15- Pesadillas

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Lucrecia no había parado de sudar desde que la habían encerrado, no había ventanas, la puerta era de metal y no tenia ninguna rendija por donde entrara la luz. Sabia que no estaba en la cárcel, sabia que esto era cosa de Andrea y Begoña ya que uno de los hombres que la habían visitado se lo había dicho. 

La habitación donde la habían encerrado era muy pequeña, en el suelo había una almohada y una sabana pero ningún colchón, tuvo que dormir en el duro y sucio suelo lo cual le estaba pasando factura esa mañana ya que tenia contracturas por toda la espalda. La única luz que tenia era la de una bombilla la cual fallaba de vez en cuando dejándola completamente a oscuras. También había un lavabo, pero Lu no se había atrevido a tocarlo ya que estaba realmente sucio y lleno de pelos que atascaban el desagüe. Junto a la puerta había un cubo en el cual debía hacer sus necesidades, a lo largo de la noche había vomitado dos veces producto de los síntomas del embarazo y llevaba una hora aguantándose las ganas de defecar ya que no había nada con lo que pudiese limpiarse.

No había parado de llorar desde que se la llevaron. Tampoco había separado sus brazos de su vientre, sentía un miedo profundo de perder el bebe ya tenia en la conciencia que habían secuestrado a Jorge y no podría soportar la perdida de su próximo hijo. 

Unos ruidos provenientes de la puerta la hicieron mantenerse alerta, cuando esta se abrió a Lu le costo acostumbrarse a la luz, un hombre apareció en la habitación y ella se espero lo peor. No pudo ver el rostro del hombre ya iba con un pañuelo que le tapaba hasta la nariz, un gorro y unas gafas, todo de negro al igual que la ropa y los guantes que llevaba. Noto como el sudor bajaba por su musculosos brazos y vio un tatuaje de una cruz en su antebrazo derecho. 

Sin decir nada sao una venda de su bolsillo trasero y se lo puso bruscamente en los ojos. 

-Por favor no me haga daño- sollozo ella

El hombre no dijo nada, la tomo de las manos y se las ataba con una brida. 

-¡Ah!- se quejo ella al notar la brida tan apretada

El desconocido la levanto y la guio por donde sea que estuviesen, ella iba notando las diferentes texturas del suelo ya que iba descalza, se tropezo con un escalon y se dio cuenta de que comenzaban a subir unas escaleras para despues atravesar  la puerta de lo que le parecio una trampilla. De repente el hombre que la había sacado hablo con otra persona en lo que reconoció como francés. Le dieron ganas de llorar al sentirse afortunada que en Las Encinas daba francés y pudo entender un poco de la conversación.

-¿No ve nada?- pregunto uno de ellos

-Esta bien tapada- respondió otro- llevaba a la habitación especial- dijo mientras que la empujaba para que el otro sujeto la sujetase

Después de eso dijeron algo mas que no entendió. El nuevo sujeto que la acompañaba la guiaba por otras escaleras a paso aligerado, tropezó varias veces pero gracias a la sujeción del desconocido no se cayo.

Se pararon en seco, tendría que haber una ventana abierta cerca ya que la brisa entraba haciendo que su pelo se moviera y chocase con la venda que tenia en los ojos. Agradeció esos segundos en donde el viento choco con ella ya que en la habitación donde había estado el ambiente que cargaba era muy cálido. 

El hombre la soltó y escucho como abría lo que parecía un bolso. Al no sentir manos a su alrededor pensó en salir corriendo pero el desconocido pareció leerle la mente.

-Ni lo intentes- dijo con acento francés- si no el castigo será duro.

¿Castigo? ¿Qué castigo?

-Por favor sáqueme de aquí- suplico sollozando

-No lo hará- dijo una voz femenina

Unos tacones resonaron por la sala donde estaban y escucho como abrían un puerta donde el hombre la empujó levemente hasta lo que parecía una cómoda cama. El sujeto volvió a soltarla y lo sintió alejarse de ella.

El Pasado Que Arrastramos | Elite |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora