Cuando la rosa más roja floreció en el bosque, en medio de la nieve cegadora, muchos lobos deseaban poseerla para reafirmar su dominio en la zona.
Pero en el momento en el que fuera arrancada, el oscuro invierno atormentaría a todos los habitantes del lugar.
Poder por perdición o convivencia por calurosa luz de sol.
Al final, el acuerdo fue proteger a la rosa como si su vida dependiera de ello por el bienestar del bosque. Los sueños abandonados siempre dan a luz otras heridas que no se sabía que se tenían.
Pero siempre hay oscuridad en el ser menos esperado. Un sentimiento desconocido que le consume el corazón y no le deja espacio a blanca pureza.
Aquel lobo solitario deseaba la rosa, sus noches en vela las pasaba imaginando lo que se sentiría poseer su tallo y sus pétalos.
Cuando lo consiguió, la luz blanca se transformo en el sol helado que dejo de dar el calor al que estaba destinado.
Se le odió y marginó, pero consigo a la rosa se llevo. Siempre entendió la melancolía de la rosa al ser venerada, y a la vez aislada. Era una diosa pero su vida era solitaria. Vivía por obligación pero su interior muerto dejo este mundo hace mucho.
Poco a poco su tallo y pétalos se fueron marchitando, pero su espíritu renació por ese acto egoísta de aquel lobo. Arrancarla era su pena de muerte, pero acompañarla le dio un motivo mayor a su vida.
No se arrepiente de la condena que recibió un bosque que siempre lo odio, conoció la paz y la felicidad en el momento en el que la rosa cayó a pedazo entre sus garras.
Ahora él la seguiría en la libertad y le daría la compañía que siempre necesito. Ya no había cuerpos, solo dos hermosas almas que se daban mutuo amor.
- H. S. K.
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Pensamientos a la 1:00 a.m.
Short StoryA veces... Las verdades de la madrugada son las más fuertes... Pero quien dice que no son las que más alivian.