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Cuando Ginny vio en el enorme espejo, escuchó; Jamás esperó verso de esa manera en algún momento de su vida. Si bien, en muchas ocasiones, se había vestido con alguno de los tantos vestidos de su hermano Eugene, jamás había tenido algo propio, algo de... ella.

Molly sonrio levemente al ver cómo su hija se contemplaba absorta. Su mente retrocedió en el tiempo y recordó a su hijo, a Severus; este había tenido la misma actitud la noche del cumpleaños de James, emocionado de que su romance fuera aceptado, aunque claro... ya se sabía lo que había ocurrido.—Ya deberías ir subiendo, cariño.

Ginny respiró ruidosamente.—Estoy algo... temerosa. Yo no quiero que... bueno, esta noche salga mal. De verdad deseo que el rey acepte que Harry y yo nos casemos.

—Él aceptará, cariño. No tienes que preocuparte.—La tranquilidad en las palabras de su madre hizo que la pelirroja se sintiera confundida.

Ginny observó a su madre.—¿Por qué estás tan segura?—preguntó.

La mujer irritante.—La historia no puede repetirse dos veces, cariño.—Se acercó a su hija y la acompañó hasta fuera de la habitación. Fred, uno de sus hermanos (que además era un guardia en el castillo), le esperaba para escoltarla al salón principal del castillo.—Ahora ve, y sé feliz, cariño.

El estómago de Ginny se retorció, y siendo escoltada por su hermano, asintió.


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Lily ayudó a su hijo a acomodar un pequeño corbatín que le hacía ver más elegante. Cuando la pelirroja terminó, miró a Harry con una sonrisa.—Eres igual a tu padre; cuando sea mayor, serán una gota de agua.

Harry torció el gesto.—Mientras no tenga esa actitud que tiene, puedo acostumbrarme.

Lily suspiró, hizo que su hijo tomara asiento para peinar su cabello hacia atrás.—Le pedí que asistiera, aunque ya te haya dado una respuesta. No debe faltar a este momento.

Harry se ve en el espejo. Si no fuera por los ojos verdes de su madre, su padre y él serían prácticamente iguales.—Ya me dejó claro que mi vida no le importa, mamá.

—Cariño, claro que sí le importa, es tu padre, él te quiere aunque no lo demuestre.—murmuró la pelirroja mientras esparcía colonia sobre el cuerpo de su hijo.—Solo debes tener mucha paciencia con él, tu padre es una buena persona .

Harry quiso reír.—¿Buena persona? Mamá, por favor, no te engañes. Sabe que papá jamás lo sería, o al menos no con nosotros.—murmuró, luego observó a su madre a través del espejo.—¿Por qué aceptaste casarte con él?

Lily se removió incómoda.—Bueno, mis padres y los suyos ya tenían un compromiso concertado, y ambos lo cumplimos.

El chico de ojos verdes bajó la vista.—¿Y llegaste a enamorarte de él? ¿Tú... has sido feliz a su lado?—preguntó por primera vez. Siempre había deseado hablar con su madre sobre eso, aunque James esperaba hacerlo el día de su cumpleaños.

Lily tragó ruidosamente.—Bueno, no fue difícil enamorarme, conoció a tu padre desde pequeña y, bueno... me gustaba, pero no tenía muchas esperanzas de que se casara conmigo.

Harry la observó.—¿Por qué? ¿Te rechazo?

Lily torció el gesto.—Tu padre estaba atravesando un momento difícil.

—Difícil? ¿Cuál sería? ¿Matar a uno de los caballos porque éste le resopló en la cara luego de una cabalgata?

Lily ignoró a su hijo. Recordó la expresión sombría de James en la fiesta de su compromiso. ¿Cuántos meses habían pasado desde que ese chico... desde que Severus había muerto? ¿Cinco? ¿Seis?—Tu padre es un gran hombre, es lo único que puedo decir.

El deseo del Príncipe [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora