Capitulo 13: "Reclusa"

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Lucy

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Lucy.

Toda mi miserable vida, odie los lugares húmedos, las ratas y las goteras.

El maldito de mi padrastro, me encerraba en el sótano, después de que asesine a mi estúpida y sensible madrastra.
Desde ahí mi odio por los hoyos.

¿Y quien diría que volvería a uno, después de lo que me costo salir?

Día a día la obscuridad me abraza, recordándome que es donde nací, más bien donde resurgí. No dejando que olvide, que siempre será mi fiel compañera.

El odio por Evangelina se expande por mi cuerpo, como un maldito cancer ramificado. Cada día crece más y mi plan para deshacerme de ella cada día esta más cercano.

No me pudriré en este pozo.

Me saca de mis pensamientos el guardia cárceles.

Reclusa seis, seis, siete. —Un número superior al del demonio.. —Arriba que tienes visitas. —Siempre superé al maldito infierno.

—¿Quien es? —Cuestiono, mientras ponen el código de seguridad en la puerta, que se utiliza en la celda de los presos de alto riesgo.

Unos-nueve-seis-cuatro-triple cero-ocho

No me pudriré en este pozo

—Ponte contra la pared. —Espeta desde la puerta aun cerrada.

—Estoy esposada de pies y manos idiota ¿Donde crees que podría ir? —Hablo con mis muñecas en la espalda.

El oficial entra con dos más, se pone en cuclillas detrás mío, para abrir el candado que ata la cadena al suelo.
Apenas quita el seguro, paso los brazos por debajo de mis muslos y los paso por su cuello rápidamente, comenzando a asfixiarlo.

El oficial patalea por la presión que impongo y mi sonrisa desquiciada, se forma en mis labios, antes de susurrar.

—Pobre de tu esposa y tus pequeños hijos.

Y antes de terminar la frase, me disparan con el arma eléctrica, dándome electrochoques que me dejan inmóvil en el suelo mugroso.

Asisten al carcelero y los otros dos oficiales me ponen de pie. Sacándome a las malas. Pero les dedico una sonrisa sádica de lado y ellos me responden con un golpe en la mandíbula.

El sabor de la sangre, empapa mi paladar, haciéndome reír a carcajadas.

—Maldita loca. —Espeta uno de los oficiales que me lleva a la sala de visitas.

—Me gusta el sabor de la sangre corazón, aunque sea propia.

—Déjala, está enferma. —Dice con rechazo el otro oficial.

Atravesamos barias puertas y pasillos, hasta llegar a la última.
Me tiran como puerco en el chiquero a la silla y colocan el seguro de la cadena al suelo.

Pandora: Lealtad, Orgullo y Seducción. © (#2)  [ ✔️ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora