-Advertencias-
·Narrado en primera persona (ando enamorada de este modo, sorry)/·Mundo sin quirks./·Los personajes son adultos.
·Puse esa canción para escribir. Pueden colocarla para leer y meterse más en la atmósfera.
·····
Es muy temprano por la mañana y el sol apenas se está descubriendo por detrás del manto plomizo de las nubes. Éstas se agrietan y permiten que los rayos decaigan y se posen en el mar, que a estas horas es el único despierto, exceptuándome.
La roca en la que estoy sentada está algo húmeda y lo siento a través de mi pantalón por donde cala un leve frío; aquel proveniente de la brisa que surca por uno de mis flancos y lleva despojos de la helada de la noche de antaño. Zarandea sin violencia los mechones sueltos y despeinados que caen de mi recogido y los ondean al son y compás de las olas; las cuales llegan hasta unos pocos metros por delante de mí y bañan en un velo blanco a las rocas más pequeñas hasta que lentamente se deshace y, ante la partida en retroceso del mar, vuelve a él, o quedan restos entre los huecos y espacios cerrados de una roca imperfecta.
Mis pies cuelgan de la roca y se mecen intermitentemente en cortos plazos de tiempo; como si yo quisiera, de manera inconsciente, desvanecer un poco el frío que me endurece los pies y que las medias no ayudan a solventar. Tomé la mala decisión de usar zapatillas, y no mis botas como siempre acostumbro usar cada vez que vengo a este sitio. Lo recordé cuando pisé un charco en el camino y me erizó la piel entera..., cayendo en la cuenta de que también ando algo distraída. Seguí caminando sin volver atrás, porque quedaba menos distancia hasta la roca que hasta mi casa. Esa casita de la que todos me dicen que me mude, que me vaya cuanto antes y la cambie por algo mejor, que estar sola en una cabaña bordeando la costa es perjudicial..., y demás cosas que no doy atención. Supongo que el que no acepta la soledad, es porque no se acepta a sí mismo. Y veo muchísimo mejor este contacto con el ambiente, que a uno cerrado en la ciudad.
Pero la mayor preocupada en el caso es mi madre, que teme que aquella soledad me convierta en otra y me habitúe a ser una ermitaña, una alejada del amor. Por el lado adverso, mi psicóloga me dice que es por temor, algo que yo a veces no reconozco y me niego a darle la razón... Porque es difícil creer que atrás de esa satisfacción a estar sola se encuentra una sombra. La sombra del temor a que alguien entre y me hiera, o decepcione una vez más.
Quizá ese planteamiento sea el que me desveló tan temprano y me llevó a estar junto al mar sin siquiera tomar mi café mañanero. Puede que la compañía sensorial del exterior; con su frío acogedor, con el murmullo de las olas y el cantar de las aves madrugadoras, me ayuden a tomar una decisión.
Y, como si lo hubiese invocado, escucho detrás mío unos pasos. Suben la pila de rocas, y al instante siento un peso cálido caer sobre mi cabeza. Sonrío porque sé de qué trata. Y cuando giro el cuello a donde oí que se sentó, veo a Bakugõ, totalmente abrigado y a mi lado. Deslizo la manta que me tiró y la dejo reposada sobre mis hombros. No me di cuenta del frío que tenía hasta que sentí el calor.
Lo observo en silencio y noto que incluso se colocó una bufanda. Amplio más mi sonrisa porque sé cuánto le desagrada el frío..., pero aún así viene a mi casa, a mi pequeña cabaña. Viene a visitarme y, como el día de ayer, se queda a dormir... Pese a que, a veces, se me olvide encender la chimenea y me culpe con su mirada ceñuda y un puchero que supongo que siempre tiene bajo sus capas de abrigo. Ayer por la noche no noté si estaba encendida o no..., era muy difícil centrarme en el calor del ambiente cuando únicamente estaba envuelta en sus brazos, bajo las tres capas de cobertores que usamos para dormir.
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Micro Escenarios de Bakugõ Katsuki •
FanfictionDicen por ahí, que la magia de la vida se esconde en los pequeños momentos. Para poder entender mejor esa expresión, me atreví a crear un libro con muchos escenarios que demuestran cómo un sentimiento tan grande cabe en un escrito tan pequeño. ¡Bie...