El Pasado Que Arrastramos | Elite |

7- Nuevos enemigos

Como todos los inicios de curso desde 2026, en Las Encinas se realizaba una fiesta de bienvenida a la que asistían los alumnos con sus padres. Esta fiesta se hacía al final de septiembre ya que varios alumnos, preferentemente los delegados de cada clase, ayudaban a los profesores a organizarla. Normalmente, algún alumno de bachillerato daba un discurso que empezaba con algo de historia del instituto y terminaba dándoles la bienvenida a los nuevos alumnos que iniciaban curso. Pero este año el director había decidido que el portavoz de aquel discurso fuera elegido aleatoriamente, todos aquellos que quisieran ser el centro de atención durante 5 minutos debería meter su nombre y curso en una urna y el primer nombre que sacase el director seria el afortunado. Ese jueves a las nueve de la mañana todas Las Encinas, profesores y alumnos, se habían enterado quien daría el discurso.

-Tendré que buscar quien es el arquitecto, quien pintó las paredes- enumeraba Georgina- que por cierto menudo color- se quejó viéndolas con desagrado.

-¿Eso no lo puedes hacer en tu casa? Me va a explotar la cabeza de tanto escucharte- dijo Claudia harta de ella.

-¿Por qué no te quedas en tu casa? Así no tengo que verte la basura que tienes por cara- se rio con sus amigas.

-Yo vivo en paz con eso, a ti tu madre te castiga mirándote a un espejo- respondió de lo más tranquila.

-Deja de insultarla- defendió a su hermana Álvaro- Ni siquiera sé qué haces aquí, no tienes apellido de renombre ni tu madre es conocida, no te creas importante por estar en este instituto.

-Lo dice el hijo de una limpiadora- rio Ester.

-El camarero de tu padre que hace en su tiempo libre, ¿macedonia?- preguntó acercándose a ella.

-Por lo menos mi padre no mató a una persona- le recordó.

-Fue por tu madre por que la mató y luego ella lo encubrió.

-Te recuerdo que mi madre término diciéndoselo todo a la policía mientras que la tuya escondía el arma del crimen.

-Te recuerdo que luego mintió en un careo y después volvió en una drogadicta.

-Te recuerdo que mi padre está vivo- dijo Ester aún más cerca de él.

La mano de Álvaro impacto fuertemente en la mejilla de Ester haciendo que su rostro girase. Claudia y Marta se posicionaron al lado de ella para alejarla de Álvaro y Jaime fue directo a empujar al castaño.

-¿¡Qué mierda te crees que haces!?- dijo empujándolo.

-Tienes que enseñarle a tu prima a cerrar la boca de vez en cuando, igual que las piernas- dijo sin dejar de mirarla.

Ese fue el detonante para que Jaime estampase su puño en la mandíbula de Álvaro tarándolo al suelo, lo cogió de la solapa de la camisa y lo empujo fuera de la clase haciendo que chocase con las taquillas donde siguió repartiendo golpes en la cara del chico.

-¡Que alguien llame a un profesor!- dijo un chico que no conocían mientras trataba de alejar a Jaime de Álvaro.

Un par de profesores consiguieron alejar al joven García de Álvaro que se quedó sentado en el suelo sangrando por toda la cara. Georgina salió a ayudar a su hermano mientras que Ester observaba la escena desde el interior de la clase junto con Claudia y Marta.

-¡Todos a mi despacho ya!- grito el director.

-Mi hermano es la única víctima aquí- le defendió Georgina.

-Señorita Benavent, he dicho todos a mi despacho- dijo firmemente.

Los seis adolescentes siguieron al director a su despacho, junto a ellos les acompañaba un chico al que no habían visto en su vida, pero que había tratado de parar el incidente. Aquel chico fue el primero en pasar, mientras que los demás esperaron en el pasillo. Los hermanos estaban lo más alejados posible de los 4 amigos que estaban en los bancos de en frente. Georgina le quitaba la sangre de la cara a su hermano, de vez en cuando les dedicaba miradas de odio a los culpables de todo eso. Álvaro apenas gesticulaba, observaba todos los movimientos de sus enemigos, Claudia era la única que hablaba, Marta sostenía el hielo en el moflete de Jaime, pues él también se había llevado un par de golpes, y Ester parecía ausente, solamente miraba al suelo sin prestar atención a lo que decía Claudia. Álvaro no le quitaba la vista de encima, después de lo que había pasado la odiaba mucho más y se juraba internamente hacerla sufrir.