CAPITULO 22: Es una pesadilla

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-¿Por qué me golpeas?- me dirigí a ella mientras la sangre llegaba a mis labios.

-¿Me preguntas por qué? Estás hablando tonterías, ¿cómo se te ocurre decirle eso a Fabián? ¿por qué mientes?

-Mamá no miento, Raúl abusó de mí ya no quiero estar en esta casa si él está cerca- las lágrimas surgían en mi lagrimal, una tras otra salían, tomé un trozo de tela y limpié la sangre que escurría por mi nariz.

-¡Eres una mentirosa!, desde que te desapareciste te has vuelto rebelde- mamá estaba mas enfadada que nunca, me levanté del suelo con el cabello desarreglado y el rostro irritado.

-¡Por eso me escapé mamá! Creeme por favor- me acerque a ella unos cuantos pasos y otra bofetada llegó a mi rostro ésta vez fue mas dolorosa que la anterior, y con más fuerza.

-¡Ya cállate Sam! No quiero volver a hablar de esto- me dio la espalda para después salir de mi habitación dando un fuerte portazo.

Me tiré al suelo nuevamente, mis manos estaban sucias de sangre, el rostro me ardía. Yo sabía que iba a pasar esto, ella no me creería puesto que estaba cegada por Raúl, ese hombre de buen ver y ojos azules que aparentaba ser un ángel cuando realmente era un demonio.

¡Eres una estúpida!, me lo repetí una y otra vez, tomé una navaja que tenía en mi habitación y comencé a cortarme las piernas, quizá así olvidaría aquella noche, quizá ya no guardaría la sensación asquerosa de Raúl tocándome. No me basto cortarme las piernas, acerqué la navaja a mis partes íntimas e hice una cortada mas profunda, la sangre brotaba como agua de una fuente. El dolor comenzaba a dismunuir mientras iba perdiendo más la conciencia. Me paré deprisa y entré a darme una ducha, me senté en la bañera aún con ropa y dejé que el agua helada se llevara toda mi suciedad, mi dolor. Mi madre no estaba en casa al parecer se había marchado con Raúl a hacer las compras, terminé de darme la ducha y ésta vez si sentía un dolor inmenso debido a las cortadas. Me vestí con unos jeans flojos y una playera extragrande (ideal para dormir).

Eran alrededor de las 9 de la noche, no sabía como era que las horas habían pasado tan deprisa. Tomé mi teléfono celular y tenía mas de 10 llamadas perdidas de Fabían, y 1 mensaje en whatsapp de Yenifer, mi amiga.

Hola bebé ya estoy de vuelta, ¿quieres que vaya a tu casa?

¡NO! Dije en voz alta, no podía si quiera moverme del dolor, mis ojos estaban hinchados y rojos la voz quebrada y la mirada perdida era mas que obvio que no quería que alguien me viera de ésta manera.

Lo siento Yenifer pero ando muy enferma, hasta la próxima semana creo que estaré bien.

¡Sam por Dios que pretexto tan mas tonto! Tu aunque estés enferma siempre sales. Dime la verdad.

Me cachaste, pero ahorita no puedo contarte. Tampoco quiero ver a nadie, hablamos regresando a clase.

Está bien cuentas conmigo.

Gracias.

Adiós bebé.

Arrojé mi teléfono al suelo y me cubrí bajo las sábanas, minutos después me llegó un mensaje de texto. Era de mi padre.

Hola hija tu madre me comentó que querías hablar conmigo.

Si quería hacerlo, deseaba abrazarlo con fuerza y contarle lo sucedido pero estaba segura que él actuaría de manera agresiva al saber lo ocurrido con Raúl.

Papi quiero ir contigo.

Eres bienvenida solo que ya sabes como es tu madre.

Caminando junto a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora