1- Tener un futuro

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-¡Mama ya estoy aquí!- gritó Ester cerrando la puerta de su casa.

A pesar de que llevaban unos cuantos años viviendo ahí todavía la sentía como nueva y desconocida, prefería mil veces su querido pueblo, Montoro. También era el pueblo de la familia de su padre y allí había pasado la mayoría de su vida junto a sus padres y sus primos y claro sus tíos. Estar en la ciudad la incomodaba, el ruido, la contaminación, las múltiples obras que habían en las calles de Madrid no le agradaba.

Pero debido al trabajo de su madre se tuvieron que mudar y alejarse de sus primos. Obviamente no habían perdido el contacto ni de ellos ni de sus amigos, pero no era lo mismo.

-Has llegado antes ¿ha pasado algo?- pregunto su madre mientras se acercaba a ella y abrazarla como bienvenida.

Si en algo había cambiado Carla en esos años era en el afecto. Era muy cariñosa con su marido y sus hijos, para ella eran su vida entera. Ya no era aquella adolescente fría y manipuladora que era en Las Encinas. Su pasatiempo favorito era prestarle atención a su familia y cada vez que podía pasar una fogosa noche con su marido, pues la llama de su amor no se había apagado en ningún momento. No permitía a nadie que insultase a su familia y si alguien tenía el valor para hacerlo en ese mismo momento pasaba a ser su enemigo.

-El profe de literatura ha faltado, se ve que ha tenido un problema familiar- explicó deshaciéndose de sus zapatos- y como era última hora nos han dejado irnos.

-Justamente ha salido tu padre a por Itzan- le informo mientras iban juntas a la cocina.

Si algo admiraba Ester era el matrimonio de sus padres, era realmente el matrimonio perfecto. Ella sabía perfectamente su historia: como se conocieron, como se enamoraron, cuanto sufrieron... Pero al final tuvieron ese futuro tan soñado por parte de los dos

-¿Que vamos a comer?- le preguntó a su madre mientras la veía preparar las cosas para cocinar.

-Comida.

-¡Mama!- se quejó.

Carla se rio ante la frustración de su hija mayor, era algo que compartía no solo con su padre, sino también con su tío.

-Por favor- suplico poniendo ojitos de cachorro, sabía que eso derribaba a su madre, además no solo ella lo usaba también su padre utilizaba sus ojitos de cachorrito ara conseguir la afirmación de su esposa.

-No me pongas esa cara.

Si algo superaba las fuerzas de Carla era esa mirada. Ester era muy parecida a su padre. Tenía su mismo color de pelo y tenían exactamente la misma forma en las orejas, era tan decidida como él y nunca se rendía, eso sí, tenía la fuerza y la capacidad de tener todo bajo control como ella, al igual que compartían la misma esmeralda en sus ojos. Pero para su desgracia, Ester lograba derribarla con la mirada al igual que su esposo.

-Si no me lo dices me quedare aquí viendo como cocinas hasta averiguar el que es- dijo decidida

-¿Quién te ha dicho que yo voy a cocinar?

-¿No es lo que ibas a hacer?

-Los viernes tu padre cocina y lo único que te voy a decir es que es su receta estrella.

-¡Macarrones!- celebro en alto.

-Shhh- la calló Carla- tu hermano está durmiendo.

-Perdón- dijo tapándose la boca- es que me ha hecho mucha ilusión- se rio contagiando a su madre.

Se acercaba la hora de comer, pero como era su padre quien cocinaba, estuvieron hablando y poniéndose al día. A Carla le gustaba estar al tanto de su hija, ayudarla cuando tenía problemas y aconsejarla cuando no sabía qué hacer. No quiera ser una madre ausente como habían sido los suyos, quiera que sus hijos confiasen en ella para que por ningún motivo pasasen por las mismas situaciones por las que ella tuvo que pasar.

El Pasado Que Arrastramos | Elite |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora