16- La cruda realidad

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El jueves 14 de noviembre a las 20:09 de la tarde. Miguel García Nunier, de tan solo 9 años, fue atropellado muriendo en el acto. 

Los dos hombres que le perseguían huyeron en el momento que vieron un brote de sangre salir de la cabeza del niño. El propietario del vehículo les grito, pero se centro en llamar a una ambulancia para que lo atendiesen, pero era demasiado tarde.

Miguel ya no respiraba.

No había nada que hacer.

En la acera contraria a la academia de karate donde asistía Miguel, se descubrió el cuerpo sin vida de Raúl, una bala de una Glock 18 había atravesado su cabeza.

Poco después de que la ambulancia y la policía llegase, se tuvo que informar a los padres del niño lo sucedido.

Marina lloraba desconsoladamente en el suelo del comedor de su casa abrazada por Nano que también lloraba con el corazón roto en mil pedazos.

Ernesto no tardo en llegar a la casa de la familia y comenzar a dar ordenes para que atrapasen cuanto antes a los asesinos de Miguel y Raúl.

Trataban de buscar algún testigo, alguien que hubiese escuchado o visto algo, pero a esas horas pocas gente andaba por la calle y la poca que estaba fuera no servía de ayuda pues no sabían nada. 

El conductor del coche tampoco aporto mucho, lo único que sabia era de un momento a otro algún empujo al niño a la carretera justo cuando el pasaba y termino atropellándolo. Cuando bajo del vehículo, vio como dos hombres vestidos de negro salían corriendo pero no los persiguió y el resto... ya se sabia.

Nano y Marina trataban de analizar lo que les acababan de contar, escuchaban a Ernesto desde el pasillo hablar por teléfono, gritando y dando ordenes especificas.

No podían creer que no iban a ver a ver a su hijo nunca mas, no volverían a oír su voz ni su risa, no volverían a despertarlo tarde los sábados y los domingos, no volverían a verlo llevar una medalla de karate, nunca mas le cantarían cumpleaños feliz y nunca mas volverían a verlo ilusionarse cuando veía los regalos en el árbol de navidad.

-Tuve que ir a recogerlo ...- dijo Nano con la voz ahogada

-Nano...- susurro Marina abrazándolo

-Tuve que dejar lo que estuviese haciendo e ir a por el- lloro junto a su esposa

Marina levanto su mentón obligándolo a mirarla.

-No es tu culpa- dijo, y prosiguió a hablar cuando vio que nano iba a rechistar- los únicos culpables son quienes se lo quisieron llevar

Volvieron a fundirse en los brazo del otro, deseando que todo eso fuera una pesadilla, pero no lo era. Estaban en la vida real y su hijo se había ido para siempre. 

Ernesto entro en la sala viendo a los padres abrazados y desbastados, se le habían escapado unas cuantas lagrimas cuando les tuvo que dar la noticia y eso que el no era de llorar. Pero no lo pudo evitar, conocía a Miguel desde que había nacido, él le incito a adentrarse en el mundo de las artes marciales y pensar que Miguel nunca volvería a mostrarle una nueva llave de las que había aprendido le rompía el corazón.

-Haremos todo lo posible para acabar con esas desgraciadas os lo prometo- dijo sentándose en frente de ellos

La cabeza de Marina se levanto rápidamente al volver por un segundo a la realidad y es que con toda esa horrible noticia se les había olvidado que Jaime también estaba en la calle y podían ir a por el.

-Jaime... ¿Dónde esta Jaime?- pregunto buscando su móvil para llamar a su hijo mayor

-Iré a buscarlo- se levanto de inmediato Ernesto

El Pasado Que Arrastramos | Elite |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora