Fabian Valladares
Habían transcurrido más de dos años desde que culminó mi relación con Samantha, decidí darle un giro a mi vida de manera radical, el pecho me dolía cada vez que la recordaba, en varias ocasiones Melany me preguntaba por Sam, también la abandonó sin siquiera avisarle que dejaría de venir a casa sin darle el ultimo adiós aunque sea una despedida a señas, pero Sam no volvió y Melany fue tomando rencor hacia ella ya que la consideraba alguien muy importante en su vida, la última vez que Melany mencionó a Sam fue para dejarla ir completamente de su vida.
-Sam sigue sin llamar, no me ha buscado prometió salir conmigo y simplemente se fue- decía entre sollozos.
-Mel, Sam tiene sus razones que tú y yo no conocemos y tampoco comprendemos pero ella no te ha dejado de querer- la acerqué a mi pecho tratando de calmarla.
-El amor se demuestra hermano, ella no puede decir que me quiere cuando sus actitudes dicen lo contrario, no ha llamado, no ha escrito, no sé nada de ella simplemente me sacó de su vida y eso mismo haré yo- jamás había escuchado hablar a mi pequeña hermana de esa manera, se safó de mí y se dirigió a su cuarto, vaciaba su última reserva de lágrimas para Sam, era momento de dejarla ir.
Melany se encontraba destrozada, la vi llorar noches enteras, hablaba muy poco, sus juguetes comenzaban a llenarse de polvo por la falta de uso, su rostro carecía de aquella luz que caracterizaba a mi hermana, sentí un ligero rencor hacia Sam, jamás comprendí sus razones por las cuales había decidido marcharse, quizá no fui la persona que lograra sacarla de su obscuridad.
A pesar de cada uno de sus errores la seguía amando, en secreto, en sueños, en mi mente solo retumbaba su nombre, aún cuando me encontraba con Esmeralda, Sam seguía en mi cabeza, sobre todo en mi corazón.Al pasar los años me fui convirtiendo en una persona más madura, mi relación parecía más sólida que nunca, Esmeralda tenía detalles asombrosos conmigo, inclusive con Melany, hasta cierto punto ella se había encariñado, sin embargo desconfiaba, no quería volver a vivir lo que había sentido cuando Sam se marchó, fue por ello que se mantenía al margen.
Me dolía ver ese cambio tan radical en mi hermana, pero la comprendía, yo también había salido lastimado y por ende había cambiado. Cuando creí que había superado totalmente a Sam, me di cuenta que jamás se había ido de mi vida. Había salido a realizar unas compras con mi madre, realmente me resultaba algo aburrido hacerlo, sin embargo ese día accedí a acompañarla. Mientras mi madre hacía las compras salí a caminar por el centro de la ciudad, me sorprendí al ver a Sam, se encontraba a pocos pasos de mí, se veía radiante, seguía conservando el mismo corte de cabello, la misma sencillez, la misma sonrisa encantadora, estaba sentada en una banca que daba frente a una fuente. Siempre me encantó mirarla de perfil, y esta vez no fue la excepción, no pude dejar de observarla, cuando me encontraba a punto de marcharme, ella volteó a verme y sin dudarlo sonreí, mi corazón traía un imán que me atraía hacia ella, aún la amaba, no podía negarlo más.
Sam se levantó de la banca, se dirigió a mí con una hermosa sonrisa dibujada en sus mejillas rosadas, no lo pensé dos veces y acudí a su encuentro, para encontrarme con sus labios.
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Caminando junto a tí
Teen Fiction¿Cómo enfrentar un abuso sexual? ¿a quién dirigirse? si lo único que quieres en esos momentos es alejarte de todo el mundo. Samantha es una joven de 21 años, comprometida a matrimonio con Fabián su vida se ve marcada cuando el esposo de su madre abu...