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No sé que me hiciste, que el pecado dejó de importar.

Me transformaste en lo más inhumano que podía llegar a ser. Alguien sin moral ni decisión. Un muñeco, tu marioneta que se movía al son de tus placeres.

El problema era... Que por más que sabía que estaba haciendo mal, el estar a tu lado lo compensaba. Me volví dependiente de tus palabras, de tu cariño y deje de pensar en qué estaba bien y qué estaba mal.

Amarte no me pareció malo, obedecerte lo percibí como normal y necesitarte lo acepte inconscientemente.

Tus caricias me doblegaron a tu voluntad y te di todo de mi, al punto de que la desnudez de mi alma paso a ser transparencia. Sin secretos ni mentiras; y las marcas que dejaste en mi, no supe si fueron heridas abiertas o puntos de sanación.

Es confuso cuando estas enamorado; lo que te mata y lo que te sana esta dividido por un hilo, y tu percepción nublada no ayuda a saber que hacer.

Tenía miedo, pero me entregue a ciegas a ti, y sin darme cuenta me convertí en tu prisionera con cadenas que yo misma podría romper, pero que no quería. Porque aunque me quemaran, al ser tuyas, las sentía como caricias.

- D. A. G.

Pensamientos a la 1:00 a.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora