CAPITULO 3: Sangre

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Desperté después de unas largas horas, ya no temblaba mi cuerpo, ni sentía frío, aún me encontraba sucia y mis piernas seguían manchadas de sangre. El mismo hombre que me recogío de aquél baldío era el que se encontraba a mi lado. Estaba sentado en el suelo, leía un periódico viejo (lo deduje por el color del papel), comencé a abrir poco a poco los ojos, hasta que pude observarlo completamente. Sus ojos eran de color marrón, su cabello tenía un tono castaño cobrizo, era alto, robusto, y su voz era totalmente indescriptible. Al mirarlo él me miró fijamente, temí que me fuera a hacer algún daño, no sabía en donde me encontraba, ni quien era él.

-No tengas miedo aquí estarás segura- Una leve mueca se dibujó en su rostro y quize correponderle pero no podía.

-No se donde estoy, ¿Cómo esperas que no tema?- Soné un poco vacilante y a la vez me moría de miedo por dentro.

- Es mejor que te laves, la sangre poco a poco se pegará mas a tu piel y será mas difícil que puedas limpiarte- Lo dijo mientras tomaba un recipiente con agua y lo depositaba frente a mi, junto a un pedazo de tela.

No cuestioné y accedí a lo que me decía. No podía moverme mucho, mis brazos me dolían y las piernas las sentía pesadas y adoloridas. Él me miraba profundamente, sonreía al momento que yo hacía un pequeño esfuerzo por alcanzar el pedazo de tela, mojarlo y pasarlo sobre mis piernas.

-¿Quieres que te ayude?-sonrió.

Lo que había sucedido la noche anterior era como para que no pudiera soportar la presencia de un hombre cerca de mi, y mucho menos sus manos sobre mi cuerpo. Sin embargo accedí.

-Esta bien-no dije más.

Se acercó delicadamente al recipiente, se sentó junto a la cama donde yo estaba, era muy cómoda, no era un colchón, como yo los conocía, estaba hecho de lana, lo deduje por la textura y el calor que emitia. La base de la cama eran solo pedazos de tronco incrustados en el suelo, arriba de estos, estaba el "colchón" de lana.

Tomó el pedazo de tela, lo remojó en el agua helada, tomó una de mis piernas y suavemente comenzó a quitar todo rastro de suciedad y sangre seca, comencé a temblar y creí que el no lo notaba.

-¿Qué te sucede?-Me preguntó, él sabía que andaba algo mal, que no estaba cómoda con aquella escena.

-Nada, solo que prefiero hacerlo yo misma- Le quité el pedazo de tela de las manos, sin importar el dolor que sentía froté rápidamente mis piernas hasta quitar la suciedad que se notaba a simple vista. El no sabia lo ocurrido. Yo estaba completamente sucia.

Caminando junto a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora