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A ella no le gusta como se ven sus ojos cuando despierta en la mañana.

Una enfermedad en ellos delatan los demonios que la atormentaron en la penumbra.

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar hasta que el aire se quede atrapado en tu pecho. Llorar hasta que vuelves a vivir, o sientes que te vas a morir.

Ella oculta su mirada. Ríe con gracia. Habla con ternura.

Un rayo de luz desprende de su ser cuando todos la ven; un brillo en sus ojos destellan toda la felicidad que finge tener.

Ella se maquilla todas las mañanas para ocultar esa oscuridad que va creciendo debajo de sus ojos.

Siempre dispuesta a hacer felices a los demás, se le olvido que ella merecía sentir calor en su alma.

Ella que abre sus ojos, dentro de esa oscuridad siente que cuando su corazón late es desconocida la sensación. Como si pequeños fragmentos de ella no se rindieran de poder ser feliz.

Reparte amor sin condiciones ni limitaciones. Siempre dejando un poco de si en los demás.

Ella, que hoy en día no sabe como soportar mirarse en un espejo, se le olvido que también merecía un poco del amor que repartía con tanta vivacidad.

Ella debía de caer para tomar el lugar de esas incontables estrellas que de noche la acompañaban en sus momentos de soledad. Ahora, ella acompaña a quienes estuvieron en su lugar. Nunca dejo de brillar.

- M. D. A.

Pensamientos a la 1:00 a.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora