CAPITULO 10: Bajo la luz de la luna

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Mientras esperaba a que Joan regresara decidí dar un paseo por los alrededores, era algo complicado tomar camino, debido a los enormes árboles que me rodeaban, la puesta de sol estaba por terminar y pronto caería la noche, me apresuré a marcharme, traté de seguir las huellas que Joan había dejado, aunque eran demasiado borrosas que terminé perdiendo el camino.

El bosque de noche era demasiado sombrío, solitario y me traía recuerdos, muy malos recuerdos, en vez de reconfortarme solo comenzaba a sentir nostalgia, una que otra lágrima se deslizó por mis mejillas. El frío comenzaba a hacerse presente y no tenía idea de como volver a casa de Aurora, Joan había tardado mas de lo que imaginé.

Era impresionante lo hermoso que se miraba el firmamento en el bosque, sin duda alguna era un lugar maravilloso comparado con la ciudad, en el tiempo que tenía viviendo en casa de mi madre jamás había visto el cielo de esta manera, cubierto en su totalidad de estrellas, unas se veían mas grandes que otras, pero todas brillaban de la misma manera, convirtiendo el firmamento en una bella pintura.

Sonreí como pocas veces lo había hecho, la naturaleza me había cautivado, lo mas sorprendente era la luz que emitía la luna, tan natural, tan potente, capáz de alumbrar el camino por donde yo iba. Se encontraba en su etapa mas hermosa. Luna llena. Aún recuerdo que años atrás me gustaba escribirle a la luna, fueron mas de 50 poemas los que escribí inspirada en ella.

Mamá nunca supo a donde iba cada tarde en bicicleta, nunca supo que yo escribía poesía, ella creía que iba a jugar con mis amigos al parque, pero no era así, yo era una niña muy reservada, no era de muchos amigos, además que no simpatizaba muy bien con las personas.

Sentí como revivían los recuerdos, así como llegaban los malos llegaban los buenos, volví a sonreir, alegre de poder estar en un lugar así, lleno de vida, lleno de paz. Paz que yo necesitaba.

-No deberías estar aquí, ya es algo noche, creí que habías vuelto con Aurora-Joan llegó derrepente y me tomó por la cintura, causando que el corazón se me acelerara de la impresión que me dio.

-¡Estás loco!, ¿Por qué haces esto? ¿Tienes idea del susto que me metiste?-Fruncí el ceño y le tiré un golpe directamente a las costillas, causandole una carcajada acompañada de un poco de dolor.

-Oye, oye no seas agresiva, solo quería darte una sorpresa-Sonó vacilante y a la vez se presionaba las costillas tratando de evitar el dolor ocasionado por el golpe que le di.

-¿Sorpresa?, ¿Crees que es buena idea llegar por detrás de mi a estas horas de la noche?, claro que no Joan, me causaste un gran susto y más porque sentía que ya me había perdido-Suspiré y pude notar como mi corazón volvía a su ritmo normal, aunque aún me quedaba el susto.

-No seas exagerada, además quien te manda a que te pierdas, no debiste quedarte aquí de noche, el lugar es algo peligroso a éstas horas, y mas cuando son días lluviosos.

-Tienes razón, no me di cuenta de la hora, no se si te has dado cuenta pero no cuento con reloj ni teléfono celular, yo no adivino la hora-Me sentía molesta, qué pretendía, ¿Tratarme como una niña?, de todo tenía que sonreir, siempre se mostraba alegre y nada lo mortificaba, que persona tan mas inmadura.

-Me supongo que has de tener frío, ¿Cierto?-Soltó esa risa burlezca que lo caracterizaba y mi orgullo subió 3 niveles mas.

-Para nada, al contrario, me encanta el clima estoy bien gracias.

-Si se nota, por eso tu piel se eriza y tu mandibula se mueve como si rechinaran tus dientes-Lo había notado, me estaba muriendo de frío, y traté de disimularlo lo más que pude, sin embargo me seguía negando a su ayuda.

-Vamos no seas necia, ¡ven acá!-Joan me tomó de la cintura nuevamente y me llevó hacia su pecho, me rodeó con sus fuertes brazos y besó mi frente, su calor poco a poco se fue transmitiendo a mi cuerpo, al principio me negué a responder su abrazo, pero pasando unos minutos no pude evitar rodearlo con mis brazos también e inclinar mi cabeza sobre su hombro. Me sentía segura, como si lo conociera de mucho tiempo atrás, confiaba en él, sabía que nada malo me pasaría si el se mantenía cerca de mi.

Era una escena bastante romántica, él y yo bajo la luz de la luna, sin embargo no quería dar ningún paso mas allá que el de una gran amistad, aunque no puedo negarlo, en ese momento sentía una necesidad tremenda de rozar una y otra vez mis labios con los suyos, acariciar su cabello y abrazarlo fuertemente, pero no podía, el hecho de dejar que él me rodeara con sus brazos era algo sumamente difícil para mi, puesto que mi cuerpo no estaba en condiciones de recibir ninguna muestra de afecto, el mas leve acercamiento me estremecía y me hacía temblar de miedo. Comencé a llenarme nuevamente de recuerdos y rompí aquella mágica escena.

-¡Ya suéltame!, ¡No quiero que me toques!-Suspiré desconcertada por mi reacción, ni yo misma la entendía.

Caminando junto a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora