5- Vuelta a Las Encinas

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Ester llegaba como siempre a Las Encinas: Deslumbrando a cada paso. Los chicos la miraban con lujuria, recorrían su cuerpo de arriba a abajo y más de uno no se callaba los comentarios desagradables acerca del cuerpo de una mujer bella. Las chicas por el contrario la miraban con envidia. Algunas querían ser como ella, la chica popular a la que invitaban primera a las fiestas, envidiaban su fama y la forma en la que los chicos caían rendidos sobre esta. Otras no admitían que la envidiaban aunque fuera esa la verdad, su porte y elegancia era lo primero que destacaba de ella junto a su belleza y no soportaban que todos y todas la mirasen como una semidiosa.

Ester disfrutaba de la envidia que provocaba en las chicas, notaba las miradas de envidia y odio y no sabía que le gustaba más. Sin embargo no le agradaba tanto que tantas miradas lujuriosas de los chicos se posasen en ella, no buscaba enrollarse con un tío distinto cada fin de semana y ganarse el título de guarra en el instituto. Se había enrolado con unos pocos tíos en su vida, no había llegado a tanto como para perder la virginidad, pero tampoco se consideraba una inexperta.

-Buenos días- saludo asomándose a la puerta del despacho del director- ¿puedo pasar?

-Claro que si Ester- sonrió el señor Valbuena.

David Valbuena llevaba 9 años en Las Encinas y 4 como director. Era un docente muy querido en el instituto y buscaba ayudar lo mejor posible a sus alumnos cuando estos le pedían consejo. A pesar de su avanzada edad, la cual nadie sabía exactamente, era un hombre avispado y tarde o temprano se daba cuenta de las cosas que ocultaban los alumnos.

-¿En qué puedo ayudarte?

-Verá mi primo va a mudarse a la cuidad y sus padres quieren que vaya al mismo instituto que yo, aparte de que es el mejor claro está- elogio falsamente interesada- Hay plazas ¿verdad?

El plan iniciaba ya y era ella quien lo abriría con broche de oro, si esto salía mal, todo el plan que habían creado sus padres y tíos se iría a la mierda desde el principio.

-Claro que hay plazas en Las Encinas la plazas son infinitas y más para un familiar de los García Rosón- sonrió

-Pues si quedan plazas tengo que pedirle otro favor- dijo apoyándose en la mesa, esta vez más seria- hay otra persona que se va a mudar a la cuidad y la hija de esta persona, que es amiga de la infancia de mis padres- exagero- quiere estudiar aquí ¿se podría?

-Ya sabes a qué tipo de personas se aceptan aquí Ester- le dijo copiando su posición- mientras tenga el dinero suficiente para pagar la plaza y notas aceptables entrará aquí de sobra- sacó unos papeles de su cajón y la volvió a mirar- ¿sus nombres por favor?

-Jaime García Nunier y Claudia de Bormujo






Lucrecia caminaba nerviosamente por su dormitorio, en todo el fin de semana no había dejado de pensar en aquella Reunión de antiguos alumnos del viernes.

"Ojala no hubiésemos ido"- pensaba.

No tendría que haber vuelto a Madrid, se había dado cuenta del error masivo que había cometido al volver al epicentro de sus pesadillas, a la boca del lobo. Ellos todavía no habían decidido si ayudar en el plan, lo último que querían era que algo le pasase a su hijo pero tanto Valerio como ella misma temían que los episodios del pasado se repitiesen de nuevo.

-Lu, alguien quiere verte- dijo Valerio dejando pasar a Carla- os dejo a solas.

Lucrecia no se movió de donde estaba, le dolía demasiado la cabeza como para levantarse y mirar para otro lado e ignorar a Carla.

El Pasado Que Arrastramos | Elite |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora