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Desde un inicio sabía quien eras tú.
Lo supe al ver tus ojos.

No pude evitarlo, así que dejé todo de lado y borré todas mis emociones, pero no pude olvidarme de ti.

Al principio pensé que era un sentimiento sin importancia, hasta que vi nuestro pasado en tu mirada.

Vi toda nuestra historia en un segundo fugaz.

Tu mirada delataba la tristeza de un recuerdo de un cuerpo ajeno pero de un alma en común. Esa daga enterrada en tu corazón que ni el tiempo ha logrado retirar.

¿Sentiste la misma puñalada en el pecho que yo?

¿Recordaste quienes éramos?

En esta vida, tu mirada trajo la muerte a mis memorias. Tu cálido tacto me mostró lo frío que fue nuestro último roce. Tu apasionado beso me entregó la vida que se había escapado entre nuestros labios la última vez. Y tu voz silenció el grito desgarrador de tu pecho en mi partida.

Esperaré el final feliz que se nos fue arrebatado en nuestra última vida, y mientras sigas mirándome a mí y solo a mí, todo el sufrimiento habrá válido la pena.

- C. G. M.

Pensamientos a la 1:00 a.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora