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SEGUNDA PARTE DE SEDUCCIONES PELIGROSAS.
Pasaron tres años, desde que Evee y Dominic sé casaron.
Nada es como antes, ahora ella es parte del ejército Alemán y tiene otra identidad, ya que la triada cree que e...
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Al otro día de mi ataque, el doctor me dio el alta. Me di cuenta que para lograr irme lo antes posible, tenia que admitir que Dominic no estuvo en el lugar y que mi maldita mente me hizo pasar una mala jugada.
Aunque me duela, seguramente pusieron algo en mi trago antes de querer raptarme, porque ahora que lo recuerdo, me sentí peor cuando salí del baño y golpeé al desconocido.
Ya es jueves y estoy de vuelta en el comando. El coronel Meyer no quería que vuelva esta semana, ya que seria un grano en el culo. Pero Furkan insistió que eso me distraería y me ayudaría a mejorar más rápido.
Frank y Ross trabajan conmigo en mi oficina, hasta que consigan una propia. Aunque me agrada tener privacidad con ellos. Soy su capitana y eso me da gracia, ya que no me veo como su superiora.
Pero a decir verdad, hoy no estoy de humor y me esta hastiando el buen humor de Ross, porque Adrian se mudará aquí. Se que no es su culpa, pero todo lo que paso, me pone aún más furiosa con la vida misma.
Estoy absorta en mis pensamientos y me sobo las sienes con ambas manos, cerrando por un momento los ojos. Hasta que escucho que Frank habla.
— Creo que a una malhumorada no le agrada mucho nuestra presencia Ross.— Habla observándome, haciéndose el enojado.— ¿Tierra a Evee?
— ¿Que sucede?— Pregunta Rossi curiosa.
— Sucede que estás hablando sin parar, desde que entraste y ya la hiciste enojar.— Se ríe el moreno en el escritorio de al lado.
— Nada.. solo estoy cansada.— Hablo suspirando y observo por el rabillo del ojo, la cara de burla de ambos.— ¡Joder! ¿No tienen nada que hacer?— Sonrió de mala gana, al volver a ver que se ríen.
— Amiga, estas muy estresada.— Habla Ross.— Tienes qué relajarte.
— ¿Tienes la fórmula mágica para eso?— Hablo levantando una ceja, molesta.
— Oye, tranquilízate, solo nos preocupamos por ti Evee.— Habla Frank serio.
— Lo siento.— Paso las manos por mi cara.— No quise ser una perra, lo siento Ross. Es que...— Suspiro hastiada.— ¡Estoy furiosa! ¿Por que demonios siempre me pasa algo y terminó siendo una maldita infeliz?... John...— Mis ojos arden.— ¡Dominic! ¡Y dos veces joder! Ahora secuestran a Caroline y mi padre no responde mis llamados desde que se fue.
— Hey, relájate, tienes a los niños y nos tienes a nosotros.— Habla Frank y se acercan ambos.— Caro es fuerte, vas a ver que la encontraremos.