Capítulo 22

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Diego:

Sonrió satisfecho y emprendo rumbo a mi casa. He dejado a la princesa traidora con la palabra en la boca, mañana será un grandioso día, estaré dispuesto a hacerla sufrir por todo lo que me hizo, así la ame con todo mi corazón, no voy a negarlo, cuando la vi después de tanto tiempo. Mi corazón salto como un loco al tenerla tan cerca de mí, ella está más hermosa que nunca, pero no me puedo dejar envolver por su belleza otra vez, tengo que seguir con lo que prometí, ella sufrirá y su padre también. Al día siguiente ya me encontraba en Reverte Enterprise nuevamente, el ascensor me deja en el piso correcto y sonrió apenas veo a Laura la secretaría de Roberta, creo que me divertiré un rato en esta empresa.

Diego: Hola Laura, ¿Como has estado? –Saludo amable.

Laura: Hola señor Bustamante, muy bien ¿Y usted? –Se levanta y me extiende su mano para saludarme. __La señorita Reverte se encuentra en su oficina, ya estoy al tanto de donde se va a ubicar usted, sígame. –Asiento sonriente y ruedo los ojos en cuanto se da la vuelta. Me molesta que me nombre a Roberta cuando no pregunte por ella, en fin, ahora la voy a ver todos los días, sigo a Laura sin prestarle atención a nada más y alzó una ceja cuando se detiene justo al lado de la oficina de Roberta. __Es aquí, como usted ahora es el vicepresidente, esta será su oficina. –Indica y suspiro. Cuando estoy a punto de entrar la puerta de la oficina de Roberta se abre y ella sale junto a Mia riendo.

Diego: Buenos días Mia. –Saludo algo amable pero con un toque de seriedad. Ambas voltean a verme, Roberta se sonroja.

Mia: Hola, buenos días. –Sonríe. Se acerca a mí y deja un pequeño beso en mi mejilla. __Veo que ya te vas a instalar en tu nueva oficina, eso me alegra. –Asiento y sonrió. Roberta no deja de mirarme con timidez, no preciosa tus encantos ya no me convencen.

Diego: Si bueno, digamos que vine a poner orden a esta empresa llena de caos, la administración es malísima. –Digo serio. Roberta me mira y alza una ceja molesta, sonrió por mis adentros por su cara molesta.

Mia: Eh... Bueno esto es... Yo me voy a mi oficina. –Dice incómoda y se va dejándome solo con Roberta ya que Laura también se fue.

Roberta: ¿Mala administración? ¿En serio Diego? –Dice molesta y me encojo de hombros.

Diego: Mentira no es, además a esta empresa le hace falta alguien que sepa de verdad. –Le guiño y ella asiente cabizbaja. Pobre, esta derrotada.

Roberta: Quizá tengas razón, mi trabajo no vale nada, de hecho nunca valió. –Se da la vuelta y entra en su oficina nuevamente. Entró en mi oficina y expulso todo el aire retenido.

Diego: Dios, te tengo a solo un paso mi niña hermosa, solo una pared nos separa, ¿Que te pasa? Esa mujer te traicionó, por lo tanto no te debes dejar envolver por ella. –Habló serio y observo todo a mi alrededor. __Me pregunto si... –Miro fijamente la biblioteca y me acerco. Toqueteo todos los libros, al tocar uno del medio la biblioteca se abre, sonrió y entró al pasadizo, camino y llegó hasta donde Roberta me trajo por primera vez. __Aquí te hice mía por primera vez. –Susurro y me siento en el sofá. Acaricio suavemente el medio y suspiro.

Roberta: ¿Qué haces aquí? –Volteo a verla y noto que está llorando. Su voz suena apagada. __Contéstame, ¿También me quitarás mi lugar aquí? –Me levanto y sonrió irónico.

Diego: No le voy a quitar nada señorita, puede estar tranquila. –Me cruzó de brazos y ella asiente.

Roberta: ¿Porque estás aquí? Tú me odias, tu actitud y tu forma de tratarme me lo demuestra. –Su voz se apaga. Sonrió como si no le afectará y me siento nuevamente en el sofá dándole la espalda.

Diego: Casualmente la biblioteca que tengo en mi oficina me trajo hasta aquí, no me agrada mucho estar aquí pero bueno. –Digo sin importancia y todo se queda en silencio. Siento sus pequeñas manos en mis espalda, luego pasan a mis hombros y me abraza mientras recuesta su rostro en mi nuca.

Roberta: Te extraño. –Susurra y cierro los ojos al sentir sus besos en mi nuca. __¿Como llegaste a esto? Habla conmigo, cuéntame todo lo que sucedió. –Acaricia mi cabello y ahora recuesta su barbilla en mi hombro.

Diego: ¿De que habla? –Me hago el desentendido volteo y rodea sus brazos en mi cuello. _Qué le pasa? A ver, le explicó señorita, yo con usted no tengo nada que ver, y me arrepiento de lo que pasó, yo no tenía idea de la clase de persona que es. –Susurro cerca de sus labios. Tomó sus manos y las quito de mi cuello, sus ojos se cristalizan y niego enojado.

Roberta: Diego sé que te cause mucho daño, yo no quería lastimarte, yo te amaba, te amo, por eso te oculte lo de Santiago, yo jamás...

Diego: Y por eso se casó, ¿No es así? Me amaba tanto que se casó, ay Robertita, eres tan falsa, eres igual a tu padre, la misma escoria tal para cual. –Me levanto serio.

Roberta: Yo no me quería separar de ti, sé que actúe mal, pero no me digas esas cosas porque me estás haciendo daño, nunca me compares con mi padre, somos muy diferente. –Llora quebrada y río sarcástico. __Mi amor por favor confía en mí, mi papá me obligó a hacer todo esto, esto yo no lo quería. –Llora y se acerca a mí. Niego y retrocedo.

Diego: Y seguimos con las mentiras, hágame un favor y no sea tan cínica, y ahórrese todo esto. –Digo en tono hiriente. Ella retrocede y lleva una mano a su pecho, la miro un poco preocupado porque así comienzan sus crisis.

Roberta: Me duele un poco la cabeza. –Susurra y se tambalea un poco. Corro y la sostengo entre mis brazos, sus ojos se cierran y se deja caer.

Diego: Maldición, son tus crisis mi amor. –La cargo y me dispongo a salir con ella. Llegó a recepción sin que nadie nos vea, la subo a mi auto para llevarla con su amigo el doctor.

Solo espero que este bien.

Princesa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora