Capítulo 31

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Roberta:

No puede ser. Mi papá no puede verme aquí, si lo hace se acaba todo para mí, Diego me pide que me calme, pero tengo miedo, no quiero separarme de él, ambos sufrimos mucho y yo creo que ya esta bueno de tanto dolor. Diego toma mi mano y me lleva con el hasta el jardín de su casa, gracias al cielo nadie se dio cuenta que bajamos, cierro los ojos con fuerza al sentir un mareo, respiro profundo y me dejo caer en un pequeño sillón, tengo náuseas creo terminaré expulsando todo de mi estómago en cualquier momento.

Diego: Hey, mi vida, tranquila, Martin no te va a ver. –Trata de calmarme. Eso ya no me preocupa, sé que Alejandro se lo llevó a su despacho, estoy así es por lo mal que me siento, creo que enfermare por tanto estrés.

Roberta: Diego, me siento muy mareada, tengo náuseas. –Le digo con dificultad. El me mira alarmado y me toma entre sus brazos.

Diego: Por favor aguanta mientras te llevo con tu amigo el doctor, deben ser una de tus crisis. –Dice frustrado y niego como puedo.

Roberta: No... No, esto no es ninguna crisis, yo sé que no, solo subamos a tu habitación. –Susurro y recuesto mi cabeza en su pecho para no sentirme tan mareada. El asiente y me sube a su habitación, cuando me bajo de sus brazos corro directo al baño y expulso todo, esto se siente fatal.

Diego: Rob. –Me llama y toca la puerta insistente. __Amor, ¿Estas bien? Por favor dime algo. –Dice desesperado. Como puedo llegó hasta el lavado y lavo mi boca, lavo mi cara y suspiro, uff por lo menos ya estoy un poco mejor. __¡Roberta, por amor al cielo! –Dice angustiado y decido salir.

Roberta: Estoy bien, amor. –Digo con voz rasposa. Noto lo angustiado que esta, pobre mi bebé.

Diego: ¿Segura? Dios, te juro que si te pasa algo me muero, Princesa. –Me abraza por la cintura y besa mis labios repetidas veces. Ay lo amo tanto.

Roberta: Ya paso, solo es el estrés. –Lo miro a los ojos y acarició su nuca. __Te amo con todo lo que soy, mi príncipe precioso. –Digo como niña pequeña y lo beso castamente.

Diego: Yo te amo, te amo y no quiero que nada malo te pase, no quiero perderte, mi niña hermosa. –Junta su frente con la mía y sonrió.

Roberta: No me vas a perder, siempre estaré a tu lado. –Atrapa mis labios en un beso pausado y suspiro sobre estos.

Diego: Vamos a llevarte a tu casa, en la noche te buscó, quiero que duermas conmigo hoy. –Dice sobre mis labios y asiento.

Roberta: Si, lo que tú quieras, soy toda tuya. –Lo beso.

Diego: Siempre mía. –Me aprieta a él y sonrió. __Vamos. –Toma mi mano y bajamos al estacionamiento sin que nadie nos vea. Martin sigue con Víctor y eso nos da ventaja, Diego me deja en la entrada de mi casa y nos despedimos con un beso, entró en mi casa con una enorme sonrisa, que al instante se borra al ver a mi querido esposo parado en frente de mí.

Santi: Que sonrisita la tuya, ya veo que pasaste una gran tarde. –Su rostro no tiene ninguna expresión. Bufo a lo que me dice y cruzó mis brazos.

Roberta: ¿Y mi mamá? –Pregunto ignorando todo lo que me dijo y sonríe irónico.

Santi: Lo que haces para evadirme, para ignorarme y no hablar conmigo. –Niega sarcástico y suspiro. Dios, dame paciencia.

Roberta: Santiago, yo no tengo nada que hablar contigo, al menos nada que tenga que ver con mis sentimientos hacia ti, eres mi mejor...

Santi: Imigui y ti quiri cimi til. –Me interrumpe molesto. Retrocedo un paso algo confusa. ¿Desde cuándo actúa así? __ ¿Sabes? He tenido mucha paciencia contigo, Roberta, pero a veces las personas se cansan, y yo ya llegué a mi límite. –Dice serio. Tan serio que me da escalofríos.

Roberta: Eso se soluciona fácil, pidamos el divorcio y se acabó. –Me encojo de hombros. Me mira furioso y se acerca a mí. ¿Dónde quedo el Santiago dulce?

Santi: Estas loca si piensas que te voy a dar el divorcio, tu papá me dio el mejor regalo, no sabes lo que me costó tenerte, y ahora que te tengo no te voy a dejar ir tan fácil. –Dice entre dientes. Lo miro perpleja.

Roberta: No soy un objeto, Santiago. ¿Qué te pasa por la cabeza? Cuando tú y yo nos casamos sabias que era por obligación, sabias mis sentimientos, dijiste que me ayudarías, ahora me decepcionas actuando así. –Lo miro nerviosa. Santiago comenzó a darme miedo.

Santi: ¿Tú no te das cuenta verdad? –Susurra y ríe irónico. __Eres muy hermosa y dulce, tu forma de ser y de actuar me enamoran cada día más, Roberta eres todo en mi vida, no tienes idea de todos los hombres que se mueren por ti, yo me siento afortunado de tenerte, pero tú no, tu solo mueres por uno, el imbécil de Bustamante. –Dice esto último con odio y cierro los ojos. Me estoy mareando de nuevo. __ ¿Que tiene el que no tenga yo? Dime mi amor, por favor dime. –Suplica.

Roberta: Yo... –Musito y me tomó de la cabeza. Siento que se me va el mundo.

Santi: ¿Que tienes, Rob? –Se acerca más a mí y retrocedo.

Roberta: Me siento muy mal. –Logró decir. Siento como sus manos se posan en mi cintura y todo se vuelve negro. Me remuevo un poco y abro mis ojos lentamente, estoy en mi habitación, ¿Como llegue aquí?

Santi: Ya despertaste mi vida. –Sus labios se posan en los míos y abro mis ojos sorprendida.

Roberta: ¿Qué haces? –Lo empujó y noto que estoy desnuda. __No puede ser. –Susurro y miro a Santiago. __ ¿Que paso aquí? –Digo un poco alterada y me cubrió más con la sabana.

Santi: ¿No lo recuerdas? Anoche hicimos el amor. –Sonríe y yo niego más que angustiada.

Roberta: ¡Eso es mentira! Santiago, tú y yo no tuvimos nada. –Miro todo a mi alrededor. Estoy más que asustada, yo no pude cometer ese error, observo a Santiago, solo tiene una sábana envuelta en su cintura. __Por favor dime que no. –Pido en un hilo de voz.

Santi: Es que si paso, gracias mi amor, fue una noche increíble...

Roberta: ¡No! ¡Mentira! ¡Vete de aquí! ¡Vete ahora! –Me levanto con la sabana envuelta en mi cuerpo y lo empujó fuera de mi habitación.

Santi: Roberta, hablemos... –Cierro la puerta en su cara. Me tomó del cabello frustrada y niego.

Roberta: No, yo no me acosté con él, no puede ser, Diego perdóname. –Lloro quebrada mientras me dejó caer al piso y abrazo mis rodillas. Se dan unos toques a la puerta. __ ¡Vete, Santiago! ¡No quiero verte! –Grito quebrada.

Mia: Soy yo amiga, Mía. –Me levanto rápidamente y corro para dejarla entrar. Por inercia en cuanto la veo lo primero que hago es lanzarme a sus brazos y llorar. __Roberta, ¿Qué hiciste? –Me pregunta y se separa de mi para verme.

Roberta: No estoy... No estoy segura... Santiago dice que me acosté con el anoche, Mia no me acuerdo de nada. –Lloro entrecortada y muerde su labio preocupada.

Mia: Rob, Diego te vio. –Dice y retrocedo en shock.

Roberta: ¿Qué? –Digo en un hilo de voz.

Mia: Si, anoche te vio como dormías al lado de Santiago, no ha parado de gritar y de lanzar todo a su paso en su casa, está destrozado. –Mis piernas se debilitan y lentamente caigo.

Mi vida es una pesadilla.

Princesa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora