla de su pecho para elevar el mentón y verlo. Sonreíste débilmente ante su imagen pacífica, con sus parpados sellados y su boca entreabierta, con algunos mechones cayendo sobre su frente. Te inclinaste para darle un suave beso en el filo de su mandíbula y volviste a sonreír cuando apreciaste cómo el puente de su nariz se arrugó a la brevedad ante el gesto, pero sin despertarlo de su sueño.

Te deslizaste lentamente de entre sus brazos, con el fin de buscar el control remoto y apagar la televisión. Inspeccionaste todo el sillón en su búsqueda pero tu mirada quedó fija en un papel que se encontraba junto al rubio, al otro lado del que tú estabas. Casi se perdía entre los cojines pero por el lumbre del televisor llegaste a descubrirlo.

Lo tomaste por curiosidad, creyendo que se lo había olvidado allí y ahora lo dejarías en un lugar más visible para que no lo perdiera... Sin embargo, tu corazón se detuvo e inhalaste repentinamente el aire por la sorpresa y el dolor que te invadió al ver ese papel.

Era una foto que previamente se encontraba guardada con el resto que ambos almacenaban en una caja. Sentiste una punzada en el pecho, una amarga punzada. Tus ojos comenzaron a lagrimear y parpadeaste para evitar llorar en ese instante, además para que ese ardor cesara un poco.

En la foto se encontraban Katsuki e Izuku en la fiesta de fin de año hace tiempo atrás. Esa imagen te había costado mucho lograr sacarla pero, al encontrarlos juntos luego de la larga cena, pudiste tomarles una foto sin que ambos lo notaran.

Elevaste tu vista hacia el rubio y lo observaste mientras aún continuaba sumido en un profundo sueño. Una de tus manos fue a parar a tu boca, queriendo evitar con todas tus ganar dejar escapar un sollozo.

Previamente a que tú llegaras con él, Katsuki no estaba viendo la televisión, mucho menos perdiendo su tiempo por un simple desvelo. Pudiste descubrir el motivo de aquella tormenta en su mente que no le permitía dormir y era, justamente, lo que ahora portabas entre tus manos.

Una parte de ti se estrujó, se rompió y se perdió al ser consciente de cuánto aún los hechos pasados dejaban largas y pesadas secuelas, dejando marcas invisibles en la blanca piel de Bakugõ. Perdurando con el paso del tiempo y grabándose la culpa en cada poro de él.

Jamás creíste que la muerte de Izuku podría llegar a dolerle tanto... Pese a haber pasado ya tres largos años, cuando, juntos, confrontaron a un villano.


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Micro Escenarios de Bakugõ Katsuki •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora