Capítulo 23

171 12 0
                                    

Roberta:
Abro los mis ojos con lentitud y hago una mueca de dolor. Tomo mi cabeza con ambas manos y me siento en el borde de la camilla, estoy en el consultorio del idiota de Méndez otra vez. Diego, tengo que hablar con él, esto no puede quedar así, como puedo me levanto, pero un pequeño mareo azota mi cuerpo, ¡No lo soporto más! No soporto más a estas crisis, ya me tienen harta, me dispongo a caminar, pero la puerta se abre dejándome ver a Giovanni, me mira serio y niega enojado.

Roberta: Ni se te ocurra decirme algo, bastante tengo con aguantarme los sermones de Mia. –Habló firme y ruedo los ojos en cuanto se acerca a mi para hacer que me siente en la camilla.

Giov: Aquí el doctor soy yo, así que aquí decido yo. –Dice serio y bufo. __Vamos mi niña tienes que colaborar conmigo, es por tu bien, te estás haciendo daño tu misma y no te das cuenta, eres demasiado terca. –Dice frustrado y está vez suspiro. Giovanni tiene el mismo instinto protector que Dereck, es por eso que ambos me llaman "Mi niña" para ellos dos soy eso, siempre me cuidan.

Roberta: Tu no lo entiendes pollo, esto no lo provocó yo, vienen solas y ya quiero que desaparezcan, por favor has que se detengan. –Lo miro suplicante y siento como una lágrima se desliza por mi mejilla.

Giov: Esto lo detienes tú, cuando te cuides y ya no te estreses, cuando hagas lo que te hace bien solo a ti. –Acaricia mi mejilla y lo abrazo. Sus manos rodean mi cintura y lloro en silencio, necesito desahogarme.

Roberta: Tú no tienes idea de lo que odio a Martin por esto, él es el culpable de que yo sea así, estas crisis son por su culpa. –Sollozo y me aferró más a él.

Giov: Lo se mi niña, cuanto no daría para que no sufras más, sé que él te obliga a hacer cosas que no quieres, lo que no entiendo es porque te dejas. –Susurra mientras acaricia mi cabello y me tenso un poco. Nadie puede saber nada.

Roberta: ¿Dónde está la persona que me trajo hasta aquí? –Decido cambiar de tema y el me mira.

Giov: Se fue apenas te trajo, era un chico, su acento era un poco similar, si no me equivoco viene de México. –Dice seguro y sonrió un poco. Tú me trajiste mi amor, al final si te importo después de todo. __Pero al rato vino Santiago, así que te está esperando. –Me ayuda a levantarme y salimos hasta el pasillo de consultas. Santi me ve y corre hasta a mí.

Santi: Mi amor, ¿Estas bien? –Pregunta preocupado y asiento.

Roberta: Estoy bien, no te preocupes, mejor vámonos. –Toma mi mano me despido de Giov. Él me dice que cuide y bla bla bla, en fin, ahora término en el auto de mi esposo rumbo a mi casa.

Santi: Te están dando muy frecuentes esas crisis amor, ¿Qué pasa? ¿Es el estrés? –Pregunta mientras conduce y suspiro mientras me recuesto en la ventanilla del auto.

Roberta: Si es eso, ¿Quién te dijo que estaba en el hospital? –Pregunto mirándolo.

Santi: Te sonara raro, pero me llamó Bustamante, me dijo que te habías sentido mal en la empresa y que tuviste una de tus crisis, cuando llegue él no estaba. –Se encoge de hombros y miro a otro lado. Por Dios Diego, que básico eres, llamar a Santiago para que arregle el problema que tu causaste. No digo ni una palabra más y apenas llegó a casa subo y me encierro en mi habitación, Santiago y yo no dormimos juntos, simplemente no quiero compartir la cama con él, es más, ni siquiera hemos tenido relaciones, no quiero que me toque tampoco, mi cuerpo es y será siempre de Diego, solo lo quiero a él a nadie más, mi cuerpo solo reacciona ante él, me acuesto pensando en cada una de las palabras hirientes que el amor de mi vida me dijo esta mañana, tanto así hasta que me quedé dormida, al día siguiente ya me encontraba en mi oficina a punto de volverme loca ya que tenía una reunión en cinco minutos y no tenía ni una copia de los documentos.

Princesa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora