El precio de la ira

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Harry no supo que había pasado.
Frente a él no estaba Sebastian, era Megan.
No pudo detener su hechizo cuando este le impactó a la chica.
Harry se tambaleó, sintió la varita quemarle las manos y el gritó de Draco detrás de él.
No...no...¿que he hecho? Yo...
Harry observó, Sebastian se reía a carcajadas, mientras Megan se desangraba en el suelo. Aquel hechizo juró no usarlo nunca más, mas que para hacerle daño a quien más odiará.
Harry sintió que todo a su alrededor daba vueltas.
Sebastian y sus otros amigos habían desaparecido.
"Sectunsempra..." ¿Cómo pudo haber dicho aquel hechizo?
–¡Desmaius!
Todo se volvió negro.

Harry despertó.
Todo a su alrededor era completamente blanco, no había nada que dijera lo contrario. Incluso, Harry sintió escalofríos. No sabía en donde estaba. Su oído derecho estaba caliente y su cabeza se sentía pesada.
Solo recordaba algo...Una pesadilla. Sí, eso debió ser.
Pero sabía que no. Sabía que todo lo que había pasado había sido real y...¿qué había hecho él exactamente?
–¿Harry?
El chico volteó y abrió los ojos un poco más. A su lado estaba Hermione.
Harry sintió la ira recorrer sus venas.
–¿Hermione?–lanzó su nombre como veneno, como si le quemara la garganta mencionarla.
–¿Cómo...cómo te sientes?
Harry noto el miedo en sus ojos cafés. ¿Acaso le tenía miedo a él?
–Mal ¿que sucedió?
Me debía haber golpeado la cabeza e imaginé todo. Pensó Harry.
Hermione no habló, solo observó el suelo de color blanco con ojos inexpresivos que luego se llenaron de lágrimas.
–Harry...¿c-cómo pudiste?
–¿Cómo pude qué?
Hermione se limpió las lagrimas.
–Te dije que...no...no tenían ninguna culpa–dijo ella.
Harry se asustó.
–Hermione–habló–. No entiendo, ¿de que hablas?
–Casi matas a Megan–respondió.
Harry abrió los ojos como platos.
–¿Qué? No es cierto, por más que no la quiera volver a ver no le haría daño.
Hermione entrecerró los ojos.
–Pero lo hiciste.
–¡Le iba a dar a Sebastian, no a ella!–dijo Harry.
Hermione se mordió el labio. Lágrimas recorrían sus mejillas.
–Harry...
–¡Yo jamás le haría daño!
–Dijiste que la querías muerta–susurró Hermione.
"Estarías mejor muerta" Harry se mordió le labio. Rabia contra si mismo lo estaba quemando por dentro.
–Ella...¿esta bien?
–Apenas–dijo Hermione–. Pero es un hechizo raro el que usaste Harry.
Harry entrecerró los ojos.
–No quería lastimarla...Sebastian lo hizo para vengarse–dijo Harry.
–No suenas muy arrepentido y de todas formas, Sebastian escapo. Anda libre y muy feliz–dijo Hermione molesta–. Tus arranques solo lastimaron a alguien que no tiene culpa.
–¿Quién me hechizó?
–Draco lo hizo, te golpeaste un poco la cabeza, pero estarás bien hoy mismo–dijo Hermione, molesta y cortante.
Harry rodó los ojos. Ni siquiera la presencia de Hermione lo tranquilizaba.
–Yo no quise hacerlo–dijo él.
–Como dije–dijo Hermione–, no suenas arrepentido.
–¿Cómo se te ocurre que yo iba a poder lastimarla?
–¡Se me ocurre por que sí eres capaz de hacerlo!
–¿Por que? ¿Por que soy un Slytherin? ¿Crees que todos lastimamos gente?–exclamo Harry, molesto. Cada palabra que salía de su boca, le daba dolor de cabeza.
–Bueno, explícaselo a ella cuando despierta y si es que lo hace y si no, prepárate para que Draco te asesine–dijo Hermione.
Harry abrió los ojos sorprendido. Si es que lo hace...
–¿Que quieres decir?
–¿Tu que crees? Draco esta molesto–dice Hermione–. No será bueno contigo cuando sepa que has despertado.
Harry entrecerró los ojos.
–¿Algo más?
Ella asintió.
–Sí–dijo–, debes saber que has perdido todo Harry. Todo.
–Eso mismo dijo Sebastian en su amenaza ¿segura que no trabajabas con él?–pregunto Harry–. Tiene sentido.
Hermione rodó los ojos.
–Si que necesitas ayuda. Estas loco.
Hermione se levantó y salió de la habitación.
Harry se quedo observando el techo. Intentó cerrar los ojos y recordar qué había pasado. Había lanzado el hechizo viendo a Sebastian, pero era obvio que él haría algo para no ser impactado por el hechizo de Harry.
Él sintió ganas de gritar. Si algo le pasaba, él jamás se lo perdonaría.
La puerta se abrió y Harry estuvo listo para enfrentar a Draco y su ira, pero quién entro fue Ginny.
–Que bueno que estes bien–dijo ella.
Harry rodó los ojos.
–Gracias.
–Se que estas molesto conmigo–dijo–, pero creo que estas exagerando. Mira lo que has hecho. Nadie más te va a hablar y esta vez te quedarás solo.
–¿A sí?
–Sí, nadie ha mencionado tu nombre. Te has convertido en el innombrable ¿sabes? Mi madre llora y te maldice al mismo tiempo–dijo Ginny–. Te lo has ganado.
–Yo no quise lastimarla.
Ginny negó.
–Se que no. Pero no oigo arrepentimiento en tu voz. Tal vez es porque no sabes lo que has hecho. No lo has asimilado. Estas tan molesto que dudo que te importe–dijo Ginny.
Harry negó.
–¡Claro que me importa!
Ginny movió la cabeza.
–Harry, solo debes saber que...esta vez, sí estarás solo.
–No lo estaré. Para tu información, siempre lo he estado.
Ginny soltó una risa.
–¿Así es como agradeces todo lo que hemos hecho por ti? ¿Nuestra amistad? ¿Nuestro apoyo?
–En primer lugar, nada de esto hubiera pasado sin tu obsesión por mi en Hogwarts–dijo Harry–. Todos estaríamos muy felices en este mismo instante.
Ginny sonrió.
–Te volviste loco. Hay algunas cosas que no pueden evitarse.
–¡Tu misma lo dijiste! No podía evitar lanzar el hechizo, ví a Sebastian.
–Eso sí podías hacerlo. No tenías porque quererlo herir de muerte. Solo necesitabas dormirlo o desmayarlo. Debiste saber que usaría algo en tu contra y ahorita el único que gana, es Sebastian.
–¿Por qué el ha ganado?
–¿Que acaso Megan no te importa?–Ginny lo observó con odio.
–Sí.
La chica soltó una carcajada.
–No es verdad, se que en el fondo te vale gorro lo que le suceda–dijo Ginny–. Pero debes saber que mi amiga se pondrá bien y cuando lo haga, no te quiero cerca de ella. Cuando te des cuenta de lo que has hecho, de todo lo que has perdido, no quiero que te acerques a nosotros.
Harry rodó los ojos.
–Ya ni yo te dije eso cuando me hiciste lo que hiciste.
–Yo no fui la que causo todo esto. Te pedi disculpas hasta el cansancio. Perdí a mi hermano y vi llorar a mi madre durante mucho tiempo. Pagué muy caro el precio y tú lo harás también–dijo Ginny–. Es hora de que sepas que no eres el único que sufre Harry Potter.
Cuando terminó, Ginny salió cerrando la puerta con fuerza.
Harry sintió algo pesado sobre sus hombros. Fue cuando la culpa le llegó a la conciencia.
Ginny tenía razón. Hermione tenía razón.
Harry se trató de acomodar un poco en su incómoda cama. Quería que alguien le dijera como estaba Megan.
Sabía que esa fachada de chico rudo, malvado y cruel no era el. A él le importaba lo que le pasara a su amiga. Incluso sí ella lo había traicionado. Pero ¿de verdad lo hizo? Ella no tenía la culpa de las tontas decisiones de Hermione y solo había intentado protegerlo.
Harry sintió las lagrimas recorrer sus mejillas. Las limpió en cuanto escuchó la puerta de nuevo.
Esta vez, venía Draco.
Su expresión estaba totalmente pálida. Harry temió lo peor en aquel momento y no por su propia vida.
–Veo que estás bien–dijo Draco–, que bueno.
No había emoción alguna en su voz.
–Draco yo...
–¡No hables Harry! No quiero escucharte–dijo él.
Harry se miró las manos.
–Yo no...
–Harry–cortó Draco–, si vine solo es para ver que estuvieras bien. Es todo.
–Pero es que yo no quise que...
–¿Que esto pasara? Tal vez, pero no te pudiste controlar, siempre a sido tu problema–dijo Draco.
Harry se vió las manos y luego mantuvo la mirada fija en Draco. Se sentía muy perdido, su amigo no quería siquiera mirarlo. Harry sintió que le daba vergüenza hacerlo.
–Draco, jamás he querido lastimarlos. Comprende que estaba molesto y...
–Sí, lo sé. Pero no era como para que dijeras tantas cosas.
–Lo sé, pero...
–Solo te aviso que trabajare en el banco de Gringotts y que después no creo que nos volvamos a ver–dijo Draco.
Harry rodó los ojos.
–Estas siendo injusto.
–Por merlin Potter, ahora no me digas que yo fui injusto. Estoy haciendo lo mejor para mi. Tanto apoyo te hizo daño, así que ahora no creo que quieran apoyarte–dijo Draco–. Siempre estabamos ahí para ti, preocupandonos por todo lo que te sucedia, siempre te acompañamos a todos lados. No supiste valorar nuestra amistad y si nosotros somos malos contigo piensas que es injusto ¿y cuando tu lo eres qué? Nada, haces como si no tuviera importancia tu carácter. Ninguna chica vale tanto la pena como para mandar al diablo a los amigos que siempre te han apoyado–Draco dejo de hablar, sus manos se habían hecho puño en sus costados–. Y la que vale la pena, no va a hacerte pelearte con todos tus amigos. Solo debes saber que no quiero saber nada de ti. Estoy harto. Siempre apoyándote y claro, siempre yo soy el malo porque me apellido Malfoy, los Potter jamás tienen la culpa ni pueden llegar a ser los villanos.
–Bueno, eso agradécelo a tu padre. Él es el mortífago.
–¿Y qué si hubiera sido el tuyo? El tuyo tampoco era una blanca paloma–dijo Draco.
Se mantenía sin siquiera moverse a un lado de la puerta.
–Ya te puedes ir si quieres–dijo Harry–. No te haré quedarte.
–Muy bien–dijo Draco–. Ha...–se detuvo, le daba rabia siquiera mencionarlo–. Creeme, no te deseo ningún mal, solo....no quiero volver a verte.
Harry se sintió terrible al escuchar aquellas palabras, pero luego no les dio mucha importancia y solo se sintió algo mejor. Bien decían que era mejor estar solo que mal acompañado y su amistad, sinceramente, no volvería a ser la misma.

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