Sebastian Simons

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Terminó de bañarse y caminó a su habitación a cambiarse. Se puso su traje de auror, luego caminó a la sala y tomo una manzana. Se apareció en el ministerio de magia y caminó a su oficina.
Ahí ya lo esperaban, Megan, Draco y una mujer esquelética.
Harry entró cerrando la puerta de un portazo.
–Ya la hemos traído Harry–dijo Draco.
Harry asintió. Ordenó a Seraphina que trajera comida y agua y la mujer se la bebió en un instante.
–Muy bien–dijo Harry–. ¿Tiene algo que decirnos?
Irina Chang se quedó callada unos instantes, luego se soltó a llorar.
–¡No quiero ir a Azkaban otra vez...yo no tengo la culpa de los errores de mi hija...!
–¿Sabe algo de la desaparición de Hermione Granger?
–¡Por favor señor Potter...POR FAVOR...no me envíe a Azkaban haré los que pueda! ¡Se lo prometo! ¡Se lo prometo.
–Necesito información o la enviaré de vuelta–dijo Harry de manera amenazadora.
Irina se hecho a llorar, tenía el cabello desordenado, los ojos morados, las manos huesudas y tullidas y las uñas largas.
–¡Déjeme salir!–gritó–. ¡NO QUIERO IR A AZKABAN!
–Coopere señora Chang–dijo Draco–. Si coopera, esto se olvidara.
Irina Chang se hecho de nuevo a llorar. Harry ya estaba harto, deseaba saber todo con exactitud para ir por Hermione. Pero sabía que Cho no reveló todos sus planes a su madre, los mantuvo para ella y su cómplice.
–¡No se nada!–gritó.
–De vuelta a Azkaban Draco...
–¡No! ¡ALTO! Espere señor Potter...yo...yo puedo ayudarlo...
–¿Esta Hermione en el bosque de Dean?
–No lo sé...yo jamás la escuché hablar de eso...
–¿Tenía un compañero?
–Hablaba con un extraño chico de Castelobruxo.
–Mmmm...¿cómo se llama?
–No...no sé–los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.
Harry se llevó las manos a los bolsillos mientras daba vueltas por su oficina.
–¿Segura?
Irina Chang cerró los ojos y empuñó las manos, trató de recordar algo que la hiciera salir de ese royo en el que se había metido.
–Yo...yo...
–Hable señora Chang–urgió Harry–. ¡La vida de una persona esta en peligro!
–Vivía en Brasil y...se llamaba...Sera...no....Sebastian algo, no recuerdo su apellido.
–¿Sabe si vive en Londres ahora o en los alrededores?
Irina negó, pero luego recordó algo:
–Tenía un...hacía algo en España–respondió–. No se qué. Lo único que recuerdo que dijo Sebastian a Cho un verano fue <<recuerda la cabaña>>
Algo dentro de Harry le dijo que ahí era donde estaba Hermione escondida. La duda creció en él ¿estaba viva?
–¿Recuerda a que año iba a ir Cho ese verano?
Irina Chang se puso a temblar, tan solo de recordar aquel lugar al que la llevaron también le acusaba terror y le dio tiempo para pensar mejor las cosas. Era su hija sí, pero ella no podía desperdiciar la poca vida que le quedaba. Aunque le doliera, diría lo que tenía que decir.
–En...en...sexto....creo....antes de la guerra.
Era todo lo que Harry necesitaba saber, así que sí estaban en lo correcto, Cho había dicho algo con D que bien podría ser el bosque de Dean. El mismo en el que él y sus amigos estuvieron.
Solo necesitaba encontrar al chico Sebastian, al menos sabia que estudio en Castelobruxo en Brasil, tenía que checar los registros y encontrarlo. Esperaba que solo hubiera un Sebastian.
–Ya se pude ir señora.
–¡No!–chilló–. No quiero...¡no quiero regresar a Azkaban!
La mujer se hecho a llorar y se puso de rodillas frente a Harry, suplicando por su vida.
–Señora Chang, usted no se irá a Azkaban, nos ayudo–dijo Harry–. Ahora se irá a su casa.
–¡Gracias!–chilló.
Seraphina entro y se llevo a Irina Chang fuera de la oficina de Harry.
El muchacho se sentó observando fijamente la puerta y luego Draco se puso en su campo de visión.
–Ahora solo necesitamos al tal Sebastian,
–Empezaré a investigar–dijo Megan–. Nos vemos.
Ella salió por la puerta y Harry soltó un gruñido, Draco se sentó y suspiro.
–Ya casi encontramos a Hermione, Harry, tranquilo.
–Se que la encontraremos pero...
–No sabe si esta viva o no.
–Exacto–respondió Harry chasqueando la lengua–. Tengo miedo de que no este viva.
–¿Piensas que esta viva?
–Sí.
–¿Entonces, por qué tantas dudas Harry? Si tu lo crees debe ser porque es verdad.
–¿Y si ella logró escapar?–preguntó Harry–. Es muy inteligente y pudo lograr salir.
–Si fue así...¿porque nunca te busco?
Harry dudo, se pasó las manos por el cabello desordenándolo aún más y luego suspiro.
–No sé. Pero siento como si...como si ella ya fuera feliz de alguna forma–comentó Harry–. Incluso lo he soñado. Sueño que ella sale de una casa y me dice que es feliz, que yo busque mi felicidad. Pero no estaré tranquilo hasta saber que esta bien.
–Son solo sueños Harry.
–¿Pero y si es verdad? ¿Que tal si mis sueños me enseñan algo?
–Es algo ridículo, ya hablas como Trelawney.
Harry bufó, esperaba que alguien le creyera sus locuras. Tal vez Luna lo haría. Ella siempre lo escuchaba cuando necesitaba hablar con alguien que no tuviera la mente tan cerrada.
–Bueno, ya estoy enloqueciendo entonces ¿no tienes nada que hacer acaso?
Draco sonrió burlón, colocó los brazos en los reposabrazos y observó a Harry com interés.
–Debo ir a ver a mis padres–respondió–. Pero ambos me darán un enorme sermón sobre que la linea de los Malfoy debe continuar.
–Debes casarte y tener un hijo entonces–respondió Harry de forma burlona.
–¿Yo? ¡Bah! ¿Y tu qué? El legado Potter debe continuar–se burló Draco.
Harry soltó un gruñido.
–¿Crees que no lo sé?
–Mira Harry–Draco pareció serio–. Ahora podemos ser los solteros codiciados, al menos yo, tu ¡puf! Con ese humos que ye cargas no conquistas a nadie...Pero, nos vamos a volver viejos.
–¡Que gran consejo del maduro!–exclamó Harry–. Hazlo tu primero entonces.
–No he encontrado a la indicada–sonrió Draco–. La verdad aún es algo lejano. ¿Sabias que Astoria me rompió el corazón?
Harry puso los ojos en blanco.
–No, no lo hizo y si lo dices frente a Megan no me meteré a defenderte, dejare que te golpee todo lo que ella quiera.
Draco soltó una carcajada.
–Te pondré de escudo humano y ya verás que no se anima a golpearme.
–Pero hablando en serio ¿de verdad quieren que te cases ya?
–Sip, mi mamá asegura que ya necesito una familia, dejar de vagar por el mundo sin rumbo y ser feliz. Ya que cumpliré veintitrés...ellis también alegan o mi madre es la que lo dice, que se están poniendo viejos y quieren nietos.
–¡Que horrible! Muchos mini-Dracos–se burló Harry.
Draco soltó una carcajada.
–Lo mismo sería de tantos enanos Potter correteando a los bellos mini-Dracos.
Ambos chicos soltaron una carcajada enorme que se escuchó hasta el Londres muggle.
–Ay Harry, que difícil cosa.
–¿Que hay de Ginny?
Draco abrió los ojos como platos.
–¿Qué...? Pues no...no creo...que...
–¡Oh vamos! ¿No recuerdas las miradas que le lanzabas?
–¿Y tu no recuerdas como nos llevábamos hace unos años?–dijo Draco.
–Claro que sí, pero lo que pasó con Ron y la guerra la han cambiado. Es una persona diferente.
–Todos somos diferentes.
–Ella comenzó a ver sus errores Draco, eso lo sé–dijo Harry–. Tal vez...
–¿Qué?
–Esta interesada en ti.
–¡Puf!...
–¿Puf? Oh vamos, tu también estas interesado en ella.
–¿Quieres hablar de eso Potter? Te sacaré todo lo que se de tus miradas.
–¿Así como qué?
–Para empezar Potter, creo que estas enamorado de...
–¡Lo tengo!
–¡Megan! Que gusto verte querida amiga.
–Hmmm...¿hola Draco? Bueno como sea, encontré el registro del tal Sebastian. Su nombre es Sebastian Simons y estuvo en Londres hace cinco años y medio. Seguro que durante ese tiempo se vio con Cho–Megan le entregó el folder a Harry, quien de inmediato lo abrió:

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